Wednesday, May 23, 2007

CUBA: LAS PERSPECTIVAS DEL AZÚCAR EN LOS AÑOS 50 Y EN EL PRESENTE

CUBA: LAS PERSPECTIVAS DEL AZÚCAR EN LOS AÑOS 50 Y EN EL PRESENTE
2007-05-23. www.solidaridadconcuba.com
Jose Macicior, Solidaridad Española con Cuba

Mayo de 2007.- Dentro de poco más de un año se va a cumplir el 50
aniversario de la revolución cubana de 1959 y podría ser interesante
comparar las perspectivas de la industria cubana del azúcar de hace 50
años con las de ahora.
Cuba durante los años de la República y la dictadura de Batista fue un
país próspero y con una clase media creciente. Todos los indicadores de
la época la situaban muy por encima de España y de la mayoría de los
países sudamericanos (excepto Venezuela y Argentina). Prueba de ello,
fue la gran emigración española a la Isla y la gran calidad de la
expansión urbana de La Habana.

Los años cuarenta como los veinte fueron años de bonanza para el azúcar
y aunque la industria miraba con confianza al futuro, sus cimientos no
eran muy firmes ya que debía encarar cambios estructurales de
importancia para tratar de diversificar la economía del país muy
mediatizada por la eminencia del sector azucarero.

A pesar de que las producciones típicas de aquellos años se situaban
entre 5,5 y 6,5 millones de MT, no se invertía lo suficiente en
investigación y desarrollo y las leyes y regulaciones que regían el
cultivo, la producción y exportación impedían un desarrollo adecuado del
sector azucarero. Las regulaciones impedían por ejemplo incentivar a los
colonos más eficientes dañando su productividad y los sindicatos, muy
fuertes, apoyaban una legislación que impedía la mecanización del
cultivo y recolección. La fertilización y fumigación por medio de
avionetas agrícolas estaba prohibida. Esta situación institucionalizaba
una política de empleo y salarial inflexible, lo que ponía grandes
trabas a la eficiencia económica, no sólo del azúcar, sino del país en
su totalidad.

Los subproductos del azúcar se encontraban también muy descuidados ya
que no se invertían fondos suficientes en investigación y desarrollo.
Por ello el sector recibió en su día muchísimas críticas dada su gran
importancia para la economía cubana. Las aplicaciones del bagazo y las
melazas podían haber sostenido el despegue de la economía del azúcar y
su paulatina desvinculación con los mercados exteriores del dulce, pero
el descuido y desinterés constantes impidió que se desarrollaran
importantes industrias como la papelera y alimenticia. La bagaza es
materia prima para la fabricación de papel, cartón y energía y las
melazas tienen gran importancia como ingredientes importantes del sector
alimenticio y ganadero.

Un sector que sin embargo fue desarrollado a partir del azucarero fue el
energético. Las alcoholeras, desvinculadas en su gran mayoría de los
ingenios azucareros, llegaron a producir grandes cantidades de etanol.
Este sector surgió a consecuencia de las necesidades especiales surgidas
durante la segunda guerra mundial, que consiguió promover una política
energética única en la época ya que producía y consumía etanol como
carburante para automóviles y transporte por carretera. Este etanol,
producido a partir de melazas de caña, se mezclaba al 14% con las
gasolinas vendidas en la Isla, pero una asignatura pendiente fue el
fomento de su consumo por la industria local y por la maquinaria
agrícola. La producción de etanol se cifraba en 1949 en 51 millones y
medio de litros.

La consecuencia inevitable del estancamiento del sector fue un
encarecimiento del azúcar y su consecuente perdida de competitividad en
los mercados de exportación.
Los años 50 fueron años de toma de conciencia del problema por parte de
la industria azucarera que comenzó a tomar medidas que hubieran podido
llevar a un florecimiento del sector. Algunas faenas agrícolas como el
descardar, el acarreo de la caña hasta el ferrocarril y la preparación
de la tierra para la plantación, comenzaron a efectuarse con maquinaria
agrícola y el número de tractores pasó de 1.888 en 1946 a 15.000 en
1958. Sin embargo, la actitud de los sindicatos no varió y continuó
oponiéndose a la mecanización lo que impidió que el sector diera un
firme paso adelante y mejorara su competitividad y su posición en el
mercado mundial.

Al llegar la revolución en 1959 todos estos problemas fueron aparcados
por el nuevo régimen que concentro sus esfuerzos en su supervivencia. En
la vertiente económica, esto se consiguió gracias a que la Unión
Soviética compró, aunque no lo necesitara ya que era un gran productor,
todo el azúcar que los Estados Unidos dejaron de adquirir a La Habana.
La consecuencia negativa fue que, desde el principio de la revolución,
se enterró el deseo revolucionario de diversificar la economía y de esa
forma se selló la dependencia y el declive económico de la Isla.

Cuba, a instancias de la Unión Soviética se convirtió a partir de 1963
en su proveedor y en el productor especializado de azúcar del bloque
soviético ya que era éste el único producto que le interesaba a la Unión
Soviética. Todo el esfuerzo cubano se concentró en el objetivo de
proveer los grandes tonelajes que este nuevo mercado exigía.

Una vez conseguida la seguridad del mercado soviético, se diseño con
ayuda de aquel país un ambicioso proyecto de modernización y
mecanización de todo el proceso azucarero que desembocó en 1970 en el
deseo de producir la quimérica cifra de las 10 millones de TM que nunca
se consiguieron a pesar de los esfuerzos del régimen y del sacrificio de
la población que vio abolidas sus vacaciones y fiestas de Navidad. El
gobierno movilizó a los estudiantes, escolares, al partido, los
sindicatos, militares y burócratas para conseguir aquella cifra mágica.
El tonelaje conseguido fue de 8, 5 millones de TM, cifra a todas luces
importante pero que, dada la propaganda desplegada por el régimen, causo
una gran decepción y provocó además gran perjuicio a los demás sectores
de la economía que se descuidaron a causa del gran esfuerzo desplegado
en la campaña azucarera.

Tras un enorme bajón en la producción en los años 71 y 72 las cifras de
producción se recuperaron situándose en torno a los 6 millones de TM,
cifras similares a las inmediatamente anteriores a la revolución. Estas
cifras de producción se mejoraron llegando a los 6/7 millones a finales
de la década de los setenta y entre los 7 y 8 millones en la década de
los ochenta cuando la Unión Soviética fue mas generosa con su socio
tropical llegando a pagar hasta ¢50 la libra de azúcar. Tras la
disolución de la Unión Soviética la producción azucarera se colapsó
pasando de 8,1 millones en 1989 a 4 millones en 1993/96.

Hoy día, las posibilidades de recuperación de la industria cubana del
azúcar son remotas ya que se trata de un sector de capital intensivo y
Cuba sufre desde la revolución una crónica falta de divisas. Sus
ingenios son pequeños, antiguos y han sido muy descuidados por sus
gerentes políticos por lo que no es probable que vuelvan a ponerse en
marcha en las actuales circunstancias políticas. Por otro lado, los
nuevos regimenes de izquierda que surgen en Sudamérica probablemente no
ayudaran a Cuba en el sector azucarero ya que la mayoría son productores
y muchos competidores del dulce cubano.

A pesar de la falta de oposición de todo tipo, el régimen, al tener
prioridades diferentes de las económicas, no sólo ha sido incapaz en sus
casi 50 años de revolución de diversificar la economía cubana sino que
la ha hundido. Hoy, como ayer, Cuba depende de la generosidad de otros
estados para su supervivencia. Pobre Cuba, ¡pensar que tuvo ferrocarril
antes que Bélgica y España!

Fuentes:
Report on Cuba, International Bank for Reconstruction and Development, 1951.
The Cuban Revolution, Hugh Thomas, 1986.
Sugar Year Book, International Sugar organization.
Cuba a New History, Richard Gott, 2004.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10218

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