Menos cubanos
Elías Amor
Valencia 09-06-2011 - 8:00 am.
La disminución de la población: incógnitas e incertidumbres presentes y
futuras.
Los recursos demográficos de un país son su principal fuente de riqueza.
La población no es sólo un indicador del éxito económico de cada nación,
sino que como base del trabajo y del consumo, da salida a los productos
y servicios que se obtienen en la actividad económica nacional, a la vez
que aporta esfuerzo, dedicación y talento a los procesos productivos,
obteniendo de ello las recompensas que permiten a la economía mantener
un ritmo de crecimiento estable y sostenible a largo plazo.
La población cubana midió con éxito el desarrollo económico y social
registrado por la Isla en sus primeros 50 años de existencia como
República, creciendo de forma destacada como consecuencia del efecto
combinado de cifras positivas de crecimiento vegetativo y un saldo
migratorio positivo, provocado por el efecto atracción que ejercía la
Isla sobre ciudadanos europeos, principalmente españoles.
La historia posterior, sin embargo, muestra algunas incógnitas e
incertidumbres.
Es cierto que la población creció de forma relativamente intensa en las
décadas de los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, manteniendo el efecto
de la tendencia positiva del período anterior, y llegando a representar
el 2,3% del aumento de población de todo el continente, que también
presentó un crecimiento muy destacado de sus efectivos humanos.
Se puede afirmar, sin reparos, que en este período Cuba contribuyó de
forma muy significativa al crecimiento poblacional de América Latina y
el Caribe, como había venido sucediendo en los primeros 50 años de
existencia de la República.
En concreto, durante la década que comienza en 1961, Cuba registró el
mayor aumento decenal del período objeto de análisis, al ver
incrementadas sus cifras demográficas en más de un millón y medio de
habitantes. No parece que el éxodo al exterior de miles de ciudadanos
tuviera efectos negativos sobre la dinámica demográfica interna de la
Isla, que se mantuvo fuerte como consecuencia del crecimiento
vegetativo, así como la política de atracción de ciudadanos procedentes
de "países hermanos" de la revolución.
Sin embargo, a partir de los años 70, la población inició un progresivo
declive en sus incrementos decenales, que no se corresponden con los
crecimientos todavía significativos registrados en el conjunto de países
de la región. Posiblemente los efectos de no alcanzar la zafra de los 10
millones, dejó a la economía cubana exhausta y sin objetivos a medio
plazo para avanzar, a la vez que las confiscaciones de finales de los 60
empezaban a actuar sobre las limitaciones de oferta productiva. La
ruptura de las tendencias demográficas apunta así a un comportamiento
diferencial de la economía de la Isla con respecto al resto de países de
América Latina y el Caribe que tiene que guardar estrecha relación con
la opción ideológica del régimen castrista.
La década de los años 80 volvió a presenciar un cambio de ritmo muy
destacado en el crecimiento de la población, con un descenso del 30%
respecto al decenio anterior, que apuntaba ya a la aparición de límites
en el comportamiento de la economía. Sin embargo, América Latina y el
Caribe volvieron a acelerar su crecimiento poblacional en casi 80
millones de habitantes.
La situación fue mucho más grave aún en los 90, cuando el aumento
poblacional de Cuba registró una intensa caída, con una explicación en
los efectos del "período especial", situándose en la mitad del
registrado en la década del 70. Por el contrario, América Latina y el
Caribe continuaron mostrando una dinámica más expansiva, con un
crecimiento prácticamente similar al de la década anterior.
Los primeros diez años del siglo XXI apuntan hacia el denominado
"crecimiento cero" en la población de la Isla, con un aumento de apenas
128.000 habitantes, produciéndose una vez más una notable distancia con
respecto a las tendencias en el conjunto de la región que, sin embargo,
empezaron a relajar y suavizar los aumentos espectaculares del período
anterior. En cualquier caso, el aumento de población registrado en Cuba
apenas llegó a representar algo más del 0,2% del crecimiento total de la
población del entorno.
Una forma de aproximarnos al análisis de las tendencias demográficas
consiste en observar lo que sucede con la tasa de fecundidad, y esto es
lo que se presenta en el Cuadro 2.
En el período observado, las tasas de fecundidad descienden
prácticamente a la mitad, tanto en Cuba como en América Latina y el
Caribe, si bien el repunte que se produce en Cuba durante la primera
mitad de la década del 60 no se observa en el resto de la región.
A partir de la década del 60, cuando se alcanzó el índice más elevado,
se inicia una clara tendencia a la baja que tiende a situar a las tasas
cubanas, de forma sistemática, por debajo de las medidas del resto de
países, lo que explica su menor nivel de crecimiento poblacional.
El comportamiento de la tasa de natalidad en Cuba es claramente
decreciente en el período observado, desde niveles próximos al 35,4 por
mil en la primera mitad de los años 60, hasta poco más del 10 por mil
actual. Las tasas de mortalidad, en cambio, se han mantenido
relativamente estables, con escasas oscilaciones y una tendencia
moderadamente alcista a partir de los años 80, que es cuando se alcanza
el nivel más bajo de la serie histórica.
En la primera década del siglo XXI, mientras la tasa de fecundidad
cubana se aproximaba a lo que se considera niveles de estancamiento de
la población o de no renovación generacional, la de América Latina y el
Caribe se situaba aún en torno al 2,38 por mil.
Los datos recientes nos obligan a preguntarnos qué cabe esperar en el
futuro.
Y la respuesta no es positiva.
Como se observa en el Cuadro 3, elaborado por los demógrafos de CEPAL en
base a tendencias de las principales variables que inciden en el
comportamiento de la población, la década en la que actualmente nos
encontramos supondrá para Cuba perder población por primera vez en su
historia reciente, con una estimación cercana a los 12 mil habitantes.
Por el contrario, aunque en América Latina y el Caribe se vuelven a
moderar los aumentos de población, se registra todavía un crecimiento
superior a los 50 millones de habitantes en el conjunto.
La década de los años 20 del presente siglo acelerará el proceso de
reducción de la población cubana, y de mantenerse las tendencias
actuales, las previsiones apuntan a 142 mil habitantes menos.
Posteriormente, en la década de los años 30, la reducción aumentará su
ritmo hasta acercarse a casi 400 mil personas, y en los venideros años
40, el descenso se acercará a 640 mil habitantes. América Latina y el
Caribe, sin embargo, continuarán viendo crecer sus cifras de población,
si bien a ritmos sensiblemente inferiores a los actuales.
Como se observa en el Cuadro 4, el comportamiento de las tasas de
fecundidad previstas confirma las tendencias al descenso ya observadas
en el Cuadro 2, pero en el caso de Cuba, las estimaciones apuntan a una
cierta estabilidad en los bajos niveles alcanzados de estancamiento o de
no renovación demográfica, a la vez que América Latina y el Caribe
prosigue su descenso, mucho más moderado, hacia tasas también muy bajas,
compatibles con el escenario descrito de menores crecimientos de
población en términos absolutos.
Las preguntas inmediatas, a la vista de estos datos, son:
¿Puede servir para corregir estas tendencias negativas en la dinámica de
la población la actual estrategia de los Lineamientos?
¿Son conscientes las autoridades de los graves problemas asociados a
este comportamiento en declive de la población de la Isla, y en su caso,
se está previendo algún tipo de medidas para poner fin al mismo o moderarlo?
¿Cómo es posible que los responsables de la planificación central de la
economía estatal e intervenida del régimen castrista permanezcan
impasibles ante este proceso de deterioro de los recursos poblacionales
en la Isla anunciado desde mediados de la década de los años 80 del
siglo pasado?
O es que acaso la apuesta del régimen es precisamente esa, dejar que
Cuba pierda población de forma progresiva para ajustar sus dimensiones
económicas a un estado estacionario, imposible de imaginar desde el
punto de vista de su sostenibilidad a largo plazo.
Lo que más sorprende de estas cuestiones es lo poco que se habló en el
pasado congreso del Partido Comunista, aun cuando ciertamente son muy
relevantes para el futuro del país. Y más sorprendente aún es que en los
Lineamientos no se dedique ni un renglón a plantear los retos
demográficos que afronta la economía.
Sin aportes de población derivados del crecimiento vegetativo, y la
previsible tendencia al aumento de la salida de ciudadanos jóvenes y
mejor formados al exterior, en busca de una nueva vida, en coincidencia
con cualquier proceso de apertura y normalización política, se hace muy
complicado articular medidas para poner solución a este problema dentro
de los estrechos márgenes de funcionamiento del régimen.
El problema de la economía cubana no es el presente, es su futuro."
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