10-05-2010.
Elías Amor Bravo
(www.miscelaneasdecuba.net).- Durante este fin de semana, algún medio se
ha hecho eco de la posibilidad de que en Cuba, Raúl Castro, esté
planificando una transición económica "a la china".
Basan esta idea en que, de forma muy continuada, las autoridades, a
través de portavoces oficiales como Granma o Radio Rebelde, han venido
aludiendo una y otra vez al fracaso del modelo socialista, con datos
sobre la producción azucarera, las dificultades para acceder con los
productos agrícolas en las ciudades, o la necesidad de ajustar los
sueldos a la productividad, reducir el tamaño de las plantillas de la
administración estatal (que es toda la economía cubana) entre los
principales problemas de una economía centralizada y burocrática.
De igual modo, se han divulgado diversas noticias relativas al apoyo
gubernamental a la construcción de emplazamientos turísticos nuevos, de
puertos deportivos y marinas para yates privados en algunas zonas de la
Isla, y hasta campos de golf de lujo, con el fin de atraer a un turismo
de elevado nivel de renta, que está en el punto de mira de los
gobernantes cubanos.
A pesar de ello, no observo por ningún sitio una transición económica "a
la china". Ya lo he señalado en ocasiones anteriores, ni Cuba es China,
ni China es Cuba. Así se simple, así de contundente. La voluntad de las
autoridades es limitada, y dudo que Raúl Castro, con su hermano en vida,
y preso de las alianzas y fuerzas que mantienen intacto el régimen, sin
capacidad para hacer los cambios que se necesitan hacia la democracia y
la libertad, se vea capaz de impulsar reformas explícitas en el ámbito
de la economía.
La economía cubana continuará lastrada en sus posibilidades de
crecimiento mientras no apueste de forma decidida y clara por un cambio
en el modelo organizativo y jurídico. Lo he señalado en numerosas
oportunidades: mientras no se retorne a un sistema basado en el respeto
a los derechos de propiedad, y al funcionamiento del mercado como
mecanismo de asignación, no hay nada que hacer.
La generación de los comunistas que bajaron de Sierra Maestra con Fidel
Castro la cabeza, que destruyó el capital económico y social de la Isla
en el curso de los primeros años de la convulsa revolución marxista
leninista, es la responsable directa de la ausencia en Cuba de cualquier
tipo de estímulo a la actividad económica privada. Y, hasta en tanto no
se adopten medidas para recuperar el capital de relaciones necesario
para la construcción de un nuevo modelo económico, valores fundamentales
como la confianza en el esfuerzo y el empeño personal, la libertad
económica y el espíritu emprendedor, del que hacen gala los cubanos
cuando escapan de la cárcel construida por los Castro en Cuba, va a ser
muy difícil que se pueda producir un cambio "a la china" o a cualquier
estilo en la Isla.
Se ha querido poner como ejemplo de organización económica eficiente al
ejército cubano. Tengo mis serias dudas al respecto. Basta con observar
las técnicas empresariales más propias de economía cuartelera que se
utilizan en las empresas que están en manos de los militares para darse
cuenta de que carecen de viabilidad en cualquier marco de competencia
internacional. Un ejemplo, el perfeccionamiento empresarial. Un modelo
de oferta productiva que no tiene en cuenta la base fundamental de la
actividad que es el mercado y las necesidades de los consumidores.
Las empresas cubanas, en su mayoría de control estatal o militar, ni
están orientadas al mercado, ni saben de estimación de necesidades,
porque nunca se han preocupado por estas cuestiones, esenciales para el
funcionamiento de la economía de mercado, ni son capaces de gestionar
con eficiencia y eficacia los recursos que tienen a su disposición
mientras la economía cubana se encuentre troceada, segmentada y sin
vínculos productivos entre los distintos sectores y actividades productivas.
No voy a abordar otras cuestiones como el funcionamiento de un sistema
financiero capaz de proporcionar recursos a las empresas que en Cuba es
prácticamente inexistente, o las competencias en gestión empresarial y
directiva, esenciales para el funcionamiento de la economía. En Cuba,
están a años luz de cualquier nivel mínimo básico para abordar los cambios.
Por eso, el gran gigante asiático no puede ser un modelo para esta
querida islita del Caribe, cuyo modelo económico debe ir por otros
derroteros, aprovechando algunas de sus ventajas competitivas en la
economía regional y mundial, abriendo espacios para el desarrollo de la
actividad privada empresarial, devolviendo el capital incautado a la
sociedad a sus legítimos propietarios, y creando un nuevo entorno de
confianza y seguridad interior para el desarrollo de los negocios. No va
a ser cuestión de un tiempo corto.
Va a requerir esfuerzos y tesón. Y sobre todo, algo que Raúl Castro
nunca hará, el apoyo de la diáspora, de los millones de cubanos
residentes en el exterior que poseen niveles de solvencia económica,
relaciones económicas y personales, conocimientos y competencias que, en
la Isla, serán necesarios para el cambio. Todo ello supondrá un modelo
propio cubano de transición económica y política que está esperando un
conductor eficaz y comprometido.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=27638
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