Monday, February 20, 2006

ECONOMIA
Cuba en los Objetivos Y Metas Del Milenio (X)

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - El Objetivo No. 3 de las Metas del Milenio está encaminado a Promover la Igualdad de Género y el Otorgamiento de Poder a la Mujer. Para alcanzar este propósito, se definió la Meta No. 4: Eliminar la Disparidades entre Géneros en la Educación. En el Segundo Informe sobre el Cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) presentado por el gobierno cubano, se plantea que las disparidades entre géneros en la educación ya han sido eliminadas en el nivel primario; mientras que las niñas superan a los niños en las matrículas de los niveles secundario y terciario.

Asimismo, se señala que en 2004 el 41.5% de los graduados de la enseñanza técnica y profesional fueron muchachas, al igual que el 63% de los graduados universitarios. Según la información oficial, esto se refleja en el acceso de las mujeres a los empleos de calidad En ese año, las mujeres ocuparon el 46.9% de los empleos remunerados no agrícolas. Así se indica que constituyeron el 66% de los profesionales y técnicos ocupados ese año, el 71% en la salud, el 66% en la educación y el 51% de los investigadores.

El citado documento refleja que Cuba ocupaba el séptimo lugar en el mundo y el primero en América por la representación femenina en el parlamento, con el 36% de los escaños. Se agrega la existencia de seis mujeres ministras y 33 viceministras. Adicionalmente, se plantea una participación más amplia de la mujer en algunos sectores, como el de impartir justicia.

Ciertamente también se ha adoptado una legislación que garantiza a la madre trabajadora una licencia de maternidad de hasta un año, y establece la posibilidad de compartirla con el padre, según voluntad de la familia.

Desde 1959, la retórica oficial ha subrayado la igualdad legal del hombre y la mujer, así como se han puesto en vigor algunas legislaciones que apuntan hacia ese objetivo, como ha sido el Código de la Familia, desde 1975.

Todos esos avances, aunque el gobierno no lo menciona, parten de un proceso de equiparación de los géneros que data de mucho antes de 1959, en el cual las mujeres cubanas lucharon junto a muchos hombres progresistas por la igualdad. En 1918, fue legalizado el divorcio; y en 1934, antes que muchos países de nuestro entorno y el mundo, obtuvieron el derecho al voto.

A partir de la década de 1930, poco a poco fue sintiéndose la participación de la mujer en la política, la economía y la sociedad en su conjunto, derrumbando los múltiples obstáculos que interponía una cultura machista. En el siglo XIX muchas se habían destacado en las letras, como Gertrudis Gómez de Avellaneda y Juana Borrero; las obras sociales, como Marta Abreu, y la lucha independentista, como Mariana Grajales y Ana Betancourt. En el siglo XX, la lista de personalidades femeninas se amplia a Dulce María Loynaz, Mirta Aguirre, Fina García Marruz, Amelia Pelaez y Alicia Alonso, entre otras muchas formadas en la época republicana.

No obstante, es cierto que con el desarrollo de la educación en Cuba, se han ampliado las posibilidades culturales a mujeres y hombres. Así se ha coadyuvado a la creación de un capital humano de significativas proporciones. Lamentablemente, ese esfuerzo por educarse realizado por muchos jóvenes, y por educar con abnegación de muchos docentes, que ha requerido enormes volúmenes de recursos materiales y financieros, después de haberse formado, se utiliza inadecuada e ineficientemente.

El sistema totalitario, el mismo que propulsa la formación masiva de profesionales de ambos sexos, después con sus prohibiciones ha bloqueado ese potencial nacional, llevando a la frustración a muchos de los hombres y mujeres instruidos. Al no poder crecer la riqueza nacional, los ingresos no pueden ampliarse, y con ello la retribución real a personas con altos niveles culturales es miserable. Esto obliga a muchos profesionales a huir de su tierra en busca de oportunidades y una vida digna; a otros a dedicarse a actividades más primarias, pero más lucrativas, donde sus conocimientos no son necesarios, o vegetar en puestos de trabajo sin estímulos e información que les permita superarse, decepcionados y sin esperanza.

Ese destino es paritario a hombres y mujeres; estas últimas agobiadas en su mayoría por las responsabilidades hogareñas, al persistir conceptos arraigados en la sociedad muy difíciles de eliminar en dos o tres generaciones, a pesar de los avances obtenidos en el combate contra los prejuicios.

Por otra parte, la crisis que ha azotado a la sociedad cubana, golpea duramente a la familia por múltiples razones, especialmente de carácter económico dada la carencia de viviendas, una alimentación adecuada, artículos básicos, transporte y las dificultades para resolver servicios elementales. Todo eso cae, fundamentalmente, sobre la espalda de la mujer. Resulta sorprendente la enorme proporción de divorcios existentes, con su carga de infortunios, en especial para las madres e hijos: 35,594 rupturas legales frente a 50,878 matrimonios en 2004.

CUADRO I
DINÁMICA DE LOS MATRIMONIOS Y DIVORCIOS EN CUBA

Periodo

Matrimonios

(1)

Divorcios

(2)

Relación en

% (2/1)

Por Mil Habitantes Matrimonios Divorcios

1960/69 (a)

64 513

7 416

11.5

8.3

1.2

1970/79 (a)

75 081

23 751

31.6

8.2

2.6

1980/85 (a)

75 651

28 603

38.0

7.7

2.9

1986/89 (a)

82 506

34 511

42.0

8.0

3.3

1991/95 (a)

135 187

53 829

39.8

12.5

5.0

1996/00 (a)

60 846

40 045

66.0

5.5

3.6

2001/04 (a)

54 210

35 574

65.6

4.8

3.2

2004

50 878

35 594

70.0

4.5

3.2

Fuentes:
Anuarios Estadísticos de Cuba. Comité Estatal de Estadísticas de Cuba y Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
Cálculos del Autor.

Las estadísticas muestran en los últimos casi 50 años un continuado incremento de los divorcios con respecto a los matrimonios. En el periodo 1960/69 la proporción, como promedio anual, fue de 11.5%; en 2004 llegó al 70%, un aumento de aproximadamente siete veces. Por supuesto, los conflictos familiares existen también en gran proporción en los núcleos no constituidos sobre la base de matrimonios oficializados, sólo que acerca de este tipo de relaciones es más difícil obtener información. El alto grado de rupturas matrimoniales, con su secuela de tragedias, perjudica principalmente a los menores inmersos en estas situaciones, marcándolos emocionalmente, muchas veces para el resto de sus vidas.

Sin embargo, éste en modo alguno es el único problema afrontado por muchas familias. El clima de frustración y crispación social actuante se traslada al seno familiar con suma facilidad, complementándose con la precariedad y la promiscuidad existente en muchos hogares. Esto se traduce en altos niveles de violencia familiar, soslayados oficialmente, que resultan en grandes penalidades para la sociedad en su conjunto y un caldo de cultivo excepcional para la deformación de los seres humanos, junto a otros fenómenos, como el alcoholismo y la pérdida creciente de los valores espirituales en esta jungla en que se ha convertido Cuba.

De igual manera, se aprecia desde hace años una clara tendencia de la familia cubana a no reproducirse. En 2004, la tasa de natalidad fue de 11.3 nacimientos por cada mil habitantes, mientras que a inicios de los años 1960 era alrededor de 33 (ver Cuadro II), lo cual representa una consecuencia directa de la falta de fe en el futuro de la familia cubana, y muy especialmente de las mujeres, que se sienten aplastadas por un sistema que sólo ofrece paridad en la pobreza.

CUADRO II
DINÁMICA DE LA NATALIDAD EN CUBA (1959-2004)

PERÍODO

NATALIDAD

RELACION


Por 1000 habitantes

1960/65= 100

1960/65 (a)

33.5

100

1966/70 (a)

27.2

81

1971/75 (a)

25.1

75

1976/80 (a)

16.4

49

1981/85 (a)

16.3

49

1986/89 (a)

17.3

52

1991/95 (a)

12.2

36

1996/00 (a)

13.3

40

2001/04 (a)

12.1

36

2004

11.3

34

(a) Promedio Anual

Fuentes:
Anuarios Estadísticos de Cuba. Comité Estatal de Estadísticas y Oficina Nacional de
Estadísticas (ONE).
Cálculos del Autor.

La sumamente baja natalidad ha provocado, como hemos señalado en anteriores ocasiones, un estancamiento demográfico con una clara tendencia al envejecimiento y una reducción poblacional en términos absolutos en el corto plazo, produciéndose tasas de fecundidad inferiores al nivel de reemplazo, menos de una hija por mujer.

La caída de la natalidad no sólo ha estado dada por la negativa de las parejas al embarazo, sino también por el crecido número de los abortos, que ha hecho solicitar a la máxima instancia del gobierno y el Partido Comunista la cooperación de la Iglesia Católica para combatir esa plaga. (Entrevista del Presidente Fidel Castro con el Cardenal Bertone, La Habana, octubre 13 de 2005).

No menos sufrimiento ha traído a la sociedad cubana, y muy especialmente a las mujeres, el fraccionamiento producido por la salida masiva de personas hacia el exterior en busca de un futuro mejor. Han quedado divididas muchas familias, con las separaciones de matrimonios que han resultado definitivas; hijos sin padres o sin madres; personas de edad abandonadas, y en general un drama que parece no tener fin para un país que tiene la quinta parte de su población residiendo en ciudades del extranjero.

Resulta muy triste ver cómo muchas de nuestras jóvenes contraen compromisos con forasteros para resolver problemas existenciales básicos o escapar del país sin que medie el amor, empujadas por el infortunio y la desesperación, ante la vista indiferente de un gobierno que únicamente con permitir el libre desarrollo del ingenio y la capacidad de los cubanos, mujeres y hombres, pudiera reducir sensiblemente la magnitud de esta tragedia.

El dato brindado por las autoridades cubanas acerca de que el 36% de los diputados a la Asamblea Nacional son mujeres, no tiene significación alguna. Es de amplio conocimiento que esta Asamblea en su conjunto no posee ningún valor práctico, ni decide absolutamente nada. Esta instancia legislativa es idéntica a las que existieron en el bloque soviético para aparentar una legalidad virtual.

En cuanto al número de carteras ministeriales y viceministerios regidos por mujeres ofrecido, no tiene validez alguna en un régimen totalitario de ordeno y mando. No es una suposición. Recientemente, en un discurso oficial, esto fue dicho con mucha nitidez para que nadie se equivocara.

Cuba se diferencia de otros países como Chile, donde la mujer en términos reales ocupa posiciones y es respetada. Allí sí hay una mujer que decide, elegida por sus conciudadanos, así como 10 jefas de ministerios, con poder de decisión, incluida la ministra de defensa, cosa que ni en sueños puede esperarse en Cuba por el momento, a no ser de forma ficticia y como propaganda; pura utilería que no engaña a nadie.

En las actuales condiciones cubanas, para que la mujer ocupe un verdadero lugar en la sociedad tendrá que haber un cambio radical del sistema, el cual permita que ellas puedan desarrollar todas sus capacidades y creatividad. Hasta tanto, todo el discurso oficial sobre igualdad de géneros es ridículo y carente de sentido, en un país donde tanto mujeres como hombres tienen bloqueados sus destinos por el totalitarismo.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/20a10.htm

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