Precios prohibitivos impiden a cubanos acceder a los mejores "paladares"
22 de enero de 2017 - 17:01 - Por IVÁN GARCÍA
La escasez de insumos y el auge del turismo internacional disparan los
precios en los restaurantes privados que estaban llamados a ser el
primer gran bastión del empoderamiento del pueblo de la isla
LA HABANA.- En el barrio pobre y mayoritariamente negro de San Leopoldo,
cuna de la picaresca, negocios clandestinos y el jineterismo en La
Habana, se encuentra La Guarida, probablemente el mejor restaurante
privado de Cuba.
Un negocio dirigido por Enrique Núñez, ingeniero en telecomunicaciones
reconvertido en empresario de fogones, donde una cena de cuatro de
personas, con vino incluido, no baja de 160 dólares al cambio para
cualquier turista deslumbrado con la apertura de pequeños negocios
familiares por parte del régimen comunista.
El folclor, la pobreza y el glamour a veces congenian. La Guarida está
flanqueada por un solar desvencijado de habitaciones estrechas y una
ostentosa escalera central con tintes art decó.
En la misma calle donde los vecinos se sientan en sillones de hierro y
pequeños bancos de madera, justo en la puerta de sus casas, parquean
flamantes automóviles con matrículas diplomáticas, de turismo o de pesos
pesados del Gobierno.
Romelio, 65 años, nacido y criado en la calle Virtudes, muy cerca de la
prestigiosa paladar, recuerda que "la Reina de España, Maradona y un
montón de famosos han venido a comer aquí".
Pero cuando le preguntan si alguna vez ha cenado o bebido unas copas en
La Guarida, el tipo sonríe y niega con la cabeza. "Qué va socio, esa
paladar es para millonarios. Me han contado que una cerveza cuesta cinco
cañas (dólares) y un plato de camarones no baja de quince", apunta,
mientras camina rumbo al muro del Malecón con una improvisada vara de
pescar.
Las reservaciones en La Guarida se pueden hacer por internet. "Pero es
un lío poder reservar una mesa. Siempre está lleno", señala un español.
En paladares como San Cristóbal, La Guarida o La Fontana, recomendadas
por revistas internacionales de alta cocina y en las cuales una cena
familiar puede superar los 200 dólares, es casi una misión imposible
reservar una mesa para el mismo día.
Existe una ruta en La Habana, insertada dentro del habitual itinerario
turístico, ya sea en la zona antigua de la ciudad, El Vedado o Miramar,
donde un almuerzo en un restaurante particular no baja de 25 dólares por
persona.
El éxito de las paladares en la isla es una combinación de tesón y
creatividad de sus dueños. A pesar de la escasez de insumos, a la cocina
tradicional o internacional le han dado un toque de gourmet con cierta
calidad.
Se han catapultados al éxito gracias al estruendoso fracaso de la
gastronomía estatal, repleta de holgazanes y rateros que viven lucrando
con la comida que pueden robarle a los comensales.
Thomas, turista suizo, cuenta que en el restaurante del hotel Parque
Central, supuestamente de cinco estrellas, "una cena para cuatro
personas, a base de sopa de tomate y solomillo de res y que no destacaba
por su presentación, me costó 120 dólares. Por eso cuando visito Cuba
prefiero comer en paladares. Aunque cada año suben los precios y a veces
la calidad no es la mejor. Pero siempre son preferibles a los
restaurantes estatales".
Según una información publicada el 20 de octubre de 2016 en el periódico
oficialista Granma, en La Habana existen más de 500 restaurantes de
trabajadores por cuenta propia. Pero alrededor de 150 clasificarían en
la categoría de paladares más demandadas y exitosas.
Y es precisamente en esta categoría donde los precios han aumentado en
un 30 por ciento en los últimos seis años. "Y si comparamos los precios
con hace quince o veinte años atrás, entonces el alza es de un cincuenta
por ciento. En el año 2000, una persona comía en un paladar de calidad
por 8 o 10 dólares. Ahora no baja de 20 o 25", recuerda un italiano
casado con una cubana.
Si un segmento de turistas, empresarios y diplomáticos se quejan del
alza de precios en los restaurantes particulares de la capital,
imagínense los habaneros. La mayoría jamás se ha sentado a la mesa de
uno de estos restaurantes privados cinco estrellas. Muchos ni siquiera
pueden ir a las de menor caché. En La Habana hay negocios gastronómicos
privados clase A, B y C, en dependencia del bolsillo.
Anselmo, jubilado, vende cigarrillos sueltos en una asilo de ancianos a
tiro de piedra de Villa Hernández, una paladar contigua al Parque
Córdoba, en la populosa barriada de La Víbora. "Nunca me he molestado en
mirar esa paladar. Para qué, si con mi pensión de mierda nunca podría
comer ahí. Lo que queda para nosotros los viejos y la gente que gana
sueldos de miseria, es comer pan con minuta de pescado o pizzas de mala
muerte en los timbiriches del Estado".
En las cafeterías estatales, casi siempre sucias, con mal servicio y
peor elaboración, una pizza cuesta cinco pesos y quince pesos una ración
de arroz congrí con un muslo de pollo. "Esa es comida que compran los
mendigos, alcohólicos, viejos y jubilados. La calidad deja mucho que
desear", comenta Mildred, estudiante de preuniversitario.
En los emprendimientos gastronómicos más alejados de La Habana Vieja,
Vedado o Miramar, las zonas más visitadas por turistas, el menú suele
ser más barato, pero las opciones gastronómicas más reducidas.
Por lo general, los platos son a base de carne de cerdo, pollo y
ahumados. "Pero ya es habitual que el dependiente, al tomar tu pedido,
te diga que fuera de la carta hay mariscos, carne de res, pescado bueno,
cordero y hasta caguama", subraya Dianelis, peluquera, que suele comer
con frecuencia en paladares de Santos Suárez, Luyanó y Lawton.
Y es que un amplio sector de los negocios particulares, para tener
mejores ganancias, suelen utilizar la doble contabilidad o trampas
financieras como una forma de evadir sus impuestos al fisco.
Para comer con mediana calidad en Cuba es recomendable visitar un
restaurante privado. En fecha señaladas como cumpleaños, bodas o fiestas
de quince, las familias acuden a paladares para celebrarlos. Si andan
cortos de dinero, van a la más barata o donde sirvan mayor cantidad de
comida.
"La comida gourmet es para los extranjeros. Los cubanos cuando tenemos
que comer en la calle nos gusta llenarnos la panza", revela Ignacio.
Pero no son muchos los que pueden hacerlo.
Source: Precios prohibitivos impiden a cubanos acceder a los mejores
paladares | Cuba -
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