14-09-2011.
Elías Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Un artículo en Granma presta atención a la
modernización de los sistemas de riego en la zona de Veguitas, en la
provincia de Granma.
La agricultura es un sector que requiere fuertes inversiones para su
actividad. Del mismo modo, cuando estas inversiones se ejecutan de
forma adecuada, las recompensas de la tierra son muy elevadas.
La Economía, como Ciencia, inició su andadura atendiendo a las fórmulas
para mejorar la producción agrícola. Los Fisiócratas franceses del siglo
XVIII, con el médico de la Corte del Rey Sol, Jean F. Quesnay al frente,
desarrollaron todo un compendio de recomendaciones que sentó las bases
para el desarrollo de la agricultura moderna.
La entonces colonia se benefició de muchas de aquellas propuestas, y en
un contexto histórico diferente, se convirtió en una potencia agrícola
con un predominio del azúcar, sector al que se unieron otras actividades
muy productivas y de alta rentabilidad económica y social.
Los primeros 50 años de existencia de la República permitieron comprobar
cómo Cuba se convertía en el principal productor mundial de azúcar, y en
sus campos se generaba una oferta variada y de calidad que no sólo
servía para alimentar a la población, sino que vía exportaciones, se
daba salida a los excedentes que se obtenían por los rendimientos a
escala alcanzados.
Sin embargo, el triunfo de la denominada "revolución" trastocó todo este
modelo. Los primeros ensayos de transformación económica de iluminados
como el Ché Guevara, pretendían convertir a la Isla en una potencia
industrial, despreciando las potencialidades del campo, al que se pensó
que, con una reforma agraria colectivista, se le daba respuesta
suficiente para conseguir su pleno desarrollo. No hace falta señalar que
esta apuesta resultó un fracaso para ambos objetivos.
En particular, la escasa inversión en la agricultura cubana por el
régimen castrista, más interesado en los programas sociales de control a
la población, como la "escuela al campo" o el molesto "trabajo
voluntario", a pesar de sus bajos niveles de eficiencia, así como en
todo tipo de experimentos y proyectos enloquecidos como la "vaca enana"
o los pollitos en criaderos en las casas, ha supuesto un notable atraso
para la agricultura.
Décadas de intervencionismo ideológico en la actividad agraria, de
colectivismo y de ineficiencia, han provocado, entre otros, el fenómeno
del abandono masivo de la población rural hacia las ciudades, el
deterioro de los campos, la postración del sector agrario, falta de
competitividad, incapacidad para alimentar a la población.
El desastre final llegó a comienzos de siglo cuando el comandante, en
persona, decidió la reconversión del sector azucarero y el cierre masivo
de ingenios con el abandono de campos de cultivo de caña.
Con ello, se puso fin a la industria más importante de la Isla desde los
tiempos de la colonia, a la vez que se perdía una de las fuentes
principales de financiación exterior de la economía.
Por ello, esta noticia que nos llega ahora sobre la instalación de
nuevos sistemas mecanizados de riego agrícola puede y debe valorarse de
forma positiva. Sin embargo, como todas las actuaciones que se realizan
en una economía de signo intervencionista, sin propiedad privada y
libertad de empresa, hay que cuestionar algunos de los elementos del diseño.
Una primera cuestión atiende a la apuesta decidida por el riego para
productos sustitutivos de importaciones como el tomate o el frijol.
Craso error. Una decisión que en el corto plazo puede tener alguna
utilidad, puede ser cuestionada si se plantea en términos de medio y
largo plazo, que es como se valoran realmente las inversiones. Si los
productos que se incentivan son los menos rentables desde el punto de
vista económico, a corto plazo se puede obtener algún resultado, pero a
medio y largo plazo, no se obtendrán retornos para la inversión, lo que
provocará su entrada en pérdidas Ojalá no sea este el caso.
Otro aspecto que merece atención es la superficie a regar en relación
con los costes de la inversión. Es cierto que la cifra es limitada: 255
hectáreas no representan nada especial, por lo tanto, para obtener una
idea de coste beneficio del proyecto se tendría que obtener información
del monto de la inversión realizada, y sobre todo, si la tecnología
utilizada es cubana o procedente del exterior, lo que complicaría
notablemente el análisis.
Adicionalmente, hay que preguntarse ¿por qué no se atienden las
necesidades de los nuevos arrendatarios de tierras y se prioriza a las
UBPC de la Empresa agropecuaria Paquito Rosales? ¿qué estamos, ante
criterios políticos o económicos? Las decisiones económicas se deben
medir en términos de rentabilidad y cuando no se hace así, los
resultados suelen ser imprevisibles y desastrosos.
Luego, la noticia queda relajada cuando parece que la entrada en
funcionamiento de las hectáreas regadas va por etapas. Al parecer,
primero la mitad, y el resto sine die, no se sabe muy bien lo que puede
ocurrir, sobre todo, cuando todo este trabajo se encarga, como no podría
ser de otro modo, a una empresa estatal, Empresa de Desmonte y
Construcción del territorio, de esas que los llamados "lineamientos"
quieren eliminar como sea, o ponerlas a funcionar de manera eficiente.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=33627
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