Los Castro, Obama y el VII Congreso
JORGE A. SANGUINETTY | Miami | 26 Abr 2016 - 11:25 am.
Sin duda había muchas razones para esperar que de este Congreso emanaran
algunas decisiones importantes. Una de ellas tiene que ver con el hecho
de que los "Lineamientos" de política, emitidos en el VI Congreso, están
lejos de haberse cumplido. Las deliberaciones que se esperaban sobre
este tema no sucedieron.
Una segunda razón se basa en la iniciativa sobre la normalización de
relaciones Cuba-EEUU del presidente Barack Obama, y cómo el Gobierno
cubano y el Partido Comunista responderían. Sobre esto lo más destacado
que sucedió fueron las intervenciones del canciller Bruno Rodríguez,
criticando el discurso de Obama durante su visita en La Habana, y la de
Fidel Castro advirtiendo de los peligros de contemporizar con lo que
sigue siendo el enemigo.
Una tercera razón consiste en la situación económica del país, que no da
muestras de mejorar para la gran mayoría de los cubanos y que está
directamente ligada con lo que parece ser una parálisis en la
implementación de los Lineamientos.
Finalmente, una cuarta razón es saber qué medidas podían esperarse en
Cuba para estimular la inversión extranjera y además darle alguna
holgura a la micro y muy pequeña empresa doméstica. En este frente el
resultado más positivo del Congreso fue el reconocimiento de la hasta
ahora prohibida palabra "privado" por parte de Raúl Castro, refiriéndose
al sector "no estatal". Los inversionistas que esperaban resultados más
sustantivos quedaron decepcionados.
Obama y Fidel Castro versus los Lineamientos
Como es costumbre en el análisis de los misteriosos comportamientos de
gobiernos como el cubano, hay que estudiar estas situaciones con lo poco
que se sabe y con lo mucho que no se sabe pero se sospecha, con la
cautela correspondiente. En el caso de esta presumiblemente importante
reunión del PCC lo más significativo que sucedió sobre la economía fue
una reafirmación de más de lo mismo en las palabras de Raúl Castro: no
se permitirá la acumulación personal de riqueza o propiedades y el
sector estatal de la economía seguirá siendo el predominante. Pero la
presencia e intervención de Fidel Castro puede interpretarse como un
intento de minimizar las reformas del hermano, además de evitar las
sorpresas que puedan derivarse de la normalización de relaciones con EEUU.
Después de todo, los riesgos de la implementación de los Lineamientos
interaccionan con los riesgos de la normalización y pueden multiplicarse
recíprocamente. La incompetencia de Fidel Castro en el manejo de la
economía no debe impedirnos evaluar su bien conocida intuición para
percibir temprano cualquier peligro que amenace su poder absoluto.
Efectivamente, la iniciativa de Obama del 17 de diciembre de 2014
introdujo un cambio de juego en el marco estratégico en que se
formularon originalmente los Lineamientos. Los mismos fueron diseñados
más de tres años antes bajo una hipótesis de trabajo que mantenía el
status quo entre los dos países. De pronto, el cambio de juego que
plantea Obama con su iniciativa necesariamente les crea a los hermanos
Castro un nuevo escenario con gran incertidumbre en sus relaciones
domésticas e internacionales y con el potencial de alterar el balance de
poder interno en Cuba.
Estos temores se han puesto de manifiesto mediante las reacciones
agresivas ya mencionadas de Bruno Rodríguez y de Fidel Castro a las
iniciativas de Obama. Nótese que tales manifestaciones no han sido
compartidas o secundadas por Raúl Castro, lo que hace pensar que la
parálisis en la implementación de los Lineamientos y la falta de
discusión de los mismos en el Congreso es obra de su hermano Fidel. Esto
sugiere que el PCC sigue sin tener poder suficiente sobre el máximo
líder y que el mismo todavía tiene influencia en la determinación del
rumbo que siga el país.
Debemos tener en cuenta que desde 1959 hasta el 17D los Castro han
mantenido un sistema en equilibrio totalitario, solo puesto en peligro
una vez debido al shock generado por la desintegración del bloque
soviético. Lo que ha hecho Obama, persiguiendo primordialmente los
intereses nacionales de EEUU, es cambiar el tablero y la posición de las
piezas, algo a lo que los Castro no están acostumbrados. La aparición de
Fidel Castro en el Congreso, haciéndole sombra al hermano, puede
interpretarse como una muestra de falta de confianza del primero en la
capacidad del segundo de manejar una situación de mucha más complejidad
que la que prevaleció en Cuba en los años de inamovilidad hasta 17D.
Obama antes de tiempo
De aquí se desprende que la visita de Obama y especialmente su discurso
en Cuba pueden haber sido prematuros (desde el punto de vista de los
objetivos declarados oficialmente por EEUU) y haya descarrilado el
proceso de normalización. No se puede descartar que la prisa de Obama en
anotarse una victoria de política exterior antes del fin de su mandato
haya hecho reflexionar y reevaluar a los Castro sobre los costos y
beneficios de, primero, los términos de la normalización y, segundo, los
peligros y consecuencias de un Congreso donde se pudieran discutir
abiertamente problemas tan significativos que pueden acabar destapando
la temida caja de Pandora.
Tengamos en cuenta que por muy leales al castrismo que sean los
asistentes al VII Congreso o por muy marginado y poco significante que
haya estado el PCC, el mismo está poblado por seres pensantes con
intereses y preocupaciones personales que, independientemente de cuáles
sean sus valores morales, lealtades políticas o preferencias ideológicas
tienen que percatarse de las incongruencias y contradicciones que están
observando en la dirigencia y en el país como un todo.
Por lo tanto, es razonable pensar que este congreso ha dejado una estela
de desazón y confusión en aquella parte de la ciudadanía que está más al
tanto de las cuestiones de Estado, entre ellos los nuevos empresarios,
los observadores e inversionistas extranjeros y muy especialmente los
miembros del PCC. Esto último es consecuente con la reducción numérica
de la membresía en el Partido, que se ha mencionado pero no explicado. O
sea, la desesperanza en cuanto al futuro de Cuba no está limitada a las
ciudadanos no militantes, sino que debe presumirse que afecta por igual
a los miembros del PCC y del Gobierno, a los militares y puede que
también a los supuestos sucesores o herederos del castrismo, incluyendo
a los familiares.
A ninguno de estos grupos se les puede escapar la presencia cotidiana de
los derrumbes de edificios por falta de mantenimiento, el continuo
deterioro de la infraestructura en toda la Isla y el estado de
inestabilidad y crisis económica permanente. Tampoco se les puede
escapar que por más de medio siglo los Castro ya han dado innumerables
muestras de su incapacidad y falta de voluntad para sacar a Cuba de este
atolladero. Mantener su poder es mucho más importante que el bienestar
de los cubanos. Y con el pretexto de socializar al país lo privatizaron
para ellos. En la práctica, los congresos del PCC han servido para
distraer al país y sus propios militantes de esta realidad, y el séptimo
tiende a confirmarlo.
Source: Los Castro, Obama y el VII Congreso | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1461666312_21938.html
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