[30-12-2011]
Elías Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- No cabe duda que en más de medio siglo de
existencia, si hay que recordar algún año como especialmente activo para
el régimen castrista, 2011 no deja dudas al respecto. Sobre todo, si los
cambios afectan al ámbito de la ineficiente y postrada economía.
Desde meses antes de la celebración del VI Congreso del partido único
que rige los destinos de Cuba, el régimen había venido impulsando una
serie de medidas dirigidas a paliar la fuerte tensión interna derivada
de una grave crisis económica iniciada en 2007, cuando las principales
fuentes de financiación externa entraron en crisis y el gobierno tuvo
los primeros problemas para afrontar pagos a nivel internacional.
El alcance de estas medidas hasta la fecha ha sido limitado, y aunque
algunos observadores y analistas quieran ver más allá, lo cierto es que
el resultado de las mismas deja mucho que desear. Un crecimiento
económico anunciado por las autoridades del 2,5%, inferior al 3%
previsto, en un ejercicio en el que América Latina ha crecido más del 6%
en promedio, deja a la economía castrista en una posición de muy
deficiente desempeño, que confirma el escaso impacto de las decisiones
adoptadas por las autoridades dentro de este proceso de cambios.
Sin embargo, de lo que no cabe duda es que asistimos a un nuevo
escenario en el que algunas de las medidas económicas se pueden
calificar como "inéditas" en la historia del régimen comunista,
provocando una cierta expectación sobre la naturaleza del proceso que se
ha iniciado con la aprobación de los llamados "Lineamientos" cuyo
objetivo es precisamente, la "actualización del socialismo".
Esto es por lo que no podemos estar de acuerdo con quiénes piensan que
las medidas impulsan una amplia reestructuración económica con elementos
de mercado. Más bien todo lo contrario. Ante la escasez de recursos y
la improductividad general de la economía, el régimen está provocando la
aparición vía decreto, de un nuevo agente económico, el trabajador por
cuenta propia, sobre el que quiere hacer recaer el peso de la
tributación y del control económico del modelo de planificación central
de la economía sin propiedad privada.
Algunos economistas como Espinosa Chepe califican a estas nuevas
actividades por cuenta propia como "empresas bonsái", para situar su
dimensión real y sobre todo, las trabas para facilitar su crecimiento.
Aunque la propaganda del régimen ha intentado presentar esta reforma
como la estrella del proceso, lo cierto es que el alcance de la misma ha
sido limitado, y la mayor parte de los trabajadores por cuenta propia
que se han establecido proceden de los jubilados y de los que venían
realizando dichas tareas en la economía clandestina que circula en la Isla.
Al mismo tiempo, se mantiene el aparato de empresas estatales
ineficientes, que siguen obteniendo recursos cuantiosos de los
presupuestos estatales, de las cooperativas y de UBPs en el sector
agrícola, y de los monopolios vinculados en determinados casos a las
joint ventures con capital extranjero en sectores estratégicos de la
economía, dirigidos por la seguridad del estado y el ejército bajo la
protección de la cúpula de poder. Una economía de estas características,
genera un entorno peligroso e incierto, en el que los nuevos agentes
económicos, sin acceso a la propiedad privada, sin capacidad de
autofinanciación y sin recursos para crecer, se verán abocados a un
infortunio que en muchos casos, provocará la quiebra y desaparición de
sus proyectos.
Es por ello, que la estrategia que se contiene en los "Lineamientos" no
supone introducir cambios en la economía de base estalinista creada por
los Castro, en una línea similar a la provocada por China o Vietnam en
años anteriores. Con un derroche de propaganda y una dialéctica
orientada a luchar contra la corrupción generada por el mismo sistema
económico e institucional, el régimen se muestra incapaz de afrontar las
reformas que realmente necesita, dirigidas a una amplia privatización
del obsoleto capital productivo, a una remoción definitiva de los
obstáculos existentes a la libertad económica y un funcionamiento
efectivo del mercado como instrumento de asignación de los recursos, ni
llegan ni se las espera.
En ese debate entre el "querer y no poder", el régimen introduce a la
economía en 2011 en un escenario de profunda incertidumbre, en el que
todos los días se anuncian medidas y decisiones inconexas que van de un
lado al otro del espectro, sin que supongan los cambios reales que se
necesitan. Figuras como la reactivación del crédito bancario, limitado a
determinados segmentos de la sociedad y operaciones muy concretas, o la
autorización para el traspaso de viviendas y automóviles (cuya propiedad
mayoritaria sigue siendo estatal después de las confiscaciones de los
inicios de la llamada "revolución"), no suponen más que nuevas sombras
de oscuridad e incertidumbre sobre una economía de profundos
desequilibrios internos y externos. ¿De dónde van a salir los recursos
que se presten por las entidades bancarias estatales? ¿Qué tipo de
garantías pueden sostener un quebranto generalizado de proyectos cuando
no existe propiedad privada generalizada?
A pesar de que las autoridades siguen culpando al denominado "embargo"
de todos los problemas de la economía, durante 2011, ésta ha vuelto a
depender, de forma mayoritaria, del exterior para suplir sus graves
carencias. Las remesas de las familias residentes en el extranjero
suponen un aporte, según algunas estimaciones, de 2.500 millones de
dólares, empujando con fuerza el consumo privado que es la única
variable que crece en la demanda interna, como consecuencia de la
parálisis inversora ante la falta de recursos, sobre todo en los
llamados logros de la revolución, educación y sanidad. Los fondos
procedentes del petróleo de Venezuela mantienen la elevada dependencia
energéticas de una estructura productiva obsoleta e ineficiente, y le
permiten al régimen obtener unos recursos de bajo coste con los que
financia el único sector que crece en las cuentas nacionales, el de
servicios sociales, lo que le ha costado no pocas polémicas con los
organismos internacionales, como CEPAL.
Por desgracia, el régimen sigue sin proporcionar datos estadísticos
actualizados de comercio exterior o de nivel de endeudamiento. En 2011
se han mantenido contactos por el Club de Paris para tratar de dar
solución a la deuda no reconocida unilateralmente por el régimen con
esta institución financiera internacional lo que supone para la Isla la
incapacidad para obtener crédito, y obliga al pago al contado de todo lo
que compra en el exterior, básicamente alimentos a Estados Unidos, para
afrontar la improductividad del sector agrícola y ganadero,
mayoritariamente estatal, a pesar de las entregas de tierras que siguen
siendo insuficientes y mal diseñadas para provocar una auténtica
reestructuración del sector agrícola.
Los problemas económicos e internos se acumulan en la agenda de Raúl
Castro. La presión social en demanda de reformas no cesa, y esa es una
magnífica noticia, porque los cambios políticos e institucionales en la
Isla sólo pueden venir de los propios cubanos. La máxima atención de la
sociedad cubana a la reforma migratoria, paralizada tras los debates de
final de año en la Asamblea Nacional, vuelve a mostrar la existencia de
fuertes discusiones internas dentro del aparato político que dirige el
régimen castrista. Otro tanto ocurrió meses atrás con las medidas
dirigidas a la reducción del empleo estatal que, ante la aparición de
intensas protestas sociales, se decidió ralentizar.
La liberación de presos, unos 2.900 anunciada para recuperar imagen
internacional ante la visita del Papa en el mes de marzo y la
celebración del cónclave comunista del mes de enero, vuelven a mostrar
ese perfil reactivo de Raúl Castro ante la acumulación creciente de
anomalías en un régimen cuya viabilidad es para muchos analistas y
observadores internacionales, insostenible. Las prolongadas ausencias
del máximo líder, Fidel Castro, que ni siquiera obsequia a su pléyade de
seguidores con las reflexiones en las que anunciaba una imposible guerra
nuclear, arrojan dudas crecientes sobre la estabilidad de las distintas
facciones del castrismo. Los inversores internacionales con intereses
económicos en la Isla observan todo este escenario con preocupación.
Por ello, existe gran expectación sobre la próxima conferencia del
partido único a finales de enero, básicamente sobre la eventual adopción
de decisiones que permitan profundizar en los llamados "lineamientos" y
delimitar en qué medida se resuelven las eventuales diferencias entre
los distintos sectores que algunos analistas señalan dentro de la
dirigencia. Este es el peligro para la economía, que se produzca una
involución que frene los cambios, hasta ahora limitados, como sucedió en
épocas anteriores, por ejemplo, durante el período especial.
Aunque las circunstancias sean diferentes, no cabe duda que si la cúpula
comunista ve amenazados sus intereses y considera que la presión social
es inadmisible, volverán a concentrar los elementos de represión para
mantener el poder. Esta sería la peor solución para el régimen
castrista, y posiblemente dejaría los asuntos internos en manos de una
camarilla en la que el propio Raúl Castro sería la cabeza visible, sin
poder, de un núcleo de poderosa influencia que mantendría a la Isla
alejada de cualquier proceso de modernización.
La economía, en tales condiciones, sería un mero instrumento al servicio
del poder. Y aunque se continuasen abriendo espacios para el desarrollo
del trabajo por cuenta propia, la cesión de tierras o figuras como el
crédito y los traspasos de activos, las decisiones fundamentales podrían
seguir postergadas. Decisiones que tienen que ver con la necesaria
transformación hacia una economía mixta, en la que una parte relevante
de la producción y propiedad controlada por el Estado pase realmente a
manos privadas, permitiendo su crecimiento, acumulación y distribución.
Decisiones que deben concretarse en un amplio desarrollo del mercado
como instrumento de asignación de recursos sustituyendo a una
planificación central ineficiente y que de forma sistemática yerra en
sus previsiones. Cambios en suma reales y de impacto en la obsoleta,
ineficiente e improductiva economía castrista.
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