Wednesday, January 18, 2017

Nuestro atraso tecnológico de Cuba

Nuestro atraso tecnológico de Cuba
17 enero, 2017 11:55 pm por Eduardo Martínez Rodríguez

El Cerro, La Habana, Emaro (PD) En 1922 Cuba fue la segunda nación del
mundo en inaugurar una emisora de radio, la PWX, y la primera nación en
radiar un concierto de música y en presentar un noticiero radial. En
1928 ya había 61 emisoras, 43 de ellas en La Habana. Cuba ocupaba en
número de radioemisoras el cuarto lugar en el mundo, solo superada por
Estados Unidos, Canadá y la Unión Soviética, y el primer lugar en número
de emisoras por habitantes y extensión territorial.

En 1935 Cuba se convirtió en la mayor exportadora para Latinoamérica de
libretos y grabaciones radiales. El cubano Félix B. Caignet fue el
creador de las novelas radiales.

La TV llegó a Cuba en 1950. Los primeros estudios estuvieron en un viejo
edificio en Masón y San Miguel, La Habana. En 1953 se construyó el
edificio Radiocentro, con los más modernos estudios de TV del mundo de
aquellos tiempos, CMQ. En 1958 fue el segundo país en tener TV a color.

En 1957 La Habana se convirtió en la segunda ciudad del mundo en tener
cine en 3D y multipantallas: el Radio Centro.
Como ven, Cuba se encontraba entre las líderes mundiales en muchas
esferas tecnológicas.

Cuando Fidel Castro tomó el poder, una de sus primeras acciones fue
intervenir y controlar absolutamente todos los medios informativos,
centralizando la radio y la TV en tan solo unas pocas emisoras.

Por décadas Cuba contó con tan solo dos canales televisivos, el 2 y el
6, que apenas transmitían unas seis horas en días intermedios y unas
diez los fines de semana. La programación generalmente resultaba pésima
y extremadamente politizada.

Nada raro resultaba en la pasada década que el Máximo Líder se
presentara en los estudios de Radiocentro, en especial durante el
horario de la Mesa Redonda (entre las seis y treinta y las ocho P.M.) y
extendiera su participación por varias horas adicionales sin que mediara
anuncio alguno o algún directivo osara recordarle que la población
esperaba otros programas.

Tal vez los lectores no recuerden o no sepan, que a inicios de la década
de los 80 los soviéticos regalaron un estudio completo para la
producción de TV en colores al Canal 6 del ICRT. Este estudio fue
montado y puesto en transmisiones casi de inmediato, pero lo más curioso
y dramático de este suceso fue que en Cuba casi no existían televisores
en colores.

Ante este absurdo, el gobierno se vio obligado a adquirir rápidamente en
Japón varios miles de telerreceptores con esta capacidad para
instalarlos en lugares públicos como círculos de descanso, etc. Estos
equipos se acomodaban en cajas de madera supuestamente impermeables que
quedaban bajo el cuidado de una institución o de alguna persona de
confianza designada, pero no se podían mover del lugar.

Un rumor que circuló fuertemente entonces fue que la televisión en
colores producía cáncer en la vista, lo cual se comprobó que no es cierto.

Años después comenzaron a llegar los telerreceptores marca Electrón para
la recepción en colores, pero el pueblo comenzó a llamarlos camaleones
porque solían poner el color que les daba la gana.

Por entonces, en la Impud de Santa Clara, con componentes rusos y
japoneses, se producían los excelentes televisores Caribe en blanco y
negro que se vendían a algunos afortunados a través de aquel nefasto y
reducido sistema de méritos laborales.

A partir de 1993, con la apertura de las primeras tiendas en divisa,
comenzaron a arribar y a popularizarse los para nosotros primeros
modelos de televisores en colores, muy en especial los de veinte pulgadas.

Hoy ya se venden algunos equipos de pantalla plana, pero a unos precios
exorbitantes. No existe aún la oferta de estos equipos con alta
definición, aunque se prueban dos canales con programación especial con
esta tecnología digital desde el año 2015. Un año después de los
primeros ensayos, ni siquiera se habla de ultra alta definición.

Desde 1993, cuando se autorizó el uso del dólar, el gobierno ordenó
-aunque no existen registros para tal documento, como sucedió después
con la no posibilidad de pago para estadías por parte de los nacionales
en nuestros hoteles- que no se produjeran en el país o no se importaran
radios que contaran con onda corta. Así se trata de impedir que la
población escuche la indeseable, peligrosa y subversiva Radio Martí. Las
personas intentan conservar a toda costa los veteranos radios soviéticos
analógicos como los excelentes modelos Selena o VEF.

El 30 de septiembre de 2016 se inauguraron nuevas diminutas áreas de
WiFi para un uso muy controlado, lento y deficiente a la población.
Asimismo, en la misma fecha, se anunció a bombo y platillo la
instalación de este servicio todo a lo largo de los ocho kilómetros del
Malecón.

El acceso de los cubanos a Internet es muy lento y está entre los más
caros del planeta.

Algunas compañías que se anuncian por MegaTV y Univisión que se
transmiten en Miami, pero que algunos de nosotros podemos piratear desde
aquí, ofertan una Internet de banda ultra ancha 24/7 a tan solo 19,99
dólares al mes. Esto viene siendo allá dos horas de salario mínimo
legal, y sin censuras por necesidades políticas como sí sucede con
Etecsa, monopolio controlado por la Seguridad del Estado.

Ahora tenemos algo de Internet, pero nuestro absurdo gobierno no permite
la venta de ningún modelo de laptop, absolutamente ninguno. Unos años
atrás se ofertaron en nuestras tiendas algunas notebooks a un
increíblemente oneroso precio de mil Cuc, con una pantallita de diez
pulgadas y un procesador de medio giga. Aquello parecía una burla.

Tampoco se venden PC de mesas de ningún modelo o marca. El pueblo, como
siempre, tiene que robárselas al Estado, sustraer las piezas de
repuestos de los centros de trabajo y armar sus engendros donde no
husmeen las autoridades. Otros más valientes las contrabandean y las
ingresan al país por los aeropuertos, intentado burlar los estrictos
controles de la aduana.

Ya hay quienes, desarrollando su intelecto y extraordinarias
habilidades, reparan mother boards, memorias RAM o microprocesadores con
un soldador de estaño y un par de pinzas para sacar cejas.

También se reparan los teléfonos con alta tecnología que en cualquier
otra nación serían desechados, así como se construyen antenas y
decodificadores para recibir la señal televisiva prohibida, lo que
todavía constituye un pecado.
Tampoco han podido detener el Paquete e intentan controlarlo y
modificarlo a su gusto.

Nuestro gobierno no desea cerebros ni emprendedores, pero si aceptaría
robots.

eduardom57@nauta.cu; Eduardo Maro

Source: Nuestro atraso tecnológico de Cuba | Primavera Digital -
https://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/nuestro-atraso-tecnologico-de-cuba/

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