Thursday, January 28, 2016

Topar precios no es la solución

Topar precios no es la solución
[27-01-2016 14:33:31]
Elías Amor
Economista

(www.miscelaneasdecuba.net).- La práctica de "topar" precios es ajena a
los principios y reglas fundamentales de la Economía, y además, provoca
efectos muy desfavorables tanto para los consumidores como para los
productores. A los primeros, los obliga a padecer escasez y ver cómo
desaparecen de las estanterías de los comercios los productos que se
someten a controles. A los segundos, los lleva a obtener pérdidas como
consecuencia de la actividad productiva. Nadie sale ganando de este tipo
de políticas. Bueno, tal vez sí. Un gobierno poco interesado en el
bienestar de sus ciudadanos y que no desea que las fuerzas productivas
de la economía alcancen dimensiones que puedan poner en peligro su
control político, es el candidato ideal a topar los precios. El único
que sale ganando.
Además, lo curioso de este tipo de políticas es que se suelen justificar
con el argumento, ciertamente falaz, que la intervención gubernamental,
fijando un techo a los precios, es necesaria porque el precio resultante
del intercambio en el mercado entre la oferta y la demanda, se considera
muy elevado y deja fuera a capas de la población que no pueden acceder
al mismo por sus ingresos. En este caso, el gobierno que aspira a ser
"benevolente" fija un precio por debajo del que se obtiene en el
mercado, y las consecuencias son las descritas más arriba, sin tener en
cuenta que esa falta de ingresos en determinados sectores de la
población es el origen del problema, y lo que resulta más complicado de
abordar a medio plazo.


Al no poder ajustarse los precios, la reacción de la oferta es reducir
la producción, porque el precio topado no remunera los costes invertidos
en la obtención del producto y en última instancia, impide obtener los
beneficios deseados. Esa reducción drástica de la oferta contrasta, sin
embargo, con la mayor demanda que se produce al quedar el precio topado
a un nivel muy bajo, lo que produce una demanda superior a la que se
obtendría en las condiciones normales. El resultado es la carestía y,
como consecuencia, el racionamiento.

El régimen castrista ha aplicado de forma continuada estas políticas de
controles de precios. Desde los primeros tiempos revolucionarios, cuando
se fijaron topes a los alquileres y otras rentas obtenidas por los
particulares, los cubanos han sido víctimas de una serie de prácticas
que han terminado por destruir las estructuras comerciales de la Isla.
El sector de la distribución logística, los intermediarios, han sufrido
persecución en el castrismo, y siguen siendo penalizados y reprimidos
como si su función social fuera condenable por el mero hecho de existir.
Esta ignorancia ideológica sobre el funcionamiento normal de una
economía es lo que ha producido en Cuba la situación de parálisis y de
caos que se observa en las distintas ramas y actividades productivas, y
que el régimen no es capaz de resolver.

De ese modo, cuando se abrieron ciertos espacios para la actividad
productiva independiente del estado, con los llamados "Lineamientos",
mediante la cesión en arrendamiento de tierras, algunos analistas y
observadores creyeron que esa tendencia se iría generalizando y
extendiendo al conjunto de la economía. Los incrementos de producción
que se produjeron, de forma casi inmediata, permitieron inundar los
mercados de todo tipo de productos alimenticios que, hasta entonces,
habían desaparecido de la dieta diaria de la población. El experimento
parecía un éxito. Las autoridades se felicitaron de los resultados. Sin
embargo, seis años después, el régimen ha tenido que volver a las
andadas. Aumentos de precios inesperados en los mercados han creado
preocupación por las consecuencias inflacionistas en una economía en la
que el salario nominal está por debajo de 24 dólares al mes.

Al castrismo le aterroriza la inflación y sabe que las protestas
sociales por el descontento con unos precios en espiral, pueden generar
un caos, sobre todo en las grandes zonas urbanas, que escape del control
de la seguridad del estado. La alternativa es el retorno al control de
precios y de las tierras entregadas a los agricultores, así como la
vigilancia a los "intermediarios", lo que ha supuesto el comienzo de una
etapa de represión y castigo, anunciada por Machado Ventura, que puede
dejar, fuera de combate, los avances producidos. Informaciones
independientes de la Isla indican que en todos los mercados "libres" se
están topando los precios, y casi de manera inmediata, los productos
dejan de llegar. Se habla de detenciones de "intermediarios" ilegales, a
los que la demagogia castrista acusa de ser los responsables de la
situación, lo que parece sorprendente si se tiene en cuenta la escasa
implantación de los mismos y que su papel, cuando surge, obedece a que
tratan de dar respuestas a necesidades de la población que el aparato
institucional es incapaz de atender.

¿Cuál es la política acertada frente a los aumentos de precios? Justo la
contraria a la que practica el régimen. Libertad. Empresa privada.
Liberalización de los servicios de distribución comercial lo que supone
un aumento del número de "intermediarios". Rehabilitación del mercado
como instrumento de asignación de recursos y final a la intervención
estatal planificadora. Poner fin a los experimentos y establecer el
funcionamiento normal de los mercados a nivel nacional. Facilitar la
movilidad de bienes y de personas de unas provincias a otras. Autorizar
la inversión extranjera en el sector de la distribución comercial
moderna y suprimir cualquier vestigio de Acopio y de la intervención del
estado en este sector.

Source: Topar precios no es la solución - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/56a8c72b3a682e04ac46eb95#.VqowRSorLjY

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