Por: Heriberto Portales Rodriguez
16 de enero de 2008
La Habana, Cuba - bitacoracubana.com - El establecimiento de una
economía de mercado, durante la posible etapa de transición, no se puede
suponer como un proceso de fácil realización porque hay que tener
presente la posibilidad de que dicho proceso chocaría en primer lugar,
con los obstáculos que representa conformar una economía de mercado a
partir de una centralizada socialista y en segundo lugar con la
oposición que surgiría de algunos sectores sociales a este tipo de
cambio, oposición q1ue se apoya en el desconocimiento por un lado y en
perjuicios ideológicos establecidos ya como patrones estereotipados por
el otro..
Este rechazo estaría fundamentado principalmente por la errónea idea que
se ha creado de que el sistema de producción capitalista, es un sistema
depredador, devorador del hombre, idea esta que fue fijada mediante los
manuales de Marxismo Leninismo que circularon por Cuba, y que fueron
objeto de estudio hasta más allá del año de 1989, creando con esto el
desconocimiento sobre los principios de la economía de mercado la cual
está sujeta a leyes que protegen y defienden no solo el derecho de
propiedad, sino también la libertad de comercio, la libre competencia en
la sociedad y la protección al trabajador.
Romper con este esquema del pensamiento es una tarea harto difícil que
debe ser enfrentada por el gobierno que asuma provisionalmente la
dirección y organización de la sociedad, tarea esta cuyo grado de
dificultad estará en dependencia de la voluntad y conocimientos en
cuestiones de dirección que posean las personas que integren este equipo
amén de la ayuda material y metodológica que se reciba del exterior,
para que sean capaces de montar eficientemente los mecanismos de
relación de mercado apoyado por la elaboración de un conjunto de
correctas políticas públicas.
Una de las primeras tareas que se debe acometer, es la creación de
empresas que impulsen el crecimiento económico, de forma tal, que
lleguen a convertirse en la principal fuente de desarrollo económico,
cuestión esta factible debido a la existencia de un potencial capital
humano nacional, tanto en la isla como en el exterior.
Todo esto debe contemplarse desde dos puntos de vistas convergentes uno
con el otro. Uno de ellos es el imperativo de la realización de
reformas, por parte del gobierno, en el plano jurídico, político y
social, y el otro es la estimulación para la creación de empresas
creadoras de bienes y servicios, su desarrollo, e interrelación entre
ellas y la sociedad.
Estos cuestiones son el aspecto creativo donde se desarrollaran las
relaciones empresariales, basadas en las leyes que rigen el mercado
aunque hay que reconocer que estos cambios, por si solos, no serán
capaces de crear por si solos empresas no solo rentables sino también de
alto grado de competitividad sino que también es necesario la
intervención de funciones independientes al mismo, que la interrelación
que debe existir entre los intereses individuales y los comunes,
dinamicen de tal forma La productividad de forma tal que sean capaces de
justificar el logro de altas tasas inversionistas en las diferentes
ramas económicas, minimizando el posible riesgo gracias a la supervisión
estatal del cumplimiento de las leyes establecidas y de los contratos
que se realicen entre las partes o sea en otras palabras. Actuando el
Estado como árbitro y no como director.
Otro aspecto que no se debe abandonar es la creación de fuentes de
empleos y la debida gratificación que serviría como mecanismo
estimulador de maximización de la productividad con lo que se elevaría
tanto el nivel como la calidad de vida de la población. Cuestión esta
que fuera de toda lógica, algunos aún ponen en dudas su realización
imponiendo sus criterios temeroso de que este proceso lo que haría es
retrotraer más aún los niveles de ingreso y por asociación se marcharía,
según estos timoratos, en sentido contrario a lo que es espera lograr,
sin tener en cuenta que este proceso estaría respaldado, entre otras
cosas, por´
Una revitalización de sector financiero.
Un aumento progresivo de los sectores de comercio y servicios con una
política estimuladora para la creación de las PYME.
Un restablecimiento de las leyes del mercado y el comercio para
incentivar tanto la calidad como la cantidad de los bienes y servicios
que se oferten.
Desarrollo eficiente de la aplicación de un sistema de precios en el
mercado donde los mismos sean producto de la ley de la Oferta y la Demanda.
Una replanificación y dirección del comercio exterior y las relaciones
con los organismos crediticios tanto nacionales como internacionales.
Establecimiento de las condiciones para la realización de tratados
comerciales con diferentes naciones.
Todo este paquete de medidas, es lógico suponer que de ellas surjan
otras sobre la marcha, bien implementadas traería como resultado el
establecimiento y desarrollo de la autonomía empresarial la cual estaría
preparada para ejercer el manejo de los recursos financieros y
materiales, la realización de gestión de mercado, el desarrollo
tecnológico, el establecimiento de contratos comerciales, y la política
laboral, todo esto sujeto a las leyes que estén vigentes en ese momento.
Ya, en la actualidad, es conocido las condiciones en que debe realizarse
una economía de mercado por lo que las discrepancia que han surgido
sobre este fenómeno se han reducido hasta un punto tal que las
manifestaciones de oposición solo son manejadas por aquellos que como
Don Quijote, defienden a ultranza las posibles e ignoradas ventajas que
da el establecimiento de una economía planificada, esto puede reafirmar
en cierto modo la afirmación de que el paso de una economía a otra será
un parto doloroso en extremo pero realizable, para beneficio de las
próximas generaciones.
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=6081
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