La guerrita del Havana Club
Con la prohibición de que las cortes reconocieran los derechos de Cuba
sobre nombres comerciales, vinculados a las propiedades confiscadas, el
embargo quedó extendido al ámbito marcario
Arnaldo M. Fernández, Broward | 17/02/2016 4:24 pm
Lo único que Fidel no pudo quitarme fue
la fórmula del Havana Club genuino
Ramón Arechabala
El diferendo sobre la marca comercial Havana Club en Estados Unidos
acaba de reanimarse con audiencia en subcomité de la Cámara de
Representantes, que abordó ese y otros temas relacionados con las
propiedades confiscadas por el Gobierno Revolucionario de Cuba entre
1959 y 1961.
Esta audiencia trajo su causa de que —con anuencia de la Oficina de
Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) adscrita
al Departamento del Tesoro— la Oficina de Marcas y Patentes (PTO, por
sus siglas en inglés), adjunta al Departamento de Estado, accedió el 13
de enero pasado a que la empresa estatal cubana exportadora de alimentos
y productos varios (Cubaexport) renovara la inscripción de aquella
marca, pese a que la compañía Bacardí sigue plantada en contra.
Falla de origen
El 19 de marzo de 1934, la compañía cubana José Arechabala S.A. (JASA)
echó a andar su nueva planta de destilación en Cárdenas y empezó a
producir el ron Havana Club. Al año siguiente registró la marca en EEUU.
Junto con otras muchas empresas industriales y comerciales, JASA sería
nacionalizada en octubre de 1960 por el Gobierno Revolucionario de Cuba,
mediante expropiación forzosa al amparo de la Ley 890. La familia
Arechabala marchó al exilio y como no tenía plantas fuera de la Isla, el
Estado cubano continuó la producción de Havana Club y su exportación
adonde quiera que la marca no estuviera registrada por Arechabala.
Su registro en EEUU expiró el 11 de agosto de 1973, a pesar de que
Arechabala podía y debía renovarlo de mero trámite por unos 25 dólares y
sin tener que producir el ron. El Estado cubano estaba al acecho y su
empresa Cubaexport solicitó el 12 de junio de 1974 a PTO inscribir la
marca incluso sin poder comerciar el ron en virtud del embargo. Para el
27 de enero de 1976, la marca Havana Club y su diseño quedaban
registrados en EE UU con el número 1031651 y Cubaexport como titular.
Al suponer con sobrada razón que jamás recuperaría sus propiedades en
Cuba, la familia Arechabala supuso también, pero sin tanta razón, que
jamás se levantaría el embargo. No advirtió que su registro de la marca
Havana Club en EEUU era el último reducto familiar de resistencia contra
el régimen de Castro, pues impediría que el Havana Club hecho en Cuba
entrara algún día en el mercado ronero más grande del mundo.
Escaramuzas en la víspera
Por el contrario, el Estado cubano nunca perdió la esperanza comercial
del Havana Club y hacia 1977 principió a fabricarlo en Santa Cruz del
Norte con destilería más moderna. A fin de impulsar las ventas se asoció
con la corporación francesa Pernod Ricard hacia 1993 y la empresa mixta
resultante pasó a ser titular de la marca en EEUU por cesión de
Cubaexport, que OFAC convalidó en 1995 con la licencia específica C-18147.
Sin embargo, Pernod Ricard se acercó a la familia Arechabala con ánimo
de comprarle sus presuntos derechos a reclamar la marca y esta movida,
en vez de cortesía, se interpretó como reconocimiento explícito de la
titularidad de Arechabala, que rechazó la oferta de Pernod Ricard y
entró en alianza con Bacardí contra los intereses del régimen de Castro.
Luego de solicitar a PTO inscribir la marca a su nombre y cancelar el
registro de la empresa mixta cubano-francesa Havana Club Holding (HCH),
Bacardí subió la parada comercial de su Havana Club en EEUU desde unas
cuantas cajitas en 1995 a 900 cajas en 1996, a través de su filial en
Bahamas Galleon S.A. Entonces se armó la gorda en el Tribunal del
Distrito Meridional de Nueva York, que desde la primera ronda (1997) del
pleito dejó sentada la incompetencia del poder judicial para revisar las
decisiones de agencias federales dictadas por imperativos de política
exterior.
La tercera ronda pintaba mal para Bacardí —que convino en dejar de
vender Havana Club en EEUU mientras durara el pleito— cuando las reglas
del juego cambiaron de la noche a la mañana el 21 de octubre de 1998.
Entre las cuatro mil páginas de la Ley General de Asignaciones
Presupuestarias para 1999, los cabilderos de Bacardí lograron colar como
Sección 211 —dizque redactada por Otto Reich e introducida por el
senador Trent Lott (R-MS) a pedido de su colega Connie Mack (R-FL)— la
prohibición de que los tribunales reconocieran, exigieran el
cumplimiento o convalidaran de cualquier otro modo los derechos de
personas o entidades de Cuba sobre marcas y nombres comerciales
vinculados a las propiedades confiscadas por el Gobierno Revolucionario,
a menos que el dueño original o sus legítimos sucesores dieran
consentimiento expreso.
Así, el embargo quedó extendido al ámbito marcario y se viró la tortilla
judicial. De nada valdría que Pernod Ricard actuara por sí solo, como
productor de ron en Barbados y firma distribuidora acreditada en EEUU,
para impedir que Bacardí vendiera su Havana Club en el mercado
estadounidense. Ambas partes gastaron millones, tanto en cabilderos como
en las costas procesales de un pleito que discurrió largo y tendido por
los tribunales de primera instancia y de apelaciones, sin que el
Tribunal Supremo encontrara méritos para examinar el caso.
Día D
Contra la Sección 211 se reviró la Organización Mundial de Comercio
(OMC) y EEUU, como Estado miembro, quedó acorralado tal y como estaba en
Naciones Unidas con el embargo. El declive de este último y el
restablecimiento de relaciones diplomáticas con La Habana propiciaron
que Washington decidiera renovar la inscripción de la marca Havana Club
por Cubaexport. Y como el precedente judicial impide a los tribunales
revisar esta decisión de la agencia federal PTO y la licencia
concurrente de OFAC, el derecho al pataleo tiene que ejercerse ante el
Congreso, sin perjuicio de que la precitada empresa estatal cubana y la
firma Bacardi & Company Limited, con sede en Bermuda, sigan disputando
sus derechos sobre la marca comercial en EEUU.
Solo que ahora la bandería de Bacardí no tiene la llave con que el
Tribunal del Distrito Sur de Nueva York —en la cuarta ronda (1999) del
pleito— había cerrado al ron Havana Club hecho en Cuba la puerta de
acceso al mercado de EE UU: "the executive and legislative determination
that the Cuban embargo continues to be a component of our foreing policy".
Source: La guerrita del Havana Club - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-guerrita-del-havana-club-324851
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