¿Llegarán alguna vez?
1 noviembre, 2016 5:21 pm por Eduardo Martínez Rodríguez
El Cerro, La Habana, Emaro, (PD) Hace unos días me trasladé hasta un
pequeño negocio privado donde se fabrican juntas de todo tipo para
reparar motores de automóviles. Pero estaba cerrado. Era sábado.
Generalmente es los fines de semana cuando más se vende. Pero estaba
cerrado. Un muchachito en la puerta me informó: "Trabajan de lunes a
viernes, de ocho a cuatro de la tarde". No pude más que sonreírme. El
efecto burócrata se les ha pegado. Son éstos horarios de trabajo cuando
todos están ocupados en sus tareas específicas y no pueden hacer otra
cosa como ir a ese lugar, mucho más ahora con los recortes de
combustibles, la instalación de chismosos GPS y las persecuciones a los
choferes estatales. Así funciona todo en esta muy ineficiente nación:
solo en horarios de oficina. Por supuesto, no pude adquirir nada.
Caminando por Primelles y Vía Blanca pasé por la antigua agencia Peugeot
y me acerqué al gran salón donde venden automóviles y motos. Han
cambiado los cristales del lugar por otros nevados, como espejos y no se
puede ver bien hacia adentro. Hay que entrar o pegar el rostro al frio
vidrio. Cuando me dispuse a entrar, estaba cerrado. El custodio tuvo a
bien informarme que "no estaban vendiendo autos a particulares, solo al
Estado". Dentro del salón tan solo se mostraban dos autos chinos nuevos
modelo CK. No se podía distinguir el precio desde afuera. No había
motos. El salón parecía desierto, muy desaprovechado. La Peugeot parece
haberse retirado del superlucrativo negocio de vender un coche a cien
veces su valor real, como lo pretendió hacer este gobierno. Parece que
les dio vergüenza la estafa oficial y se negaron a participar.
Volví a pasar por el Parque de Palatino, donde se ha conectado una
antena para ofrecer el servicio de WiFi al área del parque, el cual
acomodaron un poquito y chapearon la mala yerba. Se veía a muy pocas
personas utilizando el servicio y la inmensa mayoría con teléfonos. Casi
nunca se ven laptops o tablets pues somos pocos quienes las poseemos y
estas tienen que tener buenas baterías, lo cual también es muy difícil
de conseguir (no se venden en ninguna parte). Cómo en Cuba casi nadie
tiene baterías en buen estado y no hay dónde conectarlas a un enchufe de
corriente, no se pueden utilizar en los descampados.
Estas nuevas zonas muy pequeñitas de WiFi fueron anunciadas para
inaugurar el día 30 de septiembre, pero aunque ya algunas funcionan, no
han sido informadas aún al gran público. Ya se encontraban allí
avispados muchachos ofertando tarjetas de recarga a Internet con un 50%
de sobreprecio. Para adquirir en buena ley estas tarjetas hay que
trasladarse a escasos, complicados y alejados centros de servicios de
ETECSA, hacer una cola de horas y tener suerte de que el sistema de
ventas esté funcionando y conectado. Te venden un máximo de cinco
tarjetas, aunque puedes recargar directamente tu cuenta con una de las
funcionarias encargadas.
Alrededor del bonito y antiguo parque de Palatino no existe ni siquiera
una cafetería para tomarse un refresco mientras se chatea, por ejemplo.
Que se conozca, en Cuba solo existe un pequeño salón en la ciudad de
Camagüey con apenas algunas mesas y una treintena de plazas para
conectarse al WiFi e Internet. Este salón tiene aire acondicionado y
cafetería con elegantes camareras. Por supuesto, son servicios que hay
que pagar aparte. Esto podría ser un negocio privado pero aparentemente
nadie lo intenta pues no está permitido legalmente. Además se requeriría
de alguna fuente de financiamiento que nuestros bancos no ofertan para nada.
Lo que sucede en cambio es que los residentes en la zona privilegiada
con este servicio (generalmente muy pequeña, con una única antena con
alcance para tan solo unos cien metros lineales) comienzan a alquilar
partes de las viviendas para generar estas pequeñas salas clandestinas
de navegación en Internet donde se oferta de todo por un buen precio.
Otros incrementan los precios de ventas de viviendas que ya estaban
probablemente en oferta o se les ocurre súbitamente la idea ante el
lucrativo negocio.
Algunos muy avispados y calificados empresarios, generalmente jóvenes
graduados de la UCI, rentan espacios habitacionales para montar sus
eficientes negocios de software u otras cosas con acceso a la red 24/7.
El Estado continúa a paso de hormiguita cuando pudiera hacer muchísimo
más sin invertir o gastar un centavo. Por ejemplo: En las ya conocidas y
escasas salas de navegación por cable, donde no se puede utilizar el
clic derecho de los mouses como medida de seguridad, podrían acomodar
más máquinas con mejores tecnologías. Las de ETECSA aún emplean el ya
obsoleto y descontinuado sistema operativo XP. Estas salas generalmente
solo trabajan unas ocho o diez horas y cierran por el resto del día. Las
máquinas podrían continuar trabajando las 24 horas con tan solo la
presencia de algún custodio y generarían muchísimo más efectivo (dos CUC
la hora cada terminal o PC). Se evitarían las colas al sol o intemperie
de quienes necesitan navegar o realizar otras gestiones. Uno podría
administrar mejor su tiempo y no disponer tan solo del consabido tiempo
de oficina.
Algo totalmente absurdo que nuestro monstruo monopolio del mal servicio
para las comunicaciones y otras cosas, ETECSA inexplicablemente mantiene
es que usted, cuando se acerca a una zona de WiFi con una laptop o
tablet que no tenga teléfono, pero sí conexión a este servicio de
Internet, no puede acceder a las cuentas de correo Nauta que
generalmente todos tenemos; tiene que obligatoriamente acudir a las
escasas, anonadantes y lentas (hay que esperar a veces horas al sol)
salas de navegación por cable donde, después de ingresar con su
contraseña para navegar a dos CUC la hora, puede acceder a su correo
volviendo a teclear de vuelta, pues se lo pide, su nombre de usuario y
su otra clave de correo. Esto demora minutos que el reloj de Etecsa
descuenta inmisericorde. En las zonas de WiFi no se ve en pantalla el
reloj descontador y usted tiene que tener un cálculo mental del tiempo
disponible pues cuando se acaba el efectivo prepagado se le cae la
conexión sin misericordia ni aviso. Entonces usted no va a pensarlo
mucho y pagará a los traficantes de tarjetas siempre discretamente
presentes en el lugar, si es que dispone del dinero.
Por los alrededores se mueven otros cautelosos jóvenes (de diferente
talante) que le están observando, quienes por un nada módico pago previo
asistirían en la navegación al neófito, o a solucionar algún problema
que le ha dejado perplejo y sin recursos de accesibilidad, a instalar
esto o aquello, pues no podemos usar el skype, por ejemplo y
descubrieron el Imo, a bajar aplicaciones que usted ni siquiera soñó, a
utilizar el Conectify o evadir de alguna forma las censuras políticas de
ETECSA.
Así y todo, nos fascina conectarnos al futuro que es Internet, un
juguete de estreno para los cubanos.
En cuanto a los coches, ya en la Zona Franca del Canal de Panamá se han
comenzado a ofertar algunos modelos de automóviles totalmente
eléctricos, pero está por ver si el Estado Cubano permite ingresarlos al
país. La ley de aduanas dice que no se podrá ingresar ningún vehículo o
moto con motor de combustión interna, pero estos no los tienen. Las
motos eléctricas sí se pueden importar hasta hoy: dos por persona.
Cuestan allá de ochocientos a mil dólares y te los ponen en la puerta de
tu casa por mil ochocientos CUC. Esto es un negocio privado.
Los viajantes vendedores traen asimismo acondicionadores de aire para
autos y otras piezas y partes que les sean rentables y posibles de
ingresar legalmente. Uno de los empresarios que organiza el envío en
contenedores por barco es otro inteligente emprendedor cubano, quien
apenas lleva allá poco más de un año de residencia.
¿Por qué todo este andamiaje de importación y servicios clandestinos, o
más bien silencioso, no es consentido por el Estado y permite e incluso
estimula estas importaciones cuando no tienen que hacer absolutamente
ninguna erogación de sus arcas, no se viola ninguna ley, y se
comenzarían a resolver algunos de los graves problemas nacionales
crónicos como el transporte público?
Claro, a lo peor, si lo hacen, presionarían unos impuestos tan elevados
que harían al negocio quebrar de inmediato y hacerlo imposible por
irrentable.
Un coche eléctrico de estos que se ofertan ahora mismo en Panamá, y
probablemente en otras naciones, cuesta tan solo 2 000 dólares y estos
del Canal son alemanes. Me pondría a botear con uno y la inversión se
resarciría en un par de meses. Lo demás sería todo ganancias porque
estos coches tienen muchísimas menos piezas que se puedan romper. Cuando
se deterioraran las baterías, o los neumáticos, las encargaría al mismo
lugar donde se han adquirido los autos, o tal vez a alguna tienda que
las oferte.
Se puede hacer mucho si no existieran tantos burócratas ralentizadores y
timoratos en el gobierno, así como reglamentos absurdos que impiden
estas cosas, incluso cuando no necesitan absolutamente inversión alguna,
gasto estatal y no tienen que ver con cuestiones de principios.
Al final, ¿deseamos avanzar o no? Los cubanos necesitamos que se nos
permita trabajar de verdad.
Incluso, como se ensaya ya en China, el gobierno, con el interés de
mejorar los estándares de vida del cubano de a pie, así como reducir los
gastos en adquirir combustibles fósiles, mejorar el medio ambiente
disminuyendo o eliminando las emisiones de gases nocivos, disminuyendo
casi a cero el ruido, mejorando el transporte, podría importar
masivamente autos eléctricos muy baratos que ya se fabrican en China en
grandes cantidades y son espaciosos, hermosos e inteligentes.
Según el ejecutivo chino, para el año 2025 tienen que rodar por sus
calles más de tres millones de estos autos. Beijín es una de las
ciudades más contaminadas del planeta.
¿Ah, pero las baterías? Estamos en Cuba, me dicen muchos sabedores de
nuestras malas prácticas en cuanto a mantenimientos y muchas otras
cuestiones.
Los chinos han financiado en las principales arterias y avenidas
(pagando por lotes de las diversas baterías en uso) numerosos puestos de
recambio de baterías descargadas por otras cargadas a los usuarios
necesitados. Usted paga por el servicio, no por las nuevas baterías. Así
se elimina el problema del alto coste de estas y si esto se despliega
por toda la nación, no hay necesidad de esperar ocho horas de recarga a
mitad de camino. Invertiría el mismo tiempo que toma rellenar un tanque
de gasolina o diesel o tomarse una taza de café. Con las ganancias el
dueño del puesto (que puede estar anexo a una gasolinera mientras se
dejan de utilizar los motores de combustión interna) financia el
recambio de las baterías ya deterioradas que no reciben o retienen
cargas suficientes por otras nuevas, probablemente subsidiadas por un
Estado interesado en preservar y mejorar nuestro entorno.
Ya los chinos tienen hasta un avión eléctrico.
En menos de una década los coches eléctricos serán desechables y por
ende, muy baratos, construidos alrededor de una batería con su centro
inteligente. Cuando las baterías comienzan a dar señales de deterioro,
simplemente usted se compra otro coche, probablemente de un mejor o más
atractivo modelo mientras recicla al anterior. A un precio de dos mil
dólares o menos, ¿no cree usted que esto sea posible?
Ya en la Zona Franca del Canal de Panamá, y probablemente en muchos
otros lugares, se ofertan estos vehículos a estos precios. No es ciencia
ficción. ¿Llegarán alguna vez a Cuba?
eduardom57@nauta.cu; Eduardo Maro
Source: ¿Llegarán alguna vez? | Primavera Digital -
http://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/llegaran-alguna-vez/
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment