El corazón de la economía cubana, en manos de las Fuerzas Armadas
Los generales manejan el 30% de las empresas. Y producen más del 60% de
las divisas que entran al país. Los empresarios extranjeros aseguran que
los militares son muy serios para hacer negocios.
Gustavo Sierra LA HABANA ENVIADO ESPECIAL
gsierra@clarin.com
Decenas de cubanos y venezolanos juntos en la enorme sala del Palacio de
las Convenciones de La Habana pueden producir un griterío que aturde.
Pero en el momento en que se vio un movimiento de agentes de seguridad,
el lugar quedó abruptamente en silencio. Se produjo una tensión inusual
en esta parte del Caribe. Entró Raúl Castro, algo pequeño, con su
uniforme marrón militar repleto de insignias y estrellas, y el salón
volvió a ser una fiesta. Aplausos, risas, comentarios. Nadie quería
perderse la tercera aparición pública del nuevo hombre fuerte de Cuba
desde que se anunció la enfermedad de Fidel y menos en una ceremonia con
tanto significado político. Se firmaban acuerdos con Venezuela por 1.500
millones de dólares.
Al lado de Raúl, el ministro de Energía venezolano, Rafael Ramírez, y el
virtual vicepresidente, Carlos Lage. Luego, todos los otros
funcionarios. Como en el Kremlin, aquí los asientos, las posturas y los
estados de ánimo se pueden leer como hojas de té en el fondo de la taza.
La relación política y económica con Venezuela es de máxima prioridad
para Cuba. La isla depende del petróleo de Caracas como por dos décadas
dependió del soviético. Esta vez fue un convenio de 355 proyectos y la
instalación de once plantas de etanol en Venezuela para las que se va a
destinar toda la zafra azucarera. "Sin la ayuda venezolana la economía
cubana ya se hubiera caído", dice un economista independiente. El otro
punto clave es que de la ceremonia participa el hombre que ha sido
ministro de Defensa desde la Revolución de 1959 y decenas de altos
oficiales que manejan las empresas del Estado. Las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR) hoy controlan el 30% de las compañías cubanas y
producen el 64% de las divisas que entran al país.
Los generales en actividad y algunos retirados dirigen 844 empresas que
van desde ingenios azucareros hasta hoteles y de gasolineras hasta
acerías. Y se forman en el denominado Grupo de Administración
Empresarial que dirige el general Julio Casas Regueiro, el segundo
oficial en jerarquía detrás de Raúl Castro. Allí se enseña lo que
denominan un sis tema que combina "la organización capitalista con los
principios socialistas". Y en el fondo se trata de un sistema de
organización basado en los estímulos materiales. Se premian la
productividad, la efectividad y el racionalismo. De acuerdo con el
coronel Armando Pérez Betancourt, director del Sistema de
Perfeccionamiento Empresarial (SPE), que maneja buena parte de las
empresas, citado por la prensa cubana, "el principal objetivo es elevar
la eficiencia y que ésta se refleje en un crecimiento permanente de las
utilidades y los aportes en divisas al Estado".
Y los militares apuntan orgullosos a una estadística oficial
recientemente publicada: de las 844 compañías de su sistema apenas el 7%
registró pérdidas comparado con el 38% del resto de las empresas
estatales. "La verdad es que son los más eficientes. Da gusto hacer
tratos con ellos porque lo que prometen lo cumplen. Y si lo comparamos
con el resto de las empresas, particularmente en el turismo, son una
verdadera maravilla", comenta un empresario español mientras se toma un
mojito en el bar del hotel Meliá Cohíba.
No es nueva la participación de los militares en la economía cubana:
viene desde el momento de la gran crisis de los años noventa, cuando la
Unión Soviética dejó de proveer a la isla con 4.600 millones de dólares
al año. En ese momento, el PBI se redujo en más de un 35% al tiempo que
el producto básico de exportación cubano que era el azúcar cayó
abruptamente en todos los mercados. En 1997 se hizo cargo del Ministerio
del Azúcar el general Ulises del Toro, un veterano de la lucha contra la
dictadura de Batista y de la guerra de Angola. Se necesitaba disciplina
para poner en orden un sector de la economía que dejó sin trabajo a
650.000 personas.
Todo esto en el contexto de un crecimiento espectacular de la economía.
De acuerdo con las cifras oficiales, en 2005 se registró un aumento del
11,8% del PBI y en el 2006, un 12,5%. "Este es un logro aún más
sorprendente por alcanzarse en un país que está sometido injustamente
desde hace medio siglo al criminal bloqueo de Estados Unidos", asegura
el ministro de Economía, José Luis Rodríguez. Pero los técnicos
independientes aseguran que esas cifras que suponen el mayor crecimiento
económico de América latina, por encima de Argentina y Venezuela, se
deben a que se sumaron los servicios médicos y educativos que los
cubanos dan dentro y fuera del país a niveles de precios
internacionales, cuando en realidad los profesionales los reciben en el
devaluado peso cubano. "El crecimiento de Cuba no es nada inventado, no
es nada que alguien decretó. Hoy en día no se podría explicar el
comportamiento económico del país, como no se pueden explicar los
ingresos a la balanza de pagos si no se tienen en cuenta los servicios",
explica Alfredo Jam Masso, director de Macroeconomía del Ministerio de
Economía y Planificación.
Ese crecimiento tampoco se puede entender sin las 72.000 toneladas al
año que se extraen de níquel en Cuba. El valor internacional de este
mineral es de 43.000 dólares la tonelada. Como tampoco se pueden
comprender sin las inversiones chinas en petróleo y minería. O el
turismo, que logró generar las mismas ganancias que alguna vez tuvo el
azúcar pero con apenas una tercera parte de empleados.
Y los trabajadores de estas industrias son los privilegiados de Cuba.
Son los que tienen mayor acceso al CUC, la moneda convertible, que los
transforma en "los nuevos ricos" cubanos.
La mayor distorsión de la economía está en las dos monedas que circulan
en Cuba, la del peso cubano que se cotiza a 25 unidades por dólar, y que
es en lo que se pagan todos los salarios y con lo que se pueden comprar
los productos básicos; y el peso convertible, que es con lo que se
compra todo lo demás y que se cambia a 1,20 dólar por unidad. Es decir
que el CUC está al nivel del euro y pone los precios de los servicios
cubanos entre los más caros del continente.
"La única manera de sobrevivir es teniendo un familiar afuera que te
envíe dólares (1.200 dólares al año es lo máximo que permite el gobierno
de Estados Unidos al medio millón de cubanos residentes en ese país),
recibiendo propinas o incentivos en CUC o robando al Estado para
venderlo en CUCs", me explica Oscar Espinosa Chepe, un economista
independiente. "Y el 60% de la población tiene acceso de una u otra
manera a la moneda convertible. El problema lo tiene el otro 40%. Esto
ha creado prácticamente dos clases sociales en Cuba", agrega.
Regresando al recinto de las convenciones, ya con Raúl fuera de la sala
y los militares más relajados, me pongo a conversar con un oficial. Es
un hombre de mediana edad y un rango alto. Asegura que no le disgusta
para nada dirigir una empresa. "Ya se acabó lo de la guerra en Angola y
esas cosas. Ahora tenemos esta otra tarea que es tan dura como la
guerra, pero me siento a gusto. Y te quiero aclarar que no nos estamos
haciendo ricos con todo esto, como cree el imperialismo. Ganamos unos 30
dólares (unos 680 pesos) y podrás ver que para irnos a casa tendremos
que hacer botella (dedo, autostop)". Pero Orlando, un empleado del lugar
que escuchó la conversación, me dijo después que "es verdad que los
militares no roban, pero tienen muchos privilegios a los que todos los
otros no podemos acceder", y enseguida me ofreció una caja de habanos
Cohiba: "Es de los buenos, los consigue un amigo directamente en la
fábrica (lo dice con una media sonrisa mentirosa) y se lo puedo dejar
muy barato. Cómpreme que necesito unos CUC para mandarle a mi mamá en el
campo."
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