Juan Balboa
LA HABANA, 18 de febrero (apro).- Cuba intenta seguir la ruta de
reformas económicas que desplegó Vietnam, basadas en el incremento
substancial de su producción y consumo de alimentos, pero está lejos de
lograrlo, pues 80% de la canasta familiar cubana proviene del exterior.
Los vietnamitas impulsaron una reforma en la agricultura basada en la
entrega de tierras en usufructo a las familias y además permitieron que
la producción fuera vendida en el libre mercado.
El gobierno de Raúl Castro puso en marcha desde 2008 la primera etapa de
las "reformas vietnamitas", al entregar 1.18 millones de hectáreas a más
de 128 mil solicitantes, aunque 30% aún no producen.
"Nosotros hemos hecho la primera parte, pero nos falta la segunda
(autorizar la venta en el libre mercado, sin control del Estado). En mi
opinión ahí está el cuello de botella. Es indispensable la
desarticulación del monopolio del sistema estatal centralizado de
comercialización agrícola", asegura el investigador Pavel Vidal
Alejandro, investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana
(CEEC), de la Universidad de La Habana.
El economista cubano deja en claro que la clave de las reformas a la
economía que ejecuta el gobierno del presidente Raúl Castro debe ser "la
agricultura", así como lo fue en países como Vietnam y China.
"Si fracasa la reforma en la agricultura, fracasa toda la reforma. El
sector agrícola ya lleva dos años de caída, lo que hace evidente que las
transformaciones allí han sido insuficientes. Si se logra que despegue
la agricultura, estaríamos resolviendo varios problemas al mismo tiempo.
"Cuba importa 80% de los alimentos, por tanto, un aumento en la
producción de alimentos liberaría divisas para invertir en otros
sectores; contribuiría al equilibrio externo y a la salida de la crisis
financiera, ello es más apreciable aun en un escenario internacional
para el que se pronostica una nueva escalada de los precios
internacionales de los alimentos.
"Es importante resolver el tema de la alimentación, que es una de las
demandas sociales más importantes, donde la población quiere ver
resultados a corto plazo, a partir de las medidas. Si los cambios logran
un visible incremento de la producción y el consumo de alimentos, la
reforma tendría mucho más apoyo popular", sostiene el investigador de la
Universidad de La Habana en una entrevista con la revista católica
Espacio Laical.
Por su parte, el ministro de Economía, Marino Murillo, reconoció que el
sector agropecuario decreció 2.8% en el 2010 y "no se alcanzan los
niveles previstos en 12 producciones agropecuarias", entre ellas arroz,
carne, huevos, hortalizas, cítricos y verduras.
Otra mala noticia para los planes oficiales. Pero el escenario
internacional para el que se pronostica una nueva escalada de los
precios internacionales de los alimentos no es nada halagador.
Copiosas importaciones
La dependencia alimentaria del exterior se ha convertido en un dolor de
cabeza para el gobierno de la isla, sobre todo la dependencia de sus
importaciones de Estados Unidos.
Cuba importa cada año unos 2 mil millones de dólares en alimentos y 30%
de los alimentos que consume tienen su origen en Estados Unidos.
La cifra sitúa a Cuba entre los 30 países con mayor volumen de
importaciones de productos alimenticios de Estados Unidos durante los
últimos diez años.
El Congreso estadunidense autorizó en el 2000 que empresas
estadunidenses vendieran productos agrícolas a la isla, siendo el único
sector que mantiene vínculos con la Cuba comunista desde que el país del
norte implantó, en 1962, un bloqueo económico, comercial y financiero.
La facturación cubana en productos norteamericanos ha sido alta,
alcanzaron cifras históricas de 710 millones de dólares en el 2008, pero
las compras han experimentado un drástico descenso en el 2009 y 2010.
De acuerdo con datos de los Departamentos de Agricultura y Comercio de
Estados Unidos, empresas estadunidenses vendieron, en el 2001, alimentos
a Cuba por un monto 4.3 millones de dólares.
Las compras del gobierno cubano a empresas de Estados Unidos mantuvieron
un incremento substancial los primeros siete años. En el 2002, la
facturación tuvo un salto récord de 138.6 millones de dólares, 134.3
millones más que el año anterior.
Cada año, Cuba fue presa de la dependencia de los alimentos importados
de Estados Unidos. En el 2003, sus compras llegaron a los 256.9
millones; en el 2007 sumaron 437.5 millones, casi el doble de lo
comprado cuatro años antes.
En el 2008 alcanzó la cifra histórica de 710 millones de dólares. Sin
embargo, la grave crisis económica y la falta de divisas obligaron al
gobierno de la isla a reducir sus compras de alimentos al país del norte.
En 2009, la inversión cubana en productos de Estados Unidos se redujo a
528.4 millones, y el año pasado sólo fue de 366.4 millones, una
facturación parecida a la del 2005, y la mayoría de los productos
comprados fueron pollo congelado, más de 99 millones, y 94 millones de
dólares en maíz.
Cabe recordar que las transacciones financieras de la empresa cubana
Alimport con Estados Unidos se realizan al contado y a través de
instituciones bancarias de terceros países.
Pero aún hay más.
Un informe del Consejo Económico y Comercial Cuba-EU (USC-TEC), radicado
en Nueva York y dado a conocer el 14 de febrero, confirmó que el
gobierno cubano compró unos 3 mil 500 millones de dólares en productos
agrícolas a firmas norteamericanas en el período 2001-2010.
Estados Unidos figura ya como el quinto socio comercial de Cuba y el
segundo proveedor de alimentos, sólo superado por Venezuela.
El propio expresidente Fidel Castro Ruz alertó sobre la necesidad de que
el pueblo cubano esté informado sobre el incremento espectacular de los
precios de los alimentos y las consecuencias económicas que esto pudiera
generar en el mundo y Cuba.
Al reunirse el pasado 15 de febrero con intelectuales que asisten a la
Feria Internacional del Libro de La Habana, el aún primer secretario del
Partido Comunista de Cuba (PCC) insistió en que el aumento de los
precios de los alimentos agravaría de inmediato, "sin ninguna duda", la
situación política internacional.
Y preguntó a una media centena de intelectuales asistentes al encuentro:
"Si como consecuencia de todo esto se agravan los problemas, ¿debemos
ignorarlos?"
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