Wednesday, October 06, 2010

Los precios en Cuba

Los precios en Cuba
Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - No sólo en materia laboral
rige un gran desorden en Cuba. En todos los aspectos de la economía por
muchos años ha primado un ambiente de contradicciones y absurdos.
Resulta una burla la divulgada presencia en Cuba de una ley socialista
del desarrollo armónico y proporcionado, cuando lo imperante ha sido la
anarquía. Jamás estuvieron vigentes planes económicos coherentes, pues
meses después de iniciarse los supuestos períodos programados, los
caprichos de los altos niveles políticos hacían trizas las proyecciones.
Una realidad tempranamente denunciada por René Dumont, ingeniero
agrónomo francés, profesional de izquierda, con años de trabajo en China
y países del Tercer Mundo que, invitado a Cuba por el gobierno en los
años sesenta, pudo constatar la desacertada conducción del país, acerca
de lo cual plasmó sus criterios en su libro ¿Cuba Socialista?

Dentro de ese marco de inconsistencia económica, con una increíble
fragmentación de los mercados, doble moneda y ocurrencias descabelladas,
generadas por un voluntarismo irracional, también ha existido un
extraordinario desorden en los precios fijados por el Estado, por lo
regular impuestos arbitrariamente sin tomar en cuenta los costos
-frecuentemente desconocidos, al no existir una contabilidad confiable
en la mayoría de los centros productivos- entre otros factores
económicos. Así, una mercancía tiene varias cotizaciones, ya sea en el
sistema de racionamiento, los mercados libres estatales, los mercados de
libre oferta y demanda, las tiendas de venta en divisas o el
insustituible mercado negro, además de las frecuentes estafas - las
llamadas "multas"- impuestas a la población, la entrega de productos
con distinta calidad a lo ofertado o bajos de peso, y adicionales
trampas de los empleados en las tiendas estatales, como sustituir la
mercancía que se vende por sus propios artículos.

Además del "descubrimiento de la libra de 8 onzas", como señalara
recientemente un conocido intelectual, se ignora la calidad de los
productos para fijar los precios, y aunque metodológicamente se habla al
respecto, en la práctica una libra de papa u otro producto vale igual
tenga buena o mala calidad, sobre todo en los mercados estatales, que
son la mayoría. Fuente, por supuesto, de ganancias extras. Todo hecho en
centros laborales dirigidos por personal "confiable", casi siempre
militantes, y sin una adecuada supervisión de un Estado, que cuando se
trata de coartar la libertad de los ciudadanos es sumamente eficiente.

La abundancia de precios llega a un extremo en que hasta en el sistema
de racionamiento, la llamada libreta de abastecimiento, un producto
puede tener dos precios; las primeras 5 libras de arroz cuestan 25
centavos, y las dos restantes 90 centavos. Puede suceder que en el mismo
local, o muy cerca, el Estado venda arroz por la libre a 3.50 pesos la
libra, o sea de 3.8 a 14 veces el precio del vendido racionado, lo cual
permite hacer traslados con tremenda facilidad y ganancias
extraordinarias. El mismo arroz en la bolsa negra actualmente se cotiza
a más de 10 pesos la libra y en las "shoppings" –tiendas estatales de
venta en divisas- se comercializa con un poco de mejor calidad y
presentación a un equivalente de alrededor de 17 pesos la libra.

Con variaciones, esto ocurre con el huevo, los frijoles. y todos los
productos, lo que ha creado condiciones ideales durante decenios para la
especulación en un ambiente de descontrol y falta de supervisión, donde
los registros contables casi no existen, y los que hay no son verídicos,
con el agravante de la dualidad monetaria.

Por otra parte, los precios varían grandemente, como sucedió con la papa
el año pasado, que de racionada a 0.40 centavos de peso la libra, pasó a
liberada a un peso la libra. Mientras, las estadísticas oficiales
siguen insistiendo en que no existe inflación o es insignificante;
incluso en 2008 y 2009, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE),
hubo un descenso de 0,1% del Índice de precios al consumidor en ambos
años. Esto hace recordar la falsedad hoy derrumbada de que en nuestro
país había pleno empleo, cuando se ha anunciado oficialmente que sobran
1 millón 300 mil trabajadores hasta ahora empleados.

Por tercera vez desde el 8 de septiembre de 2008, se ajustaron los
precios de los distintos tipos de gasolina y el diesel. El 27 de
septiembre el aumento estuvo entre el 10,0-18,0% -de acuerdo al tipo de
combustible-, aduciéndose la necesidad de poner las cotizaciones
internas al nivel de las internacionales. Según las cotizaciones del
barril de petróleo del tipo West Texas Intermediate (WTI), el incremento
a mediados de septiembre fue de 8,3%, con respecto a igual período del
pasado año (The Economist 18/9/10), sustancialmente por debajo del alza
decretada en Cuba. Esto sin considerar que las importaciones de
combustibles proceden fundamentalmente de Venezuela en condiciones
preferenciales, con financiamiento a largo plazo para la mayor parte de
los alrededor de 100 mil barriles recibidos diariamente.

El engrosamiento de los precios de los combustibles ejercerá una fuerte
presión al alza de los precios de los productos y los servicios, muy en
especial en el transporte, así como la producción manufacturera y la
agricultura. El consumo de combustible es un elemento importante en la
formación de los costos y se reflejará inevitablemente en los precios
al consumidor. En 2010 también incide la eliminación del racionamiento
del cigarrillo, a razón de tres cajetillas de tabaco negro a 2 pesos
cada una por persona mensualmente, y 1 de tabaco rubio a 2.50, vendidos
a los nacidos después de 1954. Las cajetillas que antes eran ofertadas
por la vía de la libreta, ahora se venden a 7.00 y 7.60 pesos,
respectivamente, en el mercado.

Incrementos de precios también han estado presentes en las tiendas
recaudadoras de divisas. Por ejemplo, el picadillo de res, marca Oro
Negro, paquete de 500 gramos, recientemente tuvo un aumento, de 2.50 a
2.70 convertibles (CUC), o sea, un alza del 8,0%. Para que un ciudadano
pueda comprar 1 CUC, de forma legal y en el lugar establecido, tiene que
pagar 25 pesos moneda nacional.

El ascenso de los precios, sin una debida compensación, seguirá
afectando el salario real de los trabajadores y las pensiones de los
jubilados. Ello será objeto de otro análisis.

http://www.cubanet.org/CNews/year2010/Oct2010/06_C_2.html

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