ENTREGA DE TIERRAS OCIOSAS
08-06-2010.
Elías Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Hace dos años, el régimen de Raúl Castro
empezó a desarrollar una política de entrega de tierras ociosas a
campesinos con el objetivo de aumentar la producción de alimentos y
detener la escasez crónica de estos bienes en la Isla.
Un artículo reciente en Granma de Ronald Suárez Rivas hace un balance de
esta medida. Según datos oficiales, "ya son más de 5.230 toneladas de
viandas y 4.783 de hortalizas, 4.143 toneladas de granos y unos 100.700
litros de leche, lo que se han obtenido de forma directa como
consecuencia de la puesta en actividad de tierras que, anteriormente,
habían estado sin producción.
El propio Granma reconoce que "todavía son cifras discretas, que no
alcanzan para cubrir la demanda de los mercados, ni para eliminar la
necesidad de importar alimentos imprescindibles en la mesa del cubano;
no obstante, los especialistas aseguran que es el despegue de un
movimiento que en lo sucesivo aportará mucho más". Yo creo que no. Es un
magnífico avance y me siento satisfecho de que estos nuevos
"emprendedores agrícolas cubanos" tengan éxito aunque no sea el esperado.
No me cabe la menor duda. La eficiencia productiva tiene que ser mayor
que la de las granjas del Estado, sometidas a una dirección cuartelera
que no tiene en cuenta el coste de oportunidad, ni el análisis coste
beneficio. Un buen dato lo proporcionan las autoridades.
Es asombroso que hasta mediados de 2008, cuando se pusieron en marcha
las primeras entregas de tierras en la zona de Pinar del Río, "el 43%
del área cultivable —en manos de varias empresas estatales, Unidades
Básicas de Producción Cooperativa y organismos a los cuales se les
asignó tierra en algún momento— permanecía sin cultivar".
En total 93.170 hectáreas. Esta desidia, abandono e ineficiencia definen
el modelo productivo comunista y colectivista que los hermanos Castro
idearon para su revolución en Cuba, y 50 años más tarde, la presión de
los acontecimientos, les han obligado a plantear soluciones parciales a
fin de paliar la grave escasez del sistema productivo.
La entrega de tierras en Pinar del Río alcanza ya 55.980 hectáreas, y se
han realizado importantes trabajos de desmonte del marabú y la maleza
que asolaban los campos, para cultivar tabaco, arroz o dedicar la tierra
al ganado. En total 7.942 campesinos puedan ahora dedicarse a la
agricultura y la ganadería, y es sorprendente observar que de esa cifra,
6.894 nunca antes habían trabajado en el campo, lo que supone un retorno
de la población activa hacia la agricultura ante las perspectivas
favorables que se abren para la misma.
Además, estos pioneros de la nueva agricultura tienen una extraordinaria
capacidad para innovar e introducir productos que la desidia del régimen
había apartado de la canasta de consumo de los cubanos, como mango,
aguacate, frutabomba, guayaba, marañón, mamey, chirimoya, anón y de
plantas ornamentales, y también se afirma que los rendimientos obtenidos
en poco más de dos años han servido para que muchos de estos nuevos
agricultores hayan podido devolver los créditos que tuvieron que
solicitar para realizar las inversiones iniciales, y lo que es más
importante, están contratando trabajadores con salarios medios
superiores a 600 pesos. Niveles de salarios de esta magnitud, en un país
con sueldos medios de 200 pesos, van a suponer un atractivo para mucha
gente.
Sin embargo, a pesar de que parece que se ha descubierto la piedra
filosofal de la riqueza, el régimen comunista sigue haciendo de las
suyas, y muchos de estos nuevos agricultores no ocultan sus quejas sobre
"las demoras en la tramitación de los expedientes, convenios cancelados
por indisciplinas y reticencia de algunas entidades para desprenderse de
sus tierras —a pesar de no utilizarlas—", Todo lo cual confirma que la
arbitrariedad comunista ha pasado a adueñarse del proceso de
recuperación de tierras abandonadas y que la burocracia del partido
único, incompetente e ineficiente, no hace más que jugar con los
contratos de usufructo de tierras para someter y convertir en esclavos a
los nuevos agricultores.
A pesar de ello, tengo motivos para ser optimista. Siempre. Cada vez que
el sistema comunista se mueva hacia atrás, Cuba irá a mejor. Ensayos de
estas características en el vetusto sistema comunista e intervencionista
de los hermanos Castro muestran que existe una amplia base social de
ciudadanos que aspiran a tener libertad económica, libertad social y
libertad política que, para los liberales, van estrechamente unidas.
El que más de 400 personas se hayan interesado por obtener nuevas
tierras por medio de esta fórmula confirma que en Cuba existe una buena
simiente para el futuro de la economía del país, a pesar de la torpeza
del comunismo en la gestión de los asuntos económicos.
Esa generación de cubanos que aspira a un trozo de tierra para sentirse
libres de producir lo que pueden obtener con sus manos, con su esfuerzo,
con su ahorro, con su capacidad para llegar hasta donde les permitan sus
posibilidades, que capean a la burocracia comunista, que devuelven los
créditos y que contratan a otros ciudadanos y pagan salarios magníficos,
son la mejor carta de presentación de un futuro democrático en Cuba.
Por supuesto que todo ello podría verse potenciado con un nuevo régimen
de propiedad de la tierra, basado en el respeto a los derechos de
propiedad, la posibilidad de aumentar la dimensión de los campos en
cultivo, la posibilidad de asociación entre propietarios independientes
por medio de fórmulas de empresa privada con acciones, y no sólo
cooperativas, la posibilidad de admitir la entrada de capital
extranjero, abonos, fitosanitarios, tecnología y know how. Todo eso
sería necesario y cuanto más tarden las autoridades en darse cuenta, peor.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=28236
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