¿Qué queda del embargo?
[22-09-2015 23:48:07]
Elías Amor
Economista
(www.miscelaneasdecuba.net).- Aprovechando la visita del Papa a Cuba, la
Administración Obama ha querido dar pasos decisivos para derribar el
embargo comercial de Estados Unidos, vigente durante medio siglo. Ha
elegido un buen momento. Incluso, algunos analistas han señalado que la
posible decisión de Estados Unidos de no oponerse a una posible condena
de Naciones Unidas, durante la próxima Asamblea de principios de
octubre, sería un poderoso argumento para reforzar las últimas medidas
liberalizadoras que entraron en vigor el pasado lunes 21 de septiembre.
En La Habana, hay malestar.
Conviene tener presente que las leyes que sustentan el llamado embargo
de EEUU al régimen castrista pertenecen al ámbito parlamentario, y por
tanto, de la mayoría Republicana en el Congreso, poco favorable a las
tesis del presidente. Sin embargo, a la vista de lo sucedido, parece que
la diplomacia de Obama está convencida de la necesidad de suprimir las
históricas prohibiciones a la isla, un guión liberalizador que continúa
a la espera de que el régimen haga lo suyo, con algún gesto de apertura.
Si la diplomacia norteamericana en el seno de la Asamblea de Naciones
Unidas apostara por rechazar una nueva iniciativa de condena del
embargo, por medio de la abstención, aprovechando la anunciada visita de
Raúl Castro a la sede de esta organización, estaríamos sin duda ante un
escenario nuevo en el deshielo en las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos, que tuvo su primer desarrollo con la reapertura de ambas
embajadas en Washington y La Habana.
El paquete liberalizador aprobado por el gobierno de Obama es aún más
ambicioso que el adoptado durante el pasado mes de enero. A partir de ya
mismo, ciertas empresas norteamericanas podrán iniciar negocios en Cuba,
en sectores que incluyen los servicios empresariales, los viajes, las
telecomunicaciones, la banca y las remesas; se han retirado los límites
a las remesas de dinero enviadas a la isla; igualmente se ha autorizado
a familiares de cubanos a viajar a la isla con mayor libertad; también
la contratación de cubanos por parte de empresas tecnológicas
estadounidenses en el desarrollo de aplicaciones para móviles. Primera
vez que esto ocurre desde los años 60.
Algunos analistas como el presidente del Consejo Económico y Comercial
Estados Unidos-Cuba, John S. Kavulich, destacan que "con estas nuevas
medidas se ha neutralizado un 40% del embargo". Sin embargo, han
recibido duras críticas de los republicanos, y en especial del aspirante
a la carrera presidencial. hijo de cubanos, Marco Rubio, quien ha
señalado que no sólo perjudican a la causa de una Cuba libre, sino que
plantean serias dudas sobre la legalidad de algunas de las regulaciones
de la Administración Obama.
En cualquier caso, al lanzar la piedra sobre el tejado de los Castro,
las medidas del gobierno de Obama vuelven a poner presión sobre la
dictadura comunista, cuyo régimen continúa enrocado, sin mover ficha, a
pesar de las opciones que el nuevo entorno le permiten. Ahora debe ser
el régimen quien autorice la concreción de las nuevas medidas, y dado el
control absoluto que se ejerce sobre la economía no parece que se vayan
a producir cambios significativos.
Desde hace tiempo, los Castro desconfían de una relación fuerte y
abierta entre Estados Unidos y Cuba. Saben que ello tiene un potencial
muy poderoso para derribar los obstáculos creados por el régimen para
conseguir su supervivencia. Por ello, a pesar de la voluntad del
gobierno Obama por normalizar las relaciones, el régimen se resiste y
busca en la propaganda los instrumentos necesarios para ganar una
batalla que ya tiene perdida.
Porque la realidad es que cuanto más tarden en aceptar que han perdido y
en la medida que retrasen lo inevitable, y absolutamente necesario, que
es el regreso de Cuba a la sociedad occidental, más dura y difícil será
la caída de este régimen y más problemática la transición a la
democracia. Al tiempo, son muchos los que empiezan a pensar que todo el
esfuerzo de Obama por normalizar las relaciones económicas, no encuentra
respuesta en los Castro, que se reservan siempre la última palabra, en
un ejercicio poco democrático de diálogo y negociación.
La sorpresa no tardó en saltar.
El diario Granma, periódico oficialista del único partido autorizado en
la Isla, calificó con un tono de cierto desprecio, de "novedoso" el
permiso a empresas de EEUU para abrir oficinas en la Isla, al tiempo que
mostraba sus duda sobre la viabilidad.,y calificó de "mínimas e
insuficientes" las medidas.
Ciertamente, nadie en la administración Obama esperaba una reacción de
este calibre. Granma lamentó que "las medidas están enfocadas en
sectores específicos, y no en beneficio de toda la sociedad, con un
evidente objetivo político" al tiempo que señaló que permanecen intactos
los principales "obstáculos". En este sentido, subrayó que "el uso del
dólar en las transacciones internacionales continúa bloqueado para Cuba,
aunque se sobreentiende que será posible utilizarlo en los intercambios
bilaterales". Sin duda, la parte más sensible de la Ley.
Granma aprovechó igualmente para denunciar que "nuestro país continúa
sometido a una medida discriminatoria respecto a la principal divisa
internacional y se ve obligado a gastar cuantiosas sumas en cambios de
divisas para las compras internacionales", y al mismo tiempo, criticó
que sigan "totalmente cerradas las posibilidades de acceso a créditos
privados para comerciar con Estados Unidos, obligando al pago por
adelantado y en efectivo, unas condiciones que no tienen referentes en
el mundo de los negocios del siglo XXI".
En un ejercicio de funambulismo político, el periódico del régimen
calificó las medidas como carentes de reciprocidad, insistiendo que, por
ejemplo, "se limitan casi por completo las exportaciones cubanas a
Estados Unidos y no se permite que las entidades y empresas cubanas
puedan abrir cuentas en bancos estadounidenses, ni abrir oficinas, como
se ha aprobado en la dirección contraria".
El artículo añadió que "también existe un desconocimiento del
ordenamiento interno del país y no se abren posibilidades para que las
empresas de propiedad social en Cuba, que constituyen la base de la
economía nacional y en las que trabaja el mayor por ciento de
ciudadanos, participen en los espacios abiertos en la nueva política".
Según Granma, "todo parece indicar que el ambiente derivado de la
política de bloqueo no ofrece las garantías suficientes a las
instituciones financieras norteamericanas para involucrarse en este
negocio" y señaló igualmente que "también pesan en ese sentido las
millonarias multas impuestas a varios bancos internacionales y la carga
burocrática que implica cumplir con las regulaciones norteamericanas
respecto a Cuba".
Finalmente, el periódico calificó de "área novedosa pero de aplicación
poco clara, dadas las limitaciones del bloqueo y las características del
ordenamiento interno cubano", la posibilidad de abrir representaciones
físicas de instituciones y empresas estadounidenses en Cuba.
Esta reacción de Granma ha venido a poner de manifiesto que el camino
está todavía muy lejos de haber alcanzado el final. Las autoridades de
La Habana, sobre todo el sector más duro del régimen, están convencidos
que las medidas de Obama pueden hacer daño.
La secretaria de Comercio, Penny Pritzker ha contribuido al debate con
sus declaraciones, al señalar que "estas regulaciones están destinadas a
apoyar al sector privado cubano emergente (y) tienen el potencial de
estimular reformas económicas en el país largamente pendientes". En la
misma línea se posicionó, el secretario del Tesoro, Jacob Lew, señalando
que "al relajar más las sanciones, EE UU está ayudando a apoyar al
pueblo cubano en sus esfuerzos para lograr la libertad política y
económica necesaria para construir una Cuba democrática, próspera y
estable". Finalmente, James Williams, que dirige Engage Cuba, una
organización de empresas y asociaciones que abogan por poner fin al
embargo contra la isla indicó que estas medidas "ayudan a apoyar al
pueblo cubano y a promover los intereses de EE UU". Aspectos que,
evidentemente, no son de interés para el régimen castrista, que ve con
recelo un auge de la sociedad civil que suponga una pérdida del control
que mantienen sobre la población.
Todo ello, eso sí, dentro siempre de los límites del embargo impuesto
desde hace más de medio siglo contra la isla, y cuyo levantamiento total
solo puede decidirlo un Congreso que hasta ahora no ha dado este paso.
Aun así, según el Consejo Económico Cuba-EEUU, se trata de los "cambios
más profundos en materia de comercio e inversiones entre EE UU y Cuba en
décadas".
Los viajes, el comercio, las actividades financieras, las remesas, los
transportes, las telecomunicaciones e internet son la avanzadilla de la
presencia de EEUU en la isla que los Castro temen. Ningún otro país del
mundo con los que comercia el régimen castrista de forma habitual,
Canadá, España, Francia, Italia, la misma Venezuela, pueden tener un
impacto tan determinante sobre la organización económica de la Isla,
como Estados Unidos. Al final, se cumplen nuevamente las previsiones del
gran Arango y Parreño que en pleno siglo XVIII y bajo el dominio
colonial español, siempre tuvo claro que el horizonte económico de Cuba
estaba en aquellas colonias que iniciaban su vida independiente de
Inglaterra. La historia se repite. Esta vez, si cabe, más aún.
Source: ¿Qué queda del embargo? - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5601cc973a682e1618e83240#.VgKN9Pmqqko
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment