Prudencia, mucha prudencia
[25-07-2015 20:01:39]
Elías Amor
Economista
(www.miscelaneasdecuba.net).-La expectación abierta con el retorno a una
normalidad diplomática entre Estados Unidos y el régimen castrista ha
generado ríos de tinta que muestran a empresas, despachos legales,
corporaciones y todo tipo de entidades interesadas en comenzar a operar
en la Isla, asumiendo que están ante un gran mercado, un promisorio y
suculento mercado, cuyo crecimiento, desde niveles muy bajos, augura
décadas de fuertes ganancias.
El espejismo castrista puede dar lugar a un tropezón con la dura
realidad y un despertar amargo para quiénes se lanzan a una piscina en
la que no existe agua, o la que hay está emponzoñada, y además, nadie ha
asumido la función de mejorar la calidad del agua y ni siquiera llenarla
para facilitar las condiciones de la natación.
Varias son las cuestiones que están en la responsabilidad del régimen
castrista, y que hasta la fecha, siguen inamovibles, como si fuera
posible mantenerse en el tiempo sin cambios, a pesar del interés del
resto del mundo por facilitar una evolución, digamos, racional.
Primero, esa absurda obsesión con el entramado institucional y político
de la llamada "revolución", lo que entraña un modelo de persecución,
acoso, represión y castigo a los disidentes y opositores que no aceptan
la imposición del modelo de ideología única existente en la Isla. Es
difícil entender a los grandes empresarios compartiendo el tipo de
enunciados, discursos y propaganda que se destila en la oficialidad
militar y de la seguridad del estado castrista, donde el análisis y la
interpretación de la realidad nada tiene que ver con lo que se hace en
otros países del mundo.
Segundo, es mucho lo que se tiene que hacer en materia legal y
administrativa. Las normas de funcionamiento del régimen, por mucho que
se abra al capital internacional con una ley de inversiones extranjeras,
no se corresponde con los esquemas existentes en otras economías, lo que
entraña un problema legal de interpretación de las decisiones
económicas, más aun cuando la necesaria independencia de los tribunales
no está garantizada por la división de poderes o una constitución que
sigue consagrando la propiedad de los medios de producción en manos del
estado y la dirección centralizada de la economía. Recuerdos de un
pasado estalinista remoto que sólo se encuentra en paraísos como Corea
del Norte o Yemen, pero que en Cuba parece trasnochado.
Tercero, una corriente de opinión pública ansiosa de salir al exterior,
de contactar con la realidad existente en otros países del mundo, ante
la falta de oportunidades en la Isla, y vías para el desarrollo de una
existencia razonable. El deseo de abandonar el país puede generar
réditos a corto plazo, en la forma de mayores remesas para los que se
quedan en la Isla, pero a largo plazo puede suponer una
descapitalización de la población y un círculo vicioso del que se
tardará años, décadas en salir.
Cuarto, para un macroeconomista convencional, la economía castrista se
encuentra alejada de los necesarios equilibrios interno y externo. Ni se
controla el déficit público, pese a estar toda la economía bajo control
del estado, ni se mantiene el respeto a la restricción del exterior, lo
que agiganta la deuda externa y la hace insostenible. Muchas empresas
que iniciaron sus actividades en la Isla durante el período especial
tuvieron que poner fin a las mismas ante las dificultades para la
repatriación de beneficios. Estas cuestiones siguen sin estar resueltas,
porque la economía castrista no es competitiva y necesita más recursos
de los que produce para poder afrontar sus pagos en el exterior. Malos
presagios, sin ayuda de organismos internacionales como el FMI; al que
los Castro detestan.
Quinto, la propia orientación política del régimen. Los Castro ya no
representan solución alguna de futuro. Ellos lo saben, pero se resisten
a dejar el poder. La dirección política del país es más incierta en la
actualidad que nunca antes en el pasado. Cualquier final es posible para
un régimen que toca a su fin. En tales condiciones, la seguridad que se
necesita para que una economía funcione en condiciones adecuadas, no
parece garantizada, por muy violento que sea el uso de la fuerza
policial y de la represión, o los comités de defensa de la revolución
(que ya deberían desaparecer) acentúen sus tareas de delación y escarnio.
Malos presagios para la marea de entusiasmo de las empresas
internacionales españolas, italianas, francesas e incluso de Estados
Unidos. No se dan las condiciones adecuadas en la Isla para tener tanta
alegría. Luego vendrá el arrepentimiento. De momento, la prudencia,
mucha prudencia, es el mejor consejo.
Source: Prudencia, mucha prudencia - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/55b3cf033a682e12cc2cf1a6#.VbSxn_mqqko
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