La Revolución Energética va en picada
Los grupos electrógenos llamados a resolver los frecuentes cortes de luz
dan más problemas que soluciones
LUZ ESCOBAR, La Habana | Diciembre 21, 2015
"Sube rápido que se nos muere una paciente", le advirtió el chofer a la
joven que hacía autostop en una esquina de la Calzada del Cerro. Al
timón iba Carlos Alberto Valdés, técnico de la empresa de servicios a
Grupos Electrógenos de La Habana, que tenía ante sí una misión casi de
película. Debía reparar la planta eléctrica del Hospital Clínico
Quirúrgico 10 de Octubre, antes de que un eventual corte eléctrico
pusiera fin a la vida de una mujer en estado de coma.
Conectada a equipos que la mantenían viva, la paciente, de 30 años, fue
trasladada la pasada semana a la sala de cuidados intensivos del 10 de
Octubre después de una complicada operación en el Hospital Hijas de
Galicia. Su vida pendía de que no ocurriera uno de esos frecuentes
apagones que asolan a la capital cubana, dado que la planta eléctrica
del lugar no funcionaba.
Historias como estas se repiten a lo largo de toda la Isla, junto a
otras donde un corte eléctrico no le cuesta la vida a un ser humano,
sino que aborta una jornada laboral, cancela un trámite burocrático,
frustra una cita amorosa o pone fin a la transmisión de una película.
Las fallas de la corriente eléctrica siguen siendo una constante en la
vida de los cubanos, a pesar de la Revolución Energética que se lanzó
hace más de una década.
Entre los programas principales de aquella maratónica campaña, liderada
por Fidel Castro, estaba la colocación de grupos electrógenos de
emergencia en lugares sensibles para la economía y los servicios a la
población. Para el año 2007 ya habían llegado al país 6.301 grupos
electrógenos, la mayoría de procedencia china, de los cuales quedaron
instalados para esas fechas unos 3.798.
Aunque se mantendría su importación y colocación en diferentes
emplazamientos, los números de aparatos en activo no crecería
significativamente. El Panorama Económico Social Cuba 2014 informa que
al finalizar ese año había en funcionamiento 3.855 de estos equipos, un
10% menos que en 2013, y que generaban el 19,9% de la energía eléctrica
del país. El consumo de combustible de cada una de estas plantas va
desde 198 hasta 227 gramos de diesel por kilowatt.
La obsolescencia tecnológica, la falta de piezas de repuesto y el desvío
del combustible destinado a estos aparatos han hecho que disminuya su
efectividad y han limitado su función social. Así lo confirma el
testimonio del propio Valdés quien, al detectar que el fallo del grupo
electrógeno del hospital radicaba en la batería, aseguró a este diario:
"No hay baterías en todo el país".
Esta realidad contrasta con lo que dijo en 2006 Eusebio Martínez Ríos,
director general de la empresa perteneciente al grupo Unecamoto que
corrió con la instalación de los equipos en territorio nacional. El
funcionario aseguró entonces a la prensa oficial: "Pueden durar más de
20 años antes de someterse a una reparación capital". Una década
después, el número de grupos electrógenos averiados y sacados de
servicio supera los mil por año. La Revolución Energética va en picada.
La mayoría de estos equipos se instalaron en objetivos económicos y
sociales priorizados como hospitales, policlínicos, instalaciones
hoteleras y las estaciones de bombeo de agua. En el momento de mayor
auge de la Revolución Energética se pensó en colocarlos también en
edificios múltiples, para mantener los ascensores y las bombas de agua
funcionando en caso de apagón, pero esto no se concretó. En algunos de
ellos se puede ver todavía hoy la estructura de concreto que iba a
servir para la base del "gigante eléctrico".
"El problema es que todos los equipos tienen un tiempo de explotación,
no se puede abusar de ellos, sobre todo si no se le da un buen
mantenimiento", asegura Valdés y apunta que en estos momentos su empresa
no cuenta con "ninguna pieza de repuesto para estos generadores
eléctricos". Los equipos trabajan con fuelóleo o diésel y también son
víctimas frecuentes del vandalismo y del desvío de recursos.
"Cuando fuimos a encender la planta eléctrica le habían robado el
combustible", comenta a 14ymedio un técnico del Instituto Cubano de
Radio y Televisión (ICRT), que vivió con perplejidad un corte eléctrico
que hace algunos años canceló la transmisión televisiva hacia todo el
país. "Se suponía que el grupo electrógeno tenía que permitirnos
continuar, pero no pudimos encenderlo porque estaba seco" cuenta.
Recuperar la señal tardó unos largos 40 minutos en que los televidentes
estuvieron en ascuas frente a la pantalla.
A los problemas técnicos y los robos, se le suman la contaminación que
generan estos aparatos, especialmente por el humo que despiden y el
sonido que emiten mientras están funcionando. Las quejas de la población
residente en las cercanías de los emplazamientos de estos equipos se han
hecho tan frecuentes que Jorge Álvarez, director de la Oficina
Regulatoria Ambiental, confesó en una edición de la oficialista Mesa
Redonda que los grupos electrógenos "contaminan el ambiente a través de
emanaciones, ruido y vibraciones".
Carlos Alberto Valdés resolvió la urgencia hospitalaria y dejó en una
situación más segura la vida de la paciente, al colocar en el equipo la
batería de una planta perteneciente a otra área del Clínico Quirúrgico.
"Desvestir un santo, para vestir otro", repetía todo el tiempo un
empleado del lugar que curioseaba por los alrededores. La joven que
sobrevivió ni siquiera sabe lo cerca que estuvo de expirar si un
caprichoso apagón irrumpía en la zona y aquel maltrecho grupo
electrógeno no lograba arrancar.
Source: La Revolución Energética va en picada -
http://www.14ymedio.com/nacional/Revolucion-Energetica-va-picada_0_1911408841.html
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