07-05-2011.
Elias Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- El debate sobre los cambios económicos que
necesita Cuba para salir del atraso al que ha sido condenada por una
opción de política estalinista durante medio siglo está tomando
derroteros peligrosos.
Tan pronto, nos acercamos a una mesa redonda en la revista oficial
Temas, en la que un grupo de estudiosos y ex políticos del régimen
entonan un mea culpa sobre las consecuencias del período especial, sin
pronunciar en ningún momento cuál es la única salida para tanto
desastre, como nos encontramos a Eusebio Leal, historiador de la Habana,
convertido en moderno hotelero defendiendo las ventajas de esta
actividad como apoyo a la cultura cubana.
Tanto ejercicio de travestismo mental no puede ser positivo para la
economía, que no está para este tipo de juegos. Los que ahora parecen
querer rasgarse las vestiduras, tras la mirada complacida del menor de
los Castro, heredero de todo el poder procedente de su hermano, están
jugando a un juego peligroso cuyas consecuencias pueden ser, si cabe,
mucho más peligrosas para la economía cubana que las resultantes de la
aplicación descontrolada de las medidas contenidas en los "Lineamientos".
Vengo señalando desde hace algún tiempo, que las autoridades no tienen
un cronograma para fijar las prioridades de las reformas económicas. Me
alegro al observar que economistas de la categoría de Oscar Espinosa
Chepe, vienen a coincidir con este planteamiento en un artículo reciente
en El Nuevo Herald. Creo que no existe voluntad política de transformar
nada, ni conocimientos básicos para llevar adelante las reformas que
necesita la economía cubana, y mientras tanto, los que se declaran
"responsables" se dedican a un juego peligroso que no sabemos muy bien a
qué obedece. Lanzando argumentos que carecen de cualquier sentido, y
escondiendo en todo momento cuál es la receta fundamental que necesita
la economía cubana para superar su atraso de medio siglo, no se llega a
ningún sitio.
¿Cómo si no interpretar la referencia en Granma a la recuperación de la
cosecha de azúcar, con 1,1 millones de toneladas, cuando sabemos que
este sector, por obra y gracia del comandante en jefe, fue
reestructurado completamente a comienzos del siglo? Por mucho que se
esfuercen en poner en marcha la obsoleta maquinaria heredada de décadas
de ausencia de inversiones con inteligencia empresarial, no van a
conseguir estimular el sector. Este necesita mucho más que inversiones,
en su estado actual. Me atrevo a afirmar que la entrada de capital y
tecnología extranjera, mano de obra procedente de otros países, diseño
de nuevos productos y mejores canales de comercialización, no serían
suficientes para salvar a la industria azucarera cubana.
Entonces, ¿a qué viene que Leal quiera abrir un hotel en el Malecón, o
que un grupo de expertos debatan en Temas sobre las consecuencias del
período especial sin abordar la cuestión esencial de los cambios?
La economía cubana no está para este tipo de juegos. Hay que entender
cuanto antes que la única salida de su atraso e ineficiencia es el
retorno inmediato a un sistema estable y respetuoso de derechos de
propiedad, compatible con el ejercicio por cuenta propia de actividades
económicas empresariales, orientadas por el criterio del beneficio y la
acumulación. Sin empresarios reales, dueños de sus activos, de su propio
destino, con capacidad para asumir riesgos y fracasar para volver a
levantarse, la capacidad de desarrollo de la economía cubana quedará muy
reducida. La demostración más clara es que el modelo estalinista
implantado por Fidel Castro dejó de funcionar en 1967 cuando se confiscó
la totalidad de la riqueza existente en el país, y los cubanos perdieron
sus propiedades. Desde entonces, la economía ha ido de mal en peor.
Hay que devolver a los cubanos la riqueza que puedan construir con su
trabajo, con su esfuerzo, dedicación y compromiso. Y esto se tiene que
realizar cuanto antes, no admite dilación. Esto no quiere decir que se
esté defendiendo la existencia de desigualdades sociales. Ya existen y
son bien conocidas, y no tienen su razón de ser en el esfuerzo, el
trabajo, la creatividad o la imaginación. Cualquier proceso de
desarrollo basado en la acumulación de capital debe conducir a una
cierta desigualdad, pero los sistemas tributarios se diseñan para
moderar esas diferencias y obtener ingresos con los que financiar la
actividad estatal.
A continuación, se necesita abandonar cualquier criterio
intervencionista en la economía. Se acabó la edad de oro de los
burócratas planificadores del partido que se creen que todo lo saben, y
que no cometen más que errores y equivocaciones en las previsiones. El
mercado como instrumento de asignación y los precios como signos de
información deben aparecer en la práctica totalidad de las actividades
económicas de la Isla. Se deben suprimir todos los monopolios estatales,
y en su caso, obtener ingresos de la venta de empresas estatales, si es
que alguien las desea adquirir, reduciendo el tamaño del sector público
a una medida compatible con las dimensiones reales de la economía cubana.
Derechos de propiedad y mercado son la única solución. Quiénes ahora se
dedican a reflexionar sobre el sexo de los ángeles están haciendo un
flaco favor al futuro de Cuba y de los cubanos. No hay alternativa.
Podremos discutir sobre el tamaño del sector público o qué servicios
deben quedar bajo condición es de gratuidad y el alcance del sistema
tributario, pero no existe otro modelo que la empresa y el mercado para
que una economía funcione. Hasta que no se asuma esta realidad, se
estará perdiendo un tiempo muy valioso.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=32186
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