22-07-2011.
Elías Amor Bravo
(www.miscelaneasdecuba.net).- Un interesante artículo publicado en
Granma, titulado "Ubicar a los jóvenes donde el país más los necesite" y
escrito por Olga Díaz, describe las acciones que el régimen castrista ha
decidido poner en marcha para orientar laboralmente a los recién
graduados de los centros superiores del país.
No me cabe la menor duda que el problema de la formación de los
trabajadores cubanos es una cuestión fundamental que se debe analizar
sin la demagogia castrista asociada a la idea de los "logros de la
revolución". Es un problema fundamental que plantea retos, no sólo al
régimen a corto plazo, sino al futuro sistema democrático que tendrá que
hacer grandes esfuerzos para rentabilizar al máximo los recursos que se
destinan a estas actividades, fundamentales para que un país supere las
lacras del subdesarrollo.
Para un sistema político acostumbrado a trabajar en un entorno de
planificación centralizada, en la que todas las decisiones que afectan a
la vida de las personas, siendo la educación para el empleo una de las
más relevantes, este tipo de cuestiones no deben resultar novedosas.
Por otra parte, la denominada "revolución" convirtió la educación en uno
de sus "logros" produciendo resultados asombrosos como la ratio de
médicos por habitante más elevada del mundo, o la existencia de un
ejército de educadores cuyo intercambio por petróleo para el régimen
chavista, ha permitido al castrismo contar con recursos financieros para
afrontar la crisis estructural de su sistema económico.
Por lo tanto, no estamos hablando de cuestiones sin relevancia. Los
presupuestos destinados a una educación controlada por el estado, en la
que las vocaciones se encontraban truncadas cuando se percibía una
distancia ideológica o el no cumplimiento de las directrices del
partido, han alcanzado porcentajes muy elevados del gasto público, y
subsisten dudas sobre la eficacia del mismo.
Un ejemplo, es el asunto de la ubicación laboral de los recién
graduados, tanto de los centros politécnicos del Ministerio de Educación
(MINED) como de la enseñanza superior, cuestión abordada en el artículo
de Granma al que hacemos referencia.
En la década de los años 60, el régimen castrista ideó un sistema
educativo en el que los niños al empezar la enseñanza secundaria, y ante
la eventual llegada de la edad militar, se encontraban con una opción
profesional predeterminada, que suponía, en muchos casos, una decisión
ajena al núcleo familiar o la vocación de la persona.
Combinando la escuela al campo con otros instrumentos de adoctrinamiento
como los trabajos voluntarios, o los denominadas "becas", cuyo análisis
podríamos dejar para otro trabajo, el estudiante se encontraba inmerso
desde tempranas edades en un camino de una dirección y sentido únicos:
pionero, joven comunista, etc, del que resultaba muy difícil, y poco
conveniente, escapar. Los que lo hacían, eran condenados al ostracismo,
o se les privaba el acceso a las mejores profesiones.
La llegada del período especial primero, y de la gran crisis estructural
de la economía a comienzos de este siglo, puso en tela de juicio ese
modelo, sobre todo cuando médicos o ingenieros, se encontraban
percibiendo unos sueldos equivalentes a 20 euros mensuales, sin que
ideas, creatividad, eficacia o calidad del trabajo recibieran la
adecuada recompensa. En cualquier hotel, restaurante o conduciendo
rastras o vehículos de turismo, se podrían obtener ingresos muy
superiores, sin apenas educación o formación.
Consecuencia, el arma de dominio del régimen por la vía del
aseguramiento de los estudios dejó de ser atractiva para muchos jóvenes
cubanos, y comenzó el abandono escolar temprano, el fracaso escolar, y
otra serie de problemas desconocidos hasta entonces. Problemas que han
ido a más, y que obligan a las autoridades a tomar cartas en el asunto.
Ahora el sistema de planificación quiere poner a los jóvenes en aquellas
tareas que tienen una mayor demanda en los sectores de la producción y
los servicios. Es decir, se acabó lo de producir médicos o maestros a lo
loco, y se empieza a pensar en atender las enormes lagunas existentes
entre cualificación y demanda de trabajo.
La idea de situar a los "jóvenes en correspondencia con las necesidades
y prioridades económicas y sociales del país, teniendo en cuenta, por
supuesto, las normativas vigentes que regulan el cumplimiento del
servicio social y el adiestramiento laboral como parte de este" es muy
correcta a nivel teórico. El problema como todo lo que sucede en el
régimen castrista es su implementación.
Un problema sigue siendo el mecanismo de asignación de estudiantes a las
distintas especialidades.
Como todo lo planificado, creo que es contraproducente concentrar los
esfuerzos de orientación en aquellos graduados que no pueden ser
ubicados en la especialidad que desean. Es evidente que existe un
desajuste entre demanda social y demanda del tejido productivo, y en esa
cuestión, la planificación central no produce los mejores resultados.
Tal vez, la entrada de operadores privados en este mercado podría
mejorar notablemente el balance final. Es cuestión de probar.
Otro problema es el servicio social ¿A quién en su sano juicio se le
ocurre seguir exigiendo servicios sociales a los graduados, llegando a
la inhabilitación para el ejercicio profesional si no se incorporan a
esa actividad? Si el graduado se tiene que adaptar en su práctica
profesional al tejido productivo, ¿no sería más conveniente suprimir esa
primera etapa de servicios sociales, que muchas veces, casi siempre, no
guarda relación con el cometido principal? Esta es otra cuestión a
revisar en profundidad.
Se tiene la sensación de que el régimen quiere introducir en la
formación de los egresados un componente de formación dual que mucho
tiene que ver con el modelo alemán, así las figuras del plan individual
de adiestramiento laboral o del tutor en el centro laboral tienen mucho
que ver con ese modelo. Pero hasta ahí, la cuestión es que la eficacia
de este modelo consiste en que las prácticas se realicen en empresas en
un entorno real, y mucho me temo que no es ésta la idea de los
responsables educativos del castrismo.
No me cabe la menor duda, a tenor de lo expuesto, que en sistemas de
planificación central asfixiante, este tipo de acciones no suele dar los
resultados esperados, y seguirán existiendo jóvenes cubanos que
prefieran las opciones laborales en el sector hotelero a los puestos que
les ofrece el estado, muchos médicos y profesionales seguirán optando a
la salida al extranjero como única vía de desarrollo profesional, y el
sistema continuará devorándose a sí mismo, sin mejorar la eficacia de su
funcionamiento.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=33038
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