Tuesday, January 10, 2017

Por qué no funciona en Cuba la inversión extranjera?

¿Por qué no funciona en Cuba la inversión extranjera?
DIMAS CASTELLANOS | La Habana | 10 de Enero de 2017 - 08:08 CET.

En 2007, después de 48 años de poder revolucionario, la ineficiencia
productiva había convertido a las tierras estatales en campos infectados
de marabú, mientras en el mercado internacional crecían los precios de
los alimentos. Ante ese cuadro, el general Raúl Castro planteó "cambiar
todo lo que deba ser cambiado". Cinco años después, en mayo de 2013, el
vicepresidente del Consejo de Estado Marino Murillo Jorge reconoció que
"las medidas que durante décadas se han puesto en práctica en la forma
de gestionar la tierra, no han conducido al necesario aumento de la
producción".

La ineficiencia se reflejó en el Producto Interno Bruto (PIB), que
disminuyó de forma sostenida durante años hasta llegar al 1% en el
primer semestre de 2016 y caer otro 0,9% al finalizar el año. Es decir,
Cuba entra al 2017 en recesión o en crecimiento negativo. El resultado
coloca en el orden del día la necesidad de la inversión extranjera, de
la que ninguna nación puede sustraerse, mucho menos un país
subdesarrollado en estado de crisis.

En 1982 se dictó el Decreto-Ley No. 50 para la inversión extranjera, en
un momento en que los subsidios soviéticos permitían mantener una
actitud hostil hacia los inversionistas de otras partes del mundo. Fue
necesario el golpe recibido con la desaparición de la Unión Soviética
para que el Gobierno dictara la Ley 77 de 1995, una legislación cargada
de restricciones, ausencias de garantías y mal trato a los
inversionistas. Por esas razones, de unas 400 empresas mixtas que
llegaron a funcionar en el año 2002 la mitad abandonó el país. A pesar
del resultado negativo hubo que esperar al desinterés de los
inversionistas por la Zona Especial de Desarrollo del Mariel para su
derogación.

La Ley 118, promulgada en marzo de 2014, aunque más flexible que la
precedente también ha resultado insuficiente. Según las propias
autoridades cubanas el país necesita de un crecimiento sostenido del PIB
entre el 5 y el 7%. Para lograrlo se requieren tasas de acumulación e
inversión de no menos de un 25%, lo que demanda un flujo anual de
inversión de entre 2.000 y 2.500 millones de dólares. La única
posibilidad de acercarse a ese objetivo en las actuales condiciones es
implementar entre otras medidas, las siguientes:

1- Permitir a los cubanos, tanto los que viven en la Isla como a los que
radican en el exterior, la participación como inversionistas.

2- Reconocer la función social de la propiedad y la propiedad privada.
Erradicar el concepto de no permitir su concentración en personas
jurídicas o naturales, cuyo único objetivo es mantener evitar que el
cubano sea sujeto de los procesos económicos.

3- Permitir a los cubanos ejercer cualquier actividad privada productiva
o de servicios y dotarlos de personalidad jurídica.

4- Brindar garantías legales a los inversionistas para dirimir cualquier
diferencia con la parte cubana ante un órgano de justicia que no esté
subordinado al Partido y al Estado, lo que convierte al Gobierno en juez
y parte.

5- Permitir la libre contratación de la fuerza de trabajo.

6- Eliminar la dualidad monetaria y las disímiles tasas de cambio, lo
que a su vez es premisa para la existencia de un mercado interno que
estimule las inversiones.

7- Reconocer la libertad sindical para afiliarse y fundar sindicatos —un
principio consagrado en el Convenio 87 de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), del cual Cuba es signatario; en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de la cual Cuba fue una de sus
promotoras en 1948; y en los pactos internacionales de derechos civiles
y políticos y de derechos económicos, sociales y culturales también
firmados por Cuba, pero no ratificados.

En esas trabas, en la historia antagónica con los inversionistas y en
las deudas con los acreedores, radica la principal causa de la pobre
inversión extranjera y no en el embargo, flexibilizado con las medidas
del presidente Barack Obama. En fin, que el estado para la inversión en
Cuba es atípico para empresas que operan con economías de mercado y por
tanto sin cambiar, no habrá resultados.

El ministro de Economía y Planificación Ricardo Cabrisas, en la reunión
del parlamento cubano el pasado 27 de diciembre, planteó que: "La
inversión extranjera continúa siendo muy baja. No se logra que desempeñe
un papel fundamental en el desarrollo económico". Mientras que el
presidente del Consejo de Estado, Raúl Castro, explicó: "Es de gran
importancia dinamizar la inversión extranjera en Cuba... Es preciso
superar de una vez y por siempre la mentalidad obsoleta llena de
prejuicios contra la inversión foránea. Debemos despojarnos de falsos
temores hacia el capital externo".

Entonces, si la salida del estancamiento económico es imposible sin una
fuerte inyección de capital y el concepto de "cambiar todo lo que deba
ser cambiado" va más allá de la retórica, se impone promulgar una nueva
ley o someter la actual a una profunda modificación, en la cual el
apellido de "extranjera" debe desaparecer y convertirse simplemente en
Ley de Inversiones.

Cuba es el único país de la región donde sus habitantes carecen de un
derecho tan elemental como participar en calidad de sujetos en las
actividades económicas, a pesar de contar con sobradas iniciativas y
formación profesional. Si eso no se corrige, además de ser una negación
de nuestra historia económica, de las luchas sociales y del concepto
martiano de República: "estado de igualdad de derecho de todo el que
haya nacido en Cuba; de muchos pequeños propietarios".

Esa prohibición, además de dañina a la nación, es violatoria de la
Constitución vigente, la que en su artículo 14 reza: "la economía se
basa en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios
fundamentales de producción". Es decir, el pueblo, supuesto propietario,
está excluido del derecho de participar en el proceso inversionista,
algo ajeno al derecho, a la cultura occidental de la cual somos parte, a
nuestra historia económica y contrario a la dignidad humana.

Una nueva Ley de Inversiones sin apellido, podría ser una señal
importante, necesaria y esperada de cambios. Una prueba de que
realmente, aunque con bastante demora, el Gobierno está dispuesto a
cambiar todo lo que deba ser cambiado.

Source: ¿Por qué no funciona en Cuba la inversión extranjera? | Diario
de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1483973088_27988.html

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