El calvario de los cajeros automáticos
Ante la llegada de MasterCard a Cuba, la red bancaria está al borde del
colapso
ROSA LÓPEZ, La Habana | Febrero 23, 2015
La fila llegaba hasta la esquina y se movía con desesperante lentitud.
No estaban vendiendo huevos, ni papas. Ni siquiera se trataba de una
cola para solicitar un visado. Los que aguardaban solo querían acceder
al cajero automático, el único que funcionaba la tarde del pasado sábado
en los alrededores del Parque Central de La Habana.
A pocos días para que las tarjetas MasterCard puedan usarse en Cuba,
muchos se preguntan cómo se enfrentará la red bancaria cubana al aumento
de la demanda de dinero si apenas puede mantener a flote su servicio
para los usuarios nacionales y los turistas.
La congestión frente a los cajeros crece a pesar de que hay solo 1,3
millones de tarjetas magnéticas emitidas en el país y que por el momento
solo pueden obtenerlas jubilados, clientes con cuentas en pesos
convertibles, empresas que tengan contratos con el banco, trabajadores
por cuenta propia y colaboradores en el exterior. El resto de la
sociedad sigue dependiendo en exclusivo del papel moneda.
"Cuando el tema es el baro la gente echa humo por las orejas", sentencia
un joven cuya noche de sábado pendía de un hilo por culpa del
congestionado cajero. A pesar de que este fin de semana la temperatura
bajó en la ciudad, nadie parecía dispuesto a moverse del lugar antes de
obtener sus billetes.
La escena se repite en la mayor parte de los 550 ATM ( Automated Teller
Machine o cajeros automáticos) de fabricación china, de los cuales 398
están en La Habana. En 2013 se compraron 200 nuevas unidades en China,
pero la mayoría fue para sustituir terminales defectuosos y no solucionó
el grave déficit de cajeros. El pago en efectivo sigue siendo la forma
más extendida en Cuba para adquirir productos y servicios.
A la escasez de terminales se une el deficiente funcionamiento del
sistema, afectado por cortes eléctricos, frecuentes caídas de la
conexión del ATM con el banco y falta de efectivo.
Casi la totalidad de los trabajadores por cuenta propia ofertan sus
servicios a través del pago en efectivo. El uso de un terminal de punto
de venta (TPV) para la lectura y pago con tarjetas, también conocido
como POS, solo está disponible en negocios privados con grandes recursos
y evidente respaldo oficial.
En la red de comercio estatal, el panorama es diferente pero tampoco muy
halagüeño. Aunque existen TPV en la mayoría de los grandes almacenes y
tiendas en divisas, su servicio es inestable y lento. "Cuando llega un
cliente a pagar con tarjeta, la cola se para por minutos, porque a veces
la comunicación con el banco está caída y hay que intentarlo varias
veces", explica una cajera del concurrido mercado de la calle 70 y 3ra
en Miramar.
En las ciudades de provincia y sobre todo en los municipios, donde son
prácticamente inexistentes, la situación de los ATM y los TPV es aún
peor. Los turistas que se adentran en la Cuba profunda deben llevar el
efectivo consigo, aumentando el riesgo de robos y pérdidas, además de la
demanda de circulante.
El problema golpea a foráneos y nacionales. "¿Para qué me pagan en la
tarjeta, si al final tengo que venir a sacar el dinero al banco porque
en casi ningún lugar puedo comprar con esto?", se queja Marilin Ruíz,
una antigua maestra de escuela primaria que también esperaba el sábado
en la cola del cajero cercano al Parque Central. La demora fue tan larga
que la señora terminó intercambiando con otra recetas de cómo hacer un
flan sin leche y sugerencias de puntos de tejido.
Entre los días 4 y 6 de cada mes, los jubilados cubanos se acercan a los
ATM para cobrar sus pensiones. "Tengo una pensión de menos de 200 pesos
y me paso hasta dos horas de cola en el cajero para cobrarla", explicaba
Asunción, una anciana de cerca de ochenta años. Mientras, unos
chiquillos corretean de un lado a otro. Son los hijos de una pareja que
espera al final de la cola, sin muchas esperanzas de sacar dinero antes
del anochecer.
"Nosotros hemos llegado tarde a todo, cuando el mundo lleva décadas
usando este plástico, ahora es que lo estamos probando nosotros",
lamenta Asunción. Los primeros cajeros automáticos, de procedencia
francesa, se instalaron en Cuba en 1997, pero partir de 2004 sólo
llegaron terminales de China.
Asunción guarda en su monedero una tarjeta Visa que le envío su hijo
desde Madrid. "Esta la uso sólo cada tres meses, cuando él me pone una
tierrita para mis gastos". No hay estadísticas públicas de cuántos
residentes en territorio nacional podrían estar haciendo uso frecuente
de tarjetas de débito o crédito asociadas a una cuenta en un banco
extranjero de algún pariente emigrado, pero el fenómeno se ha extendido
en la última década.
En la cola, varios estudiantes chinos ponían también a prueba su
paciencia asiática con las tarjetas rojas y azules del conglomerado
bancario chino UnionPay en la mano. Más de 3.000 ciudadanos de ese país
estudian o trabajan en la Isla y reciben sus remesas familiares por esa
vía. Además, solo en 2013 unos 22.200 turistas chinos visitaron Cuba.
"A los cubanos y a los chinos se nos da bien esto de esperar, pero deja
que lleguen masivamente los yumas que son más desesperados, lo quieren
todo rápido", dice Lázaro, un adolescente de ropa ajustadísima, a un
amigo con el que espera en la cola.
La alternativa al cajero automático, que podría ser la ventanilla de la
sucursal bancaria, no se recomienda. En La Habana existen 90 sucursales
del Banco Metropolitano, pero a finales de 2014 al menos doce oficinas
estaban parcial o totalmente cerradas, por problemas que iban desde
filtraciones, tupiciones en las redes albañales, peligro de derrumbe u
otras cuestiones de infraestructura. La atención insuficiente y la
desconfianza en el sistema bancario hacen que muchos sigan prefiriendo
esconder el dinero "bajo el colchón".
El limitado horario de trabajo de los bancos y la escasez de oficinas
abiertas el fin de semana provoca largas colas el fin de semana frente a
los ATM. Los más optimistas, sin embargo, logran rentabilizar la espera.
Marilin logró amarrar todo para alquilar a los estudiantes chinos una
habitación en su casa que deberán, eso sí, pagar en efectivo.
Asunción no aguantó el dolor en las piernas y se fue sin su dinero,
mientras la pareja del final de la cola tuvo que comprar unos helados
para tranquilizar a los chiquillos inquietos. Lázaro anduvo con más
suerte y, además de intercambiar teléfonos con una francesa que conoció
en el tumulto, logró extraer del ATM veinte pesos convertibles para
gastarlos esa misma noche. Al menos por esa vez no apareció la pantalla
azul con el anuncio de "fuera de servicio", tampoco hubo un corte
eléctrico y, sí, la máquina tenía efectivo.
Source: El calvario de los cajeros automáticos -
http://www.14ymedio.com/reportajes/MasterCard-red-bancaria-cubana_0_1730826905.html
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