Chícharos acabaditos de colar
Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles 13-06-2011 - 6:12 pm.
En 1958 Cuba produjo 60.000 toneladas de café, por solo 6.300 en 2011.
"No se vaya todavía, Paco, que le voy a traer una tacita de chícharos
acabaditos de colar". Por incomprensible que parezca, esta frase podría
ser hoy cotidiana en Cuba si el gobierno castrista no insistiese en
llamar café a la mezcla de un 50% del aromático y estimulante grano con
otro 50% de chícharos tostados y molidos.
A propósito de anunciar el régimen, el pasado 3 de mayo, que se vuelve a
la mezcla de ambos granos luego de entregar a la población durante poco
tiempo café vietnamita —de inferior calidad y mayor contenido de
cafeína—, la Organización Internacional del Café (OIC), con sede en
Londres, reiteró que todo café que tenga más de un 5% de mezcla con
otros granos no puede llamarse café. Así de simple.
Esto contrasta con la fama que tuvo Cuba durante unos 160 años como
nación productora y exportadora de uno de los mejores cafés del mundo,
sobre todo el arábigo suave de la variedad Bourbon, cosechado en las
montañas orientales.
Según el propio Ministerio de Agricultura cubano, en los años 40 el país
era uno de los mayores exportadores mundiales de un café que era muy
apreciado internacionalmente. En 1958 el país produjo 60.000 toneladas,
es decir un millón de sacos de 60 kilogramos, equivalentes a 132,2
millones de libras, que divididas entre los seis millones de habitantes
de entonces arrojó 1,8 libras de café mensuales por cada cubano.
Pero llegó el Comandante con su socialismo "y mandó a parar". Y de qué
manera: en la última cosecha (2010-2011) Cuba produjo 6.300 toneladas de
café, la décima parte de lo que se cosechaba cuando el país era
"explotado" por el capitalismo.
De exportadores de lujo a importadores baratos
En octubre de 1966, días después de que el ciclón Inés azotara las zonas
cafetaleras de la Sierra Cristal, en Oriente, fui con un grupo de
estudiantes de periodismo a esa región montañosa, rebautizada en 1958
por Fidel Castro como Segundo Frente Oriental "Frank País". Nuestra
misión era tratar de convencer a los cafetaleros privados de que uniesen
sus fincas —en cooperativas en vez de trabajarlas individualmente— para
así "aprovechar mejor los recursos y aumentar la producción".
Además de lo bien que la pasamos mis colegas y yo entre aquella
formidable gente de campo durante un mes, viviendo en la meseta de La
Caoba y moviéndonos a caballo o a pie por aquellas hermosas montañas,
recuerdo muy bien dos cosas: 1) que sólo uno de las decenas de
campesinos que entrevisté me dijo que iba a "pensar" lo de la
cooperativización; y 2) el pronóstico que algunos de ellos me hicieron
de que con los controles impuestos ya por el Estado y el bajo precio que
recibían por cada lata (44 libras) de café cosechado, la producción
cafetalera iba a continuar cayendo.
Poco tiempo después, a fines de los 60, Mario García Incháustegui —el
embajador ante la ONU a quien en 1962 le "tocó" hacer el ridículo de
negar que en Cuba había misiles nucleares—, director del departamento de
Organismos Internacionales del Ministerio del Comercio Exterior
(MINCEX), me confesó off the record que en las sesiones de la OIC en
Londres ya no estaban haciendo efecto los pretextos para justificar el
incumplimiento de la cifra de exportación que le asignaba a Cuba esa
organización, que regulaba la oferta y la demanda mundial de café
mediante un sistema de cuotas de exportación para cada país miembro, y
evitar así la caída de los precios.
Incháustegui se refería a los ciclones y otras afectaciones climáticas
esgrimidas por las delegaciones cubanas por él presididas para tratar de
enmascarar el descalabro cafetalero. "Yo insisto en los argumentos, pero
ya no me creen", dijo. Y con gran frustración, me informó que la OIC ya
había clasificado a la de Cuba como una "cuota de papel", paso previo
que daba esa entidad para luego suprimir dicha cuota y repartirla entre
otros países exportadores que pedían aumentar sus ventas.
En resumen, que tal y como me auguraron los cafetaleros orientales, la
intervención estatal comunista provocó un cataclismo. De gran exportador
de un grano de excelente calidad, el país pasó a ser un importador neto
de café barato.
Hoy, mediante la cartilla de racionamiento, se le entrega a cada persona
una cuota mensual de 115 gramos (un cuarto de libra). Pero como viene
mezclado con un 50% de chícharos, lo que recibe realmente cada cubano
son 57.5 gramos de café al mes, comparados con los 828 gramos per cápita
mensuales de 1958.
El verdadero néctar negro, como también se le conoce, lo toman los
extranjeros, la nomenklatura y quienes reciben remesas de sus
familiares en el exterior y pueden pagar $6.25 dólares por libra en las
shopping, en un país donde el salario promedio es de 18 dólares mensuales.
Cuando ya las cosechas habían descendido a niveles ínfimos, la solución
que se le ocurrió a Castro fue el llamado "cordón de La Habana". Rodeó
la capital con cafetos de la variedad caturra, un café de sol que se
cultivaba en Brasil, sin tener en cuenta que los suelos y el clima eran
diferentes, y que las plantaciones brasileñas no eran atendidas por
empleados de oficinas y estudiantes "voluntarios". El fracaso fue
colosal y pasó a integrar el abultado inventario de disparates del
Comandante en Jefe.
De un rendimiento entre 0.36 y 0.40 toneladas de café por hectárea en
1958, según el Ministerio de Agricultura hoy se cosechan en Cuba de 0.11
a 0.12 toneladas por hectárea. La productividad se contrajo en casi un
70%. De las 80.700 hectáreas de café registradas, de acuerdo con el
diario Granma, sólo 68.600 están en producción.
Lo peor es que debido a su patológico afán por controlarlo todo, el
régimen castrista no enfrenta con valentía la crisis ni siquiera dentro
de los límites del propio sistema. Si el gobierno liberase a los
caficultores privados (unos 38.000) de las trabas estatales, y les
pagase sólo un tercio del precio que paga por el café robusta que
importa, que se cotiza entre 1,25 y 1,35 dólares la libra, la producción
se dispararía.
Así ocurrió en Vietnam —oficialmente comunista— donde desde 1986 se
permitió a los agricultores sembrar y vender libremente lo cosechado a
precios de mercado. Y de importador de café, Vietnam se convirtió en el
segundo productor y exportador mundial del grano, por encima de Colombia
y sólo detrás de Brasil.
Pero los Castro no están dispuestos a hacer lo mismo.
http://www.ddcuba.com/cuba/5269-chicharos-acabaditos-de-colar
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