2007-11-7
El General Raúl Castro en su discurso del 26 de Julio expuso que en Cuba
los salarios son insuficientes para poder vivir y no funciona el
principio socialista de distribución según el esfuerzo de cada
ciudadano, criterios verdaderos que hasta entonces eran negados
obstinadamente por los domesticados medios oficiales.
Trabajos de economistas vinculados al gobierno han dado a conocer que
los precios de los productos comercializados en pesos cubanos,
utilizados fundamentalmente para pagar salarios y pensiones, se
incrementaron 8,63 veces desde 1989 hasta el 2006. Sólo en ese último
año las tarifas del transporte interprovincial fueron multiplicadas por
tres y el costo del kilowatt / hora consumido fue incrementado en un
rango de 50% hasta 333,3%, de acuerdo a los niveles de consumo
eléctrico, sin mencionar las significativas elevaciones de precios en
los alimentos y otros productos y servicios
Paralelamente, las estadísticas oficiales reflejan que el salario medio
mensual era de 188 pesos en 1989 y de 387 pesos al cierre de 2006, o sea
se multiplicó por 2,1 veces. La pensión media mensual fue de 83 pesos
en 1989 y de 191,83 pesos en 2006, o sea 2,3 veces superior al año base,
aunque debe aclararse que existe una concentración elevada de
pensionados que reciben hoy el mínimo establecido de 164 pesos (1 dólar
equivale a 20 pesos cubanos). De estas cifras puede llegarse a la
conclusión de que el salario real en 2006 fue sólo un 24,0% con
respecto a 1989, y en las pensiones fue de un 27,0% aproximadamente.
Lo anterior ratifica lo expresado por el General Raúl Castro y explica
porque el salario ha dejado de ser un factor promotor del crecimiento de
la productividad y la eficiencia en Cuba. Actualmente los cubanos viven
con un alto grado de menesterosidad y con una sustancial dependencia de
factores extralaborales, como las remesas provenientes fundamentalmente
de Estados Unidos que alcanzaron 983 millones de dólares en 2006, según
estimados del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD),
agencia de Naciones Unidas. Adicionalmente, los ingresos de los cubanos
están relacionados con actividades en el mercado negro, los robos en los
centros de trabajo, las relaciones con extranjeros y otras actividades
muchas veces al margen de la ley al ser imposible buscar el sustento
mediante un trabajo decoroso. Esto ocurre en un marco de doble
circulación monetaria, donde la inmensa mayoría de los salarios y
pensiones son pagados en pesos cubanos, moneda que el propio gobierno no
acepta como pago en la mayoría de sus tiendas, que cobran en divisas.
Esta problemática será imposible de superar mediante elevaciones
unilaterales de salarios y pensiones, si no se realizan transformaciones
integrales de la sociedad cubana, que estimulen el potencial productivo.
Esta aseveración es válida no sólo para los bajos salarios y
pensiones, sino también para detener la inflación, terminar con la
perversa doble circulación monetaria, el incremento de la corrupción y
otros males que azotan la sociedad. Elevar salarios y pensiones sin
contrapartidas materiales y de servicios sería engrosar el importante
volumen financiero actualmente en circulación, superior a los 20,0 miles
de millones de pesos según algunos expertos, lo cual incidiría en
aumentos adicionales de los precios, estableciéndose un círculo vicioso
de nefastas consecuencias.
En las actuales condiciones, la opción sería ejecutar las reformas de
estructuras y conceptos, contempladas por el General Raúl Castro en su
discurso, liberadoras de las fuerzas productivas y con ello establecer
una gradual elevación de la productividad y la eficiencia.
Preferiblemente deberían iniciarse en la agricultura a través del
rescate de las ideas originales de la revolución sobre la entrega de la
tierra a quienes la trabajen. Esto podría acompañarse, en una primera
etapa, de la promoción del trabajo por cuenta propia, y la creación de
pequeñas y medianas empresas por cubanos emprendedores, con lo cual se
suprimiría la práctica de que el Estado administre pequeños comercios y
unidades de servicios, imposibles de controlar centralmente.
Si se desea que las pensiones y salarios medios mensuales superen la
triste situación actual de no alcanzar 10 y 20 dólares respectivamente,
deberán emprenderse reformas económicas graduales, que posteriormente
podrían conducir a un proceso de democratización. En las recientes
discusiones del discurso del General Raúl Castro, desarrolladas en el
Partido Comunista, centros de trabajo y otros lugares, a pesar del
miedo, muchas personas han manifestado su inconformidad con la situación
imperante y el temor de que continúe deteriorándose la economía. La
inmensa mayoría de la población se pronuncia por los cambios, sin que
ello lesione los avances obtenidos en la educación y la salud, también
deteriorados por la crisis general de casi 19 años.
Aunque existe un valioso potencial para realizar los cambios, en
especial humano, la tarea no será nada fácil. Las estructuras
productivas están destruidas por un proceso de descapitalización muy
prolongado. Además, existen fuerzas políticas poderosas opuestas a
cualquier cambio, incluidos los económicos, pues temen que sean la
antesala de transformaciones políticas que
terminen el poder absoluto que han detentado durante casi 50 años. El
inmovilismo utiliza esencialmente la coartada del enemigo externo
alimentada equivocadamente por Estados Unidos. Una ejecutoria promovida
por sectores intransigentes cubano-americanos, afortunadamente cada día
con menos apoyo en el exilio, que paulatinamente toma conciencia de
que la solución del drama nacional resulta imposible sin la
reconciliación y la tolerancia entre los cubanos.
Ciertamente, no existen absolutas garantías de que la etapa iniciada con
el discurso del General Raúl Castro y las ideas surgidas de los
recientes debates, se encaucen hacia las transformaciones necesitadas
con urgencia. De fracasar esta oportunidad, dado el descontento ya
presente y la frustración que se crearía, podría generarse un escenario
de inestabilidad social y el riesgo de caos. En este caso, todos los
cubanos saldríamos perdedores e incluso nuestros vecinos.
La Habana, 7 de Noviembre de 2007
Oscar Espinosa Chepe
eivachepe@gmail.com
Economista y Periodista Independiente
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