Monday, August 24, 2009

Vindicación de los bueyes

Vindicación de los bueyes
Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - En las últimas dos décadas,
después de la autodestrucción del mundo comunista en Europa del Este, la
tracción animal, y específicamente la ejercida por los bueyes, pasó a
ser vindicada por el régimen cubano, luego de varias décadas de
satanización.

En un reportaje publicado por el periódico Granma el pasado 27 de junio,
el autor se lamenta del desinterés que muestran los agricultores hacia
el uso del buey en las labores de preparación y acondicionamiento del
suelo. La utilización de los bueyes en los trabajos agrícolas, se
afirma, "cayó a planos secundarios sin nadie quererlo".

Como si fuera poco, el propio Raúl Castro, en su reciente intervención
en el parlamento cubano, hizo una verdadera apología de la utilidad y el
beneficio que reportan esos animales.

En cuanto a lo primero, el empleo de la tracción animal no sólo cayó a
planos secundarios, sino que su uso se convirtió en algo dañino asociado
con el subdesarrollo y la pobreza. Lo que resulta totalmente falso es la
injusta exoneración de culpas al afirmar que, la casi extinción de los
bueyes se produjo "sin nadie quererlo".

El hecho fue totalmente intencional y la animadversión al buey apareció
a los pocos meses del triunfo revolucionario con la creación del INRA
(Instituto Nacional de Reforma Agraria).

Como parte de la política de "engatusamiento" el nuevo gobierno surgido
tras la huida de Batista, mostraba ante la opinión pública un lote de
pequeños tractores italianos, llamados "picolinos", a la vez que
anunciaba su futura entrega al campesinado como solución al
"anacrónico, cruel e improductivo" uso de la tracción animal.

La burguesía cubana, de forma oportunista, pues ya avizoraba las
intenciones de sustituir una dictadura por otra, aunque ignoraba su
radicalidad, donaba tractores para congraciarse con el nuevo poder político.

Durante 30 años, mientras el novillo antillano mamó de la teta
soviética, la yunta de buey era asociada con el pasado capitalista, con
su secuela de explotación y miseria. Era, según este punto de vista,
reflejo de la indiferencia burguesa hacia el sufrimiento del campesino,
obligado a erguirse sobre el surco tras la huella del buey bajo el sol
quemante del verano criollo. La revolución, profundamente humanista
liberaría al campesino de tan inhumana forma de esclavitud mecanizando
la agricultura.

Y así fueron desapareciendo los bueyes de las cooperativas estatales
creadas por el gobierno, en un proceso vertiginoso que negaba la
experiencia agrícola acumulada durante siglos. La consigna era mecanizar
la agricultura y sembrar nuestros campos, más que de viandas y
hortalizas, de combinadas, tractores, sistemas de regadíos, procedentes
de las lejanas regiones que entonces formaban parte del bloque soviético.

Rápidamente, mientras se llenaba la campiña de hierros y aparatos de
todo tipo, iban escaseando cada vez más el fríjol, la yuca, el rábano y
la lechuga, en un paradójico proceso, al parecer insólito, pero que
confirmaba aquello de que "donde pone la mano el comunismo, sólo brota
la miseria".

Según el Ministerio de Agricultura existen actualmente 265 mil 120
bueyes. De acuerdo al censo ganadero efectuado en 1952, la cifra era de
cerca de 400 mil. O sea, el doble de animales. Un cálculo aritmético
elemental nos dice que entonces había un buey por cada quince cubanos.
Hoy, hay uno por cada sesenta.

Estoy a favor no sólo de la mecanización, sino de todo tipo de adelanto
científico técnico que, teniendo en cuenta la protección y conservación
del entorno, contribuya a potenciar la producción agrícola. Es algo más
que un disparate pensar que la creciente población mundial pueda
abastecerse de recursos agrícolas con el exclusivo empleo de la tracción
animal.
El gobierno lo sabe perfectamente, pero su fracaso económico le hace
promocionar este recurso como la mejor opción. Ello no quita que de
manera individual sea factible el empleo de la yunta en las pequeñas
parcelas agrícolas. Tal realidad siempre fue reconocida y practicada por
el campesino cubano que nunca abandonó su yunta y, si aún existen bueyes
en nuestros campos, es debido a la presencia, dedicación y sabiduría de
nuestros guajiros.

Cuba: Vindicación de los bueyes (24 August 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/agosto09/24_C_4.html

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