La economía en Cuba es una pesca milagrosa
Se cierra el cerco sobre los isleños que buscan cómo sobrevivir
Por Ruth Morris
El sentinel
April 15, 2006
Los pescadores esconden sus embarcaciones durante la noche para evadir
la extrema vigilancia de las autoridades cubanas. Durante el día, sin
embargo, se reúnen para hacer inventario de su pesca ilegal de camarones.
"Si me atrapan pescando camarones, me pondrían como gallina sin plumas",
dice un camaronero que no quiso identificarse por temor a ser detenido
por las autoridades cubanas, ya que éstas prohíben la venta de los
crustáceos en el mercado negro de la isla.
Gente como él es la que más siente los efectos de la campaña del
gobierno cubano para reformar la economía isleña. Conocida como
"recentralización", tal campaña fue iniciada en 2003 con la idea de
eliminar los esfuerzos de la empresa privada y el mercado negro, al
tiempo que se aumentan los salarios y pensiones estatales.
Castro señala que estas medidas económicas tienen el objetivo de renovar
las ideas socialistas, castigar a los delincuentes y combatir las
sanciones económicas de Estados Unidos.
Los detractores argumentan que el programa pone bajo exclusivo control
del gobierno todos los aspectos de la vida de Cuba, preparando el
terreno para un eventual cambio del liderazgo en el gobierno. A sus 79
años, Castro parece fuerte pero son muy frecuentes los rumores sobre sus
problemas de salud.
"Fidel Castro está tratando de eliminar cualquier grado de autonomía,
cualquier esfuerzo individual que puedan asumir los pequeños empresarios
de la isla", señala Antonio Jorge, profesor de economía y relaciones
internacionales de la Universidad Internacional de la Florida.
Lo que sí es claro es que la población está sufriendo graves penurias
económicas. Un análisis superficial sobre la situación sugiere que la
mayoría de los cubanos lucha para sobrevivir, pese a los aumentos
salariales, mientras los pequeños empresarios sienten los graves efectos
de las reformas.
El camaronero entrevistado arriba deriva buena parte de sus ingresos de
la venta ilegal de su pesca. "Somos gente pobre. Yo no tengo nada. ¿Por
qué habría de mentirle?"
Contra los empresarios
El programa de recentralización pone fin a las modestas aperturas de
mercado creadas por Castro en los años 90, cuando Cuba trató de aliviar
la pérdida de los subsidios de la Unión Soviética.
El gobierno cubano invitó entonces compañías extranjeras a administrar
los centros e instalaciones turísticas, además de la exportación de
tabaco. Miles de cubanos recibieron permisos para operar empresas por
cuenta propia: desde el alquiler de habitaciones hasta la reparación de
televisores.
Todo eso ha cambiado con la recentralización. De hecho, el número de
permisos de trabajo se ha reducido a 150,000, es decir 25 por ciento
menos desde 1996.
Entre los afectados figuran Nelson Molina, quien alquila una habitación
en su casa a estudiantes extranjeros. Hace un año, las autoridades le
pidieron el pago de un impuesto por concepto de mantenimiento.
Sin embargo, Molina afirma que se considera más afortunado que muchos
otros cubanos. "Hacer este negocio no te hace rico, pero al menos te
permite respirar", dice Molina.
Aun con las nuevas regulaciones del gobierno, los cubanos con acceso a
dólares (o divisas, como se le conoce en Cuba) viven una mejor situación
que los demás. Los ingresos que Molina obtiene ayudan a mantener a su
hijo y a sus padres, además de que pudo conseguir un nuevo equipo de
música y un televisor. Los dólares ayudan también a comprar jabones o
salsa para espaguetis.
Pequeñas mejoras
Los cubanos que trabajan para el gobierno señalan que los incrementos
salariales les han permitido aumentar mínimamente su poder de consumo.
Castro duplicó el salario de los empleados del gobierno el año pasado, y
elevó en 50 por ciento las pensiones.
Sin embargo, para el doctor Noel Godoy, por ejemplo, los aumentos para
los empleadores de salud han hecho muy poco para mejorar sus finanzas
personales.
"Creo que nos merecemos más en términos en estímulo", dice Godoy en su
oficina en el poblado de Horquita, en Cienfuegos. "A lo mejor tengo
dinero para comprar carne, pero no para comprar aceite de cocinar".
Los cubanos no pagan por los servicios médicos, viviendas o educación.
Pero los que trabajan para el gobierno reciben un salario promedio de
$17 al mes. Desde la implementación del programa de recentralización, el
salario de Godoy aumentó a $25 al mes, una suma que no refleja su carga
de trabajo.
Su oficina siempre está abarrotada de pacientes y cuando no tiene papel
para escribir las recetas, utiliza pedazos de un formulario de hospital.
Recientes medidas han sido impuestas contra los que operan en el mercado
negro de la isla. Una de esas regulaciones consistió en reemplazar a los
despachadores de gasolina con trabajadores sociales leales al gobierno.
Alcides Hernández, que se dedica a vender sándwiches y manteca de cerdo
en Santiago de Cuba, dice que el gobierno aún no se ha metido con su
negocio. Pero la escasez le ha dado sentido a sus ventas. "Los médicos
no recomiendan la grasa, pero la gente la compra porque no tiene con qué
pagar el aceite", dice.
A sus 67 años, Hernández -- que todavía vive en una casucha con un solo
foco de luz y sin agua corriente -- señala que hace más dinero vendiendo
sándwiches en la calle que trabajando para el gobierno.
"La economía no funciona para el pueblo. Pero para el gobierno, es una
maravilla", dijo.
Puede comunicarse con Ruth Morris a comentarios@elsentinel.com
http://www.sun-sentinel.com/elsentinel/noticias/sfl-elamcuba0415apr15,0,5707631.story?coll=sfla-lasamericas
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