La discriminación racial y el fracaso del modelo de igualdad

La discriminación racial y el fracaso del modelo de igualdad
agosto 23, 2016 4:07 pm

Capdevila, La Habana, Osmar Laffita, (PD) Uno de los males del
periodismo oficial es que los que laboran en esos medios, por órdenes
impartidas por el Departamento Ideológico del Partido Comunista, están
obligados, cuando abordan un tema sensible, a no detenerse en las causas
que los originan, sino limitarse únicamente a hacer una semblanza de los
efectos, siempre y cuando la responsabilidad del Estado no se vea
cuestionada.

Ese es el caso de la periodista del diario Granma, Sheila Delgado Guerra
Di Silvestrelli, que en su artículo del pasado 17 de agosto titulado
"Hijos de un mismo amor, enemigo de un mismo odio", con un estilo
neobarroco afirmó que "el antagonismo racial en la Cuba de estos tiempos
era tema superado".

No obstante, parece que para Sheila Delgado Guerra el racismo no ha
desaparecido, desde el momento en que apela a la anécdota de "…la hija
que intenta persuadir a la madre de que su novio negro es un profesional
con cualidades, personales y materiales y la madre, para ocultar su
prejuicio raciales, convence a su hija que el novio del que habla es
casi blanco".

La periodista de Granma recurrió a falsos argumentos históricos y
antropológicos que al explicar que "…los lindes actuales del racismo
parecen viajar ida y vuelta entre el espacio físico y simbólico, por eso
las causas se deben a los vestigios todavía indisolubles del esclavismo".

Sheila Delgado apeló a la esclavitud, para justificar el racismo que
según la periodista aun existe en Cuba. Ese reconocimiento de la
existencia del racismo, aunque no haya sido su intención, constituye una
denuncia al régimen ante el fracaso de su política de igualdad de
oportunidades en la que no importa el color, uno de los estandartes que
ha enarbolado en los 57 años que lleva en el poder.

La periodista, sin detenerse en las causas del racismo, como si
residiera en una torre de marfil, afirmar que ante el racismo, hay que
"…afirmar la impotencia, la repugnancia por las miserias humanas que
corroen los pilares para una convivencia pacífica y civilizada, y sobre
todo, vergüenza, ajena por quienes así piensan y vergüenza propia por
tener que presenciar cómo el hombre involuciona hasta regresar a sus
ancestros primates".

El racismo en Cuba hay que asociarlo a la estratificación clasista,
propia de la sociedad capitalista, que terminó en Cuba con el
establecimiento del modo de producción socialista en 1961, en que
predomina la propiedad estatal. Todo lo que amparaba la separación de
las personas por el color de su piel desapareció: ante las nuevas leyes,
todos eran iguales.

En Cuba, todas las personas, independientemente del color de su piel,
tienen derecho al acceso a los estudios y para ocupar cargos en los
ministerios, empresas, el ejército, el servicio exterior. Para acceder a
ellos, solo se exige lealtad al gobierno, amén de los méritos que el
aspirante reúna.

De jure, el color de la piel no se tiene en cuenta, por tanto, el
racismo es algo que no tienen ningún respaldo legal. Pero el hecho de
que la mayoría de los ministros, directores de empresas, gerentes de
hoteles y de firmas extranjeras, embajadores, funcionarios de los
consejos de administración provincial y municipal, sean blancos, nos
puede hacer llegar a la superficial conclusión que se ha producido un
rebrote del racismo.

El principal responsable de velar por la igualdad racial y que los
espacios de oportunidades estén abiertos para todos los cubanos, sin
importar el color de su piel, es el Partido Comunista, pero en la
práctica permite que esto se vulnere. El Partido es quien dice la última
palabra en las comisiones de cuadros a la hora de aprobar o rechazar
aspirantes. Si la mayoría de los elegidos son blancos, entonces es el
Partido Comunista el responsable de ese resurgimiento del racismo de que
hablaba la periodista.
origenesmadiba@gmail.com; Osmar Laffita

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