Tráfico de Estado: el negocio de exportación de sangre
MARÍA WERLAU | Nueva Jersey | 4 Jun 2016 - 9:30 am.
Durante décadas, el Estado cubano ha coordinado un negocio
multimillonario, basado en el comercio de la sangre que extrae a
ciudadanos que ignoran ese tráfico y que no reciben remuneración alguna
por sus donaciones. Ya a mediados de la década del 60, los informes
indicaban que Cuba vendía sangre a Vietnam y Canadá. En 1995, Cuba
exportó sangre por valor de 30,1 millones de dólares estadounidenses,
con lo que este comercio representó su quinto producto de exportación,
solo superado por el azúcar, el níquel, los mariscos y el tabaco.
En las estadísticas oficiales del Gobierno cubano, que publica la
Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), no figuran estas
exportaciones, pero los datos del comercio mundial indican que en los 20
años transcurridos entre 1995 y 2014 Cuba exportó 622,5 millones de
dólares en derivados de sangre humana —lo que arroja un promedio anual
de 31 millones de dólares— en el marco de la Clasificación Uniforme para
el Comercio Internacional (SITC 3002), para componentes de sangre humana
(plasma, etc) y productos médicos derivados del plasma (PDMP, por sus
siglas en inglés). (Pueden consultarse los datos desglosados por año y
país de destino, aquí.)
Cuba: Exportaciones de sangre humana o animal preparada para usos
terapeúticos (en dólares)
1995 30.119.389
1996 35.313.753
1997 42.242.114
1998 21.252.174
1999 23.723.632
2000 24.790.762
2001 28.789.477
2002 37.349.003
2003 32.386.632
2004 3.020.478
2005 30.650.512
2006 38.643.533
2007 31.368.893
2008 14.186.330
2009 18.156.364
2010 28.239.160
2011 63.523.047
2012 29.431.681
2013 38.000.405
2014 31.280.981
Fuente: The Observatory of Economic Complexity
El grueso de esas exportaciones se ha destinado a países cuyos gobiernos
autoritarios son aliados políticos de Cuba, probablemente a entidades
estatales que aplican criterios menos estrictos, tanto éticos como de
otra índole (Irán, Rusia, Vietnam, Argelia hasta 2003; luego a
Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador).
Según informes del Gobierno cubano, el 95% de todas las unidades de
sangre humana acopiadas se fracciona en sus componentes, lo que permite
un comercio mucho más lucrativo que cuando solo se vende el plasma, y
facilita la producción de derivados del alto valor, como el interferón,
la albúmina humana, las inmunoglobulinas, los factores de coagulación,
las toxinas, las vacunas y otros productos fármacos. Este comercio de
exportación dispone de una considerable ventaja sobre sus competidores,
ya que se ahorra el costo habitual que representa el pago a los donantes
por la sangre, que es la materia prima del negocio.
Cuba: Donantes de sangre no remunerados/Donaciones útiles
2010 420.372 402.422
2011 412.408 393.325
2012 428.304 406.846
2013 446.147 428.729
2014 407.989 392.244
Fuente: ONEI
El negocio podría ser mucho mayor de lo que reflejan los informes
presentados en el marco de la SITC 3002. En 2012, la ONEI informó de 808
millones de dólares en exportaciones de productos médicos/farmacéuticos,
algunos (o muchos) de los cuales podrían haber sido también derivados de
sangre humana que no se hubiesen clasificado en esa categoría. La escasa
fiabilidad de las estadísticas cubanas es de dominio público y, de
hecho, los funcionarios cubanos han informado a la prensa que las
exportaciones de productos farmacéuticos y de biotecnología superan
actualmente los 2.000 millones de dólares.
El Gobierno engaña y explota a los donantes
Las campañas masivas para pedir donaciones de sangre voluntarias y
altruistas comenzaron poco después de la llegada al poder de Fidel
Castro, en enero de 1959. Pero pronto se implantó una estrategia mucho
más siniestra. En la década del 60 se extraía la sangre a los presos
políticos que iban a ser fusilados. La Comisión Interamericana de
Derechos Humanos denunció esta práctica en un cáustico informe,
publicado en abril de 1967. Archivo Cuba ha documentado por lo menos 11
casos y ha obtenido numerosos relatos procedentes de toda la Isla sobre
esta práctica, que estuvo en vigor durante varios años.
Durante muchos años, Cuba ha mantenido una tasa de donaciones del 100%.
Hacia 1998, Cuba informaba de que la tasa de donaciones de sangre
voluntarias y altruistas había superado el objetivo de un donante por
cada 20 habitantes, fijado por la Organización Panamericana de la Salud
y la Organización Mundial de la Salud. En 2014, último año del que hay
estadísticas disponibles, se informó que hubo 407.989 donaciones
voluntarias no remuneradas, de las cuales 392.244 (96%) se consideraron
utilizables. Resulta sorprendente que a los ciudadanos se les pida que
donen sangre sin que tengan que someterse a ningún examen médico, ni
siquiera a los más sencillos, y que a menudo los hospitales carezcan de
sangre en casos de emergencias o de operaciones. Los PDMP tampoco están
muy disponibles para la población, porque se reservan para los
extranjeros, los miembros de la nomenklatura y los enchufados.
El ingreso medio mensual en Cuba es inferior a los 20 dólares y la cuota
de racionamiento del mes apenas alcanza a cubrir durante diez días las
necesidades de alimento del ciudadano promedio. A pesar de esta penuria
económica generalizada, los donantes no perciben remuneración alguna.
Habida cuenta de la crónica escasez de alimento, el bocadillo de queso y
el jugo aguado que reciben resulta un estímulo suficiente para inducir a
muchos de ellos a donar sangre.
Pero el Estado también dedica múltiples esfuerzos a organizar campañas
de donación de sangre a lo largo del año. La prensa y otros medios de
comunicación, todos estatales, promueven abundantemente estas campañas
nacionales, en las que se insta a cumplir determinadas cuotas. Las
donaciones de sangre voluntarias se exaltan como "un deber para salvar
las vidas" de otros ciudadanos o de víctimas de desastres en otros países.
Los médicos de familia y una extensa red de organizaciones de masas,
instituciones sanitarias y la Cruz Roja, todas controladas por el
Estado, promueven la donación de sangre. Los Comités de Defensa de la
Revolución (CDR), que cuentan con ocho millones de afiliados en un país
de 11 millones de habitantes, tienen demarcaciones territoriales a las
que se asignan cuotas anuales de donación de sangre. Los CDR distinguen
a los "buenos revolucionarios" con diplomas y medallas; en el pasado,
las recompensas comprendían televisiones, refrigeradores y otros bienes
de consumo escasos. La sangre se obtiene mediante diversos grados de
coerción en los centros de trabajo, escuelas, entre los miembros de la
policía y las fuerzas armadas, entre los jóvenes que cumplen el servicio
militar obligatorio de dos años de duración (y que suelen recibir magras
raciones de alimentos), y en las cárceles, donde es fácil encontrar a
muchos donantes hambrientos.
A determinadas personas se les convence con argumentos seudocientíficos
para que se conviertan en "donantes permanentes". Se les dice, sin base
científica alguna, que a menos que sigan donando sangre periódicamente,
van a producir un exceso de glóbulos rojos (polycythemia vera), lo que
pondría en peligro su salud. Se escogen algunos donantes entre grupos
de personas que gozan de muy buena salud y se les aplica un tratamiento
especial para que generen determinadas proteínas sanguíneas que
facilitan la producción de "plasma hiperinmune", que posteriormente será
fraccionado. Según se informa, estos donantes "permanentes" y que son
objeto de extracciones periódicas solo reciben una ración mensual de
comida algo más abundante que el común de la población.
El Gobierno realiza grandes esfuerzos para disimular su negocio de
exportación de sangre y elogia hipócritamente "la solidaridad del
pueblo". Los funcionarios del Estado le dicen a la población que "cada
donación salva tres vidas" y que su sangre se emplea en las operaciones,
las emergencias médicas y el tratamiento de enfermedades. La exportación
de sangre no se menciona nunca. Incluso las publicaciones científicas se
suman al engaño con declaraciones tan estrafalarias como esta: "En
nuestro mundo contemporáneo, unipolar y neoliberal, en el que países
como Estados Unidos defienden la donación remunerada, Cuba aparece como
un modelo de donación altruista…" (Dra. Silvia M. Melians Abreu, Dra.
Anadelis Gámez Pérez, et. al., "Problemas filosóficos y sociales de la
donación altruista de sangre", Avances, Centro de Información y Gestión
Tecnológica CIGET, Pinar del Río, vol. 5 No. 2, abril-junio 2003).
Los derechos de los donantes de sangre
La Sociedad Internacional de Transfusión de Sangre (ISTB) es la
principal sociedad profesional de ámbito internacional en la materia,
que abarca la ciencia y la medicina de la transfusión y los trasplantes.
Fundada en 1935, la ISBT congrega a más de 1.300 profesionales de más de
101 países. Su Código de Ética fue adoptado por su Asamblea General el
12 de julio de 2006 y fue enmendado en 2006. En él se estipula, entre
otros principios:
"La donación de sangre… será en todos los casos voluntaria y no
remunerada; y no se ejercerá coerción sobre el donante."
"El donante prestará su consentimiento informado para la donación de
sangre o de componentes de sangre y para el uso consiguiente (legítimo)
por parte del servicio de transfusión."
"Ni el establecimiento ni el funcionamiento de un servicio de sangre
podrán estar basados en motivos de lucro."
Desde una perspectiva ética y de salud pública, pagar o no pagar a los
donantes de sangre —en vez de confiar únicamente en donaciones
altruistas— es tema de un debate permanente. En muchos países en
desarrollo la donación de sangre todavía se paga —aunque muy poco—, y en
muchos países desarrollados las empresas lucrativas que producen PDMP
pagan a sus donantes.
En algunos países, a fin de mantener las existencias de sangre,
determinadas instalaciones médicas solicitan a los familiares de los
pacientes que donen sangre voluntariamente. Por ejemplo, en EEUU, aunque
la Cruz Roja solo recoge donaciones voluntarias, recibe pagos de los
hospitales para cubrir el costo de las tareas necesarias para acopiar la
sangre —búsqueda y examen de posibles donantes, extracción,
procesamiento, pruebas, etiquetado, almacenamiento y distribución.
Lo que queda claro es que, según los expertos en ética, el
consentimiento informado es un requisito indispensable para las
donaciones y que el donante debe recibir información acerca de los usos
posibles de su sangre, los posibles beneficiarios y los procedimientos
que entraña, entre otras, una información exacta o inequívoca acerca de
la posibilidad de su uso comercial.
Que un gobierno coordine un negocio de exportación de sangre con las
donaciones altruistas y no remuneradas de ciudadanos a los que no ha
informado, va en contra de las normas y prácticas internacionales
sólidamente asentadas y, en realidad, es un hecho insólito. Según el Dr.
Kenneth Goodman, fundador y director del Programa de Bioética de la
Universidad de Miami y de su Iniciativa Panamericana de Bioética, "es
una perversión" (entrevista realizada en Miami, el 15 de mayo de 2014).
Recomendaciones
La comunidad internacional tiene la obligación de:
Exigir al Gobierno cubano, por todos los medios disponibles, que cese
todas las prácticas coercitivas, engañosas y obligatorias en materia de
donación de sangre y que ofrezca a los donantes una compensación adecuada.
Pedir a todos los países que reciben importaciones de sangre humana u
otros materiales biológicos procedentes de Cuba que exijan pruebas del
consentimiento de los donantes y que informen a los destinatarios del
origen de esos productos.
Nombrar un equipo independiente de expertos internacionales para
investigar el sistema de donación de sangre y elaboración de PDMP de
Cuba, con el fin de asegurar que esas tareas se llevan a cabo según las
normas éticas y sanitarias y la transparencia adecuadas.
María Werlau es directora ejecutiva del proyecto Archivo Cuba.
Source: Tráfico de Estado: el negocio de exportación de sangre | Diario
de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1464876361_22806.html
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