Economía cubana: ¡Menos mal que está planificada!
Es imposible culpar al embargo de EEUU por la ineficiencia que reina en
la Isla
Viernes, junio 24, 2016 | Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba.- Los espacios noticiosos televisivos, hace pocos días,
dieron cuenta de un abultado tonelaje de mercancías inexplicablemente
empantanados en los almacenes del puerto de La Habana, con graves
consecuencias para las dinámicas económicas internas.
Según da cuenta el reportaje del noticiero estelar de la televisión
nacional, por más de cincuenta días decenas de toneladas de arroz y de
urea han permanecido en los almacenes sin que las entidades encargadas
de transportarlas hagan acto de presencia para cumplir su cometido. Tan
grave resulta el asunto que el arroz, renglón fundamental de la
alimentación diaria en Cuba, ya está siendo atacado por plagas, y la
urea espera para llegar a los campos de cultivo que debe fertilizar.
Como consecuencias agregadas al retraso, los operarios del puerto han
dejado de cobrar sus jornales y el gobierno cubano debe abonar siete mil
dólares diarios por sobreestadía de los barcos, que no pueden completar
sus operaciones de descarga debido a la congestión en los almacenes.
Los que peinamos canas diríamos que no funciona la "cadena
puerto-transporte-economía-interna", esa denominación grandilocuente del
normal trasiego de mercancías importadas, muy usada décadas atrás, y que
hace tiempo cayó en desuso.
Ante la indagación de los periodistas, los directivos responsables de
las empresas de transporte encargadas dieron cuenta de las enormes
dificultades y carencias logísticas que impiden el cumplimiento de su
importante cometido. Baja disponibilidad y mal estado técnico de los
vehículos de carga fueron las razones esgrimidas para explicar tan
ineficiente gestión.
Las autoridades cubanas culpan al embargo norteamericano de todas las
carencias, insuficiencias y dificultades de la maltrecha y siempre
ineficiente economía cubana. Esas mismas autoridades, después de más de
medio siglo de destruir las potencialidades económicas y las esperanzas
del pueblo cubano, ahora prometen un socialismo próspero y sostenible;
aunque para el año 2030, exactamente setenta y un años después de llegar
al poder.
Sin embargo, ni todas las medidas, leyes y supuestos diseños de agresión
provenientes de los vecinos del norte podrían lograr generar tamaña
incapacidad para dar fluidez al sistema de transportación, ubicación y
distribución de mercancías vitales para los procesos productivos o la
economía familiar. De hecho, fenómenos como los incumplimientos de los
convenios de pago y de transportación con los productores agrícolas o la
insoluble cadena de impagos entre las empresas no se originan en las
codificaciones del Congreso norteamericano.
Por otra parte, está por ver cómo se puede construir alguna forma de
prosperidad sostenible cuando el monopolio hegemónico se decanta en la
más rampante inviabilidad de una economía que malvive de fracaso en
fracaso, de absurdo en absurdo, como este de los almacenes abarrotados,
con sus nefastas consecuencias.
No puedo ahora menos que recordar cómo en la primavera del año 2012
directivos y atletas se quejaban en ese mismo noticiario televisivo por
ver, después de cinco meses de concluidos los Juegos Panamericanos de
Guadalajara, México (octubre 2011), cómo en las naves del puerto
habanero dormían el sueño de los justos las pértigas y los botes con que
saltadores y remeros debían entrenar y participar en los –para ese
entonces– inminentes Juegos Olímpicos de Londres 2012, a pesar de que
entre el lugar de entrenamiento de los atletas perjudicados y el puerto
de La Habana mediaban pocos kilómetros de distancia.
Lo grave del asunto es que todo esto no sucede en una de las economías
neoliberales tan persistentemente criticadas por los gobernantes de La
Habana, guiadas, según aseguran ellos, por las leyes ciegas del mercado
o por egoístas intereses corporativos. Todo esto sucede, por el
contrario, en los marcos de lo que el alto liderazgo define como
economía planificada, en la cual un bando de burócratas, tal vez no muy
capaces técnica y científicamente, pero sí confiables y fieles
políticamente, definen y diseñan cada paso del devenir productivo o
comercial, de la distribución y el consumo.
Tan publicitada planificación nunca cumple los programas ni cubre las
necesidades, no ha impedido el enorme retraso tecnológico ni la
galopante corrupción que hace metástasis en los más insólitos rincones
de la sociedad cubana. La planificación socialista no ha impedido el
colapso de renglones tradicionales como las producciones de azúcar y
café, no ha podido impedir la pérdida del gusto arquitectónico, la
calidad final de las construcciones o la cultura del trabajo. De nada de
eso se puede culpar a supuestas agresiones externas.
No podemos calcular hasta cuándo languidecerán el arroz y la urea en los
húmedos almacenes del puerto de La Habana, lo que sí es seguro es la
reiteración recurrente de desastres como este, sin que los periodistas
del noticiario de las 8:00 p.m. se atrevan a buscar las causas
estructurales y señalar los verdaderos culpables de tanta degradación y
tanta mentira.
montesinos3788@gmail.com
Source: Economía cubana: ¡Menos mal que está planificada! | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/economia-cubana-menos-mal-que-esta-planificada/
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