Friday, November 17, 2006

Los dolares ahondan las diferencias de clase en Cuba

Posted on Fri, Nov. 17, 2006

Los dólares ahondan las diferencias de clase en Cuba
Redacción de The Miami Herald
LA HABANA

Joel gana $200 al mes en propinas por trabajar como percusionista en una
banda musical que actúa para los turistas en La Habana Vieja, lo que
equivale a más de 30 veces lo que el gobierno cubano le paga por hacer
el mismo trabajo.

Por su parte, Irene, secretaria del gobierno que no tiene acceso a los
dólares, sobrevive con su salario mensual de 300 pesos cubanos, el
equivalente de casi $13.

''Los que tienen dólares tienen una gran ventaja'', comentó Irene,
sentada en la conocida heladería Coppelia, del barrio habanero de El
Vedado. ``No es justo''.

Con Fidel Castro enfermo, las desigualdades que creó la doble economía
dólar-peso que Cuba estableció para poder superar la catastrófica
desaparición de los subsidios soviéticos, podría perfectamente
convertirse en uno de los retos más grandes que tengan que enfrentar sus
sucesores, consideran los expertos en el tema cubano.

Para los cubanos, el injusto sistema es el problema más irritante con el
que tienen que luchar desde que se despiertan. La economía nacional
depende tanto del dólar que una familia típica necesita el llamado
''dinero verde'' para comprar cualquier cosa, desde cuchillas de afeitar
y sábanas hasta zapatos, artículos que se pueden obtener solamente en
tiendas del gobierno que fijan su precio en equivalentes a dólares.

Sin embargo, el trabajador promedio gana únicamente 250 pesos al mes, es
decir unos $10.

''En Cuba, el dinero no vale nada'', aseguró la disidente Lizette
Fernández, quien abandonó Cuba en agosto y en la actualidad vive en
Hialeah. ``Uno tiene derecho a comprar jabones dos veces al año, y
cuando el jabón se acaba, hay que ir a las tiendas donde se compra con
dólares, donde una pastilla cuesta 75 centavos de dólar. Prácticamente
no hay nada que se pueda comprar con pesos cubanos''.

Antes de irse de Cuba, Fernández ayudó a impulsar una campaña para
exigir que todos los establecimientos gubernamentales vendan artículos
en pesos.

Con el fin de intentar sobrevivir el descomunal derrumbe de la Unión
Soviética, Castro legalizó en 1991 el uso de dólares en la isla,
permitió la entrada de los turistas extranjeros y comenzó a dejar que
los cubanos abrieran pequeños negocios, como restaurantes en sus casas.

Se dice que los cambios han ayudado a mantener a flote la precaria
economía cubana, pero la legalización del dólar también creó un enorme y
problemático abismo entre los que tienen dólares y los que no los tienen.

''Fue una especie de pacto con el diablo que Fidel tuvo que hacer contra
sus preferencias ideológicas'', dijo el analista Brian Latell, ex agente
de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y autor del reciente libro
After Fidel, en una entrevista telefónica. ``En Cuba, las desigualdades
de los que tienen acceso a los dólares y los que no tienen es gigantesca''.

Si se tiene en cuenta que los salarios estatales mensuales apenas
alcanzan para los gastos de menos de una quincena, los que tienen
dólares viven mejor que el resto.

''Hay una desigualdad que no se supone que exista en una economía
socialista. Es un problema muy grave que el gobierno deberá resolver en
un futuro'', señaló por teléfono Philip Peters, director del Programa
Cuba, del Instituto Lexington, un grupo de estudios especiales de Virginia.

Peters estima que alrededor del 60 por ciento de los cubanos tiene
acceso a los dólares a través de propinas, premios especiales a los
trabajadores estatales y los envíos de los familiares o amigos que viven
en el extranjero. Se estima que dichos envíos alcanzan aproximadamente
$1,000 millones anuales. También se cree que la economía dualista de
dólares y pesos está dejando detrás a los afrocubanos. Como que los
cubanos de tez clara han emigrado en mayor número, las remesas que
envían mayormente son para sus familiares de la isla, también de piel
más blanca.

Castro nuevamente prohibió el uso de dólares en efectivo en el 2004,
aparentemente para cobrar cuotas por las transacciones de cambio, y a
los cubanos se les empezó a requerir que cambiaran los dólares por los
llamados ''pesos convertibles'' o CUC. Un dólar equivale a .80 centavos
de CUC.

Pero esa medida no le ha puesto fin a la necesidad de dólares de los
cubanos para comprar en las llamadas ''tiendas de dólares'', que venden
artículos de consumo a precios de CUC.

Hay una tienda del centro de La Habana que hace poco vendía una botella
de aceite de cocina por 2.2 CUC, una botella de ron por 5.40 y un frasco
de mayonesa por 4.10, el equivalente de 5.12 en dólares, o 98.40 pesos
cubanos, que son alrededor de 40 por ciento de los ingresos mensuales
del ciudadano promedio.

Y a diferencia de las economías capitalistas, los taxistas, los meseros,
los cantineros, los recepcionistas de hoteles, cualquiera que tenga
acceso a propinas de turistas, son los que tienen los trabajos más
codiciados en Cuba.

Un taxista llamado Emilio dice que que él trabaja 15 días al mes y gana
el equivalente en pesos de $12 dólares en una empresa del gobierno. Pero
en realidad sus ingresos son de entre $100 y $120 al mes, gracias a los
dólares de turistas y prostitutas.

Emilio dice que su trabajo es tan lucrativo que algunos cubanos pagan
hasta $500 de soborno por el derecho de manejar taxis.

No se publican los apellidos de Emilio ni de otros personajes
entrevistados para este artículo para impedir que se tomen represalias
en contra de ellos.

Incluso cuando tienen dólares o CUC, el cubano promedio no tiene acceso
a productos o comodidades que el gobierno reserva para turistas
extranjeros, como los buenos hoteles, los teléfonos celulares o algunas
playas.

Confrontando la realidad de tantas cosas que no podía comprar, y dólares
que no tenía, antes de mudarse a Hialeah, Fernández y la organización
disidente que administra, la Federación de Mujeres Rurales
Latinoamericanas, iniciaron la campaña para que todo establecimiento
venda sus productos en pesos.

Según ella, hay 28 mujeres en la isla que organizan pequeños núcleos de
mujeres que recogen firmas en respaldo de la campaña, llamada ''Con la
Misma Moneda''. Una disidente que todavía está en Cuba dijo que la gente
apoya la iniciativa, pero tiene miedo a firmar.

''No podemos ser ciudadanos de segunda clase sólo por ser cubanos'',
dijo Fernández. ``No tenemos derechos, simplemente porque no tenemos
dólares''.

The Miami Herald no publica el nombre del corresponsal que escribió este
reportaje, porque no tenía la visa periodística requerida para trabajar
en la isla.

http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/16032860.htm

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