[16-12-2011]
Elías Amor Bravo
(www.miscelaneasdecuba.net).- Desde hace mucho tiempo venimos señalando
que, por mucho que las autoridades se empeñen en afirmar lo contrario,
el sector turístico cubano no lleva la evolución que sería deseable.
Un ejemplo viene a cuento con la información que se publica en Granma
hoy 13 de diciembre, en la que a bombo y platillo se habla de que ha
llegado a Cuba el visitante 2.531.745, lo que supone superar las cifras
del año anterior.
Que la cifra sea más elevada está bien, lo que tampoco supone éxito
alguno es que el dato se alcance prácticamente cuando quedan dos semanas
para concluir el actual ejercicio. Quiere ello decir, que durante 11
meses, la actividad turística en la Isla ha permanecido prácticamente
estancada, y que lejos de registrarse un año especialmente relevante
como ha sucedido en otros destinos turísticos más consolidados del
Mediterráneo e incluso del Caribe, el balance final que pueden aportar
las autoridades turísticas del régimen castrista, deja mucho que desear.
Este resultado de 2011 coincide con una cierta recuperación del turismo
procedente de Canadá, como principal emisor, y del Reino Unido en
Europa, mercados que tradicionalmente no han sido especialmente
relevantes para el turismo cubano, que tiene su origen en España, Italia
o Francia. En la nota informativa del gobierno se destaca que "la
mayoría de los restantes mercados europeos también creció, destacándose
Rusia, así como otros países de América Latina, entre ellos el
significativo crecimiento que está teniendo Argentina".
Y aquí viene nuestra modesta aportación. Los expertos en estrategia
turística sostienen que el crecimiento continuo de las cifras de
visitantes, como sitúa el régimen los éxitos de su política, el ogro de
"records anuales", no es tan relevante para determinados productos
turísticos como la apuesta firme por un segmento de calidad y de alto
poder adquisitivo, que en menor número, mantenga en el tiempo una
fidelidad constante y una preferencia por los atractivos de ese producto
que se le ofrece en un determinado país.
El sector turístico cubano, inserto en el área del Caribe donde cada vez
se concentra un mayor volumen de actividad a nivel internacional, se
encuentra huérfano de este tipo de diseño estratégico que suele ser
competencia de las empresas privadas que mejor que nadie conocen el
sector y la actividad. El excesivo protagonismo de un gobierno que es
dueño de las instalaciones hoteleras y cede la gestión a empresas
internacionales, está vaciando de contenido la apuesta de la industria
turística cubana, en su primera fase de desarrollo, limitando sus
posibilidades reales de crecimiento sostenible.
Si a ello se añade el riesgo inherente a la "revolución petrolera" que
el régimen quiere impulsar en las aguas transparentes y cristalinas de
los mares que rodean la Isla, riesgo más que real de cualquier derrame
por inesperado que pueda ser, las amenazas que gravitan sobre el modelo
inexistente de turismo, son ciertamente muy graves.
Pienso que Cuba, una vez que se recuperen sus libertades políticas y
económicas, tiene un gran futuro como potencia turística de acogida.
Simplemente con que se active el regreso pacífico de los dos millones y
medio de exiliados que viven en el exterior, ya se superarían las cifras
"record" de las que se vanaglorian las autoridades.
Pero existe campo para el desarrollo de esta actividad en tanto en
cuanto el estado castrista deje de ocupar el papel de "hotelero" mayor
del país, y ceda espacio a la iniciativa privada real. Imagino Cuba
formada por pequeños hoteles urbanos y rurales, localizados en las
villas históricas y en las antiguas haciendas que aún se conserven, y en
los recintos de esas bellas ciudades del interior, para un viajero de
alto poder adquisitivo y que busca experiencias que le reconforten. La
participación privada en ese modelo es absolutamente fundamental.
No coincido con las autoridades en que la cifra de dos millones de
turistas al año garantice un adecuado posicionamiento en el escenario
turístico mundial. Mientras que en una agencia de viajes española se
comercialicen paquetes a Cuba de una semana en el rango de los 800 a los
1.200 euros, el posicionamiento sigue sin estar bien definido, y se
encuentra sometido a los vaivenes de un mercado y una demanda que es
cada vez más elástica.
Los responsables del turismo en el régimen deberían saber que en un
sector como el turístico, el crecimiento de la competitividad no depende
solo de la calidad y diversidad del producto ofrecido, o de la
estabilidad y seguridad a los clientes y del trato amable. Que todo eso
ya se da por descontado cuando un viajero decide pasar sus vacaciones en
las playas cubanas, única oferta disponible en los mercados mundiales.
La competitividad depende, de forma muy notable, de la existencia de una
oferta complementaria de calidad integrada por actividades
gastronómicas, culturales, musicales, de ocio y tiempo libre, de
automóviles de alquiler, de gasolineras, de servicios de atención, de
tiendas donde comprar recuerdos libremente, de establecimientos
financieros en los que realizar operaciones de todo tipo, de negocios de
alquiler de barcos de pesca, de alquiler de caballos, de equipos de
buceo, de tablas de windsurf, o cualquier otro entretenimiento, de, etc,
etc, un sinfín de elementos y de activos que hacen placentera y
agradable la estancia, pero que en Cuba ante la ausencia de la propiedad
privada y la libre empresa se echan a faltar. No es posible que el
estado, por muy eficiente que quiera ser, se dedique a este tipo de
actividades. Simplemente es absurdo pensar en ello.
Es en este ámbito del turismo donde la libre empresa y la economía de
mercado piden a gritos un cambio real en la política de las autoridades.
Cambio que, una vez más, se niega al pueblo cubano.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=34604
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