Saturday, May 26, 2012

EU: Escenarios para la transición en Cuba

EU: Escenarios para la transición en Cuba
Marcelo Raimon
25 de mayo de 2012

WASHINGTON (apro).- En esta ciudad y en Miami parece existir un regreso
a los años noventa, cuando muchos daban por descontado que la caída del
comunismo en Rusia y Europa llevaría también al final de la Revolución
en Cuba.

Ahora los motivos del entusiasmo son distintos: las reformas firmadas
por Raúl Castro, la salud de su hermano Fidel, la enfermedad del
presidente de Venezuela, Hugo Chávez, la apuesta por la exploración
petrolera. Y tanto el exilio cubano como los habituales sectores "duros"
de la política y la diplomacia estadunidense están muy activos y a la
expectativa, con libros, conferencias y declaraciones.

El pasado 16 de mayo, por ejemplo, el American Enterprise Institute
(AEI), el think tank que tiene entre sus principales estrellas al
exsubsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Roger Noriega,
organizó un panel cuyo título olía a esperanza: La Cuba post-Castro:
¿Qué futuro dejará Raúl detrás?

Apenas dos días después, otro destacado centro de estudios de los
conservadores en Washington, la Heritage Foundation, celebró un "Acto de
solidaridad con el pueblo de Cuba". En vísperas de un nuevo aniversario
de la fecha de la Independencia, los panelistas en el Heritage, entre
ellos el periodista disidente Normando Hernández, uno de los 75
detenidos en la "primavera negra" del 2003, afirmaron que "la lucha por
la libertad continúa" en la isla.

Introducido por Noriega, exasesor del senador republicano Jesse Helms
(quien diseñó la ley de Helms-Burton y uno de los políticos más
furiosamente anticastristas del país), el encargado de abrir la mesa de
discusión en el AEI fue el exfuncionario de la CIA y ahora escritor
Brian Latell, quien acaba de publicar el libro Los secretos de Castro,
en el que revisa el papel de Fidel como el "maestro espía supremo" de La
Habana.

Latell, investigador con el Instituto de Estudios Cubanos y
Cubano-Estadunidenses de la Universidad de Miami, hizo que sus
compañeros de panel menearan la cabeza y se encogieran de hombros cuando
afirmó que, a su juicio, "las reformas económicas que implementó Raúl
son las más significativas desde mediados de los sesenta y son
irreversibles".

El escritor pasó lista de los cambios en materia agrícola que está
implementando el gobierno de Castro y, en particular, los permisos
concedidos para ejercer profesiones independientes o iniciar pequeñas
empresas en 187 categorías.

El exagente recordó que son las propias autoridades cubanas las que
subrayan que actualmente hay 370 mil personas en esa economía paralela y
que se espera que ese número llegue a 600 mil para fines de este año.

Cada vez más cubanos "dependen menos del régimen y ven con menos
simpatía los controles" sobre la economía, dijo Latell. Se trata,
aseveró, de "una nueva y vigorosa realidad, es una nueva Cuba, no en
términos políticos, pero es una nueva Cuba", añadió el investigador,
quien, como dato de color, destacó la aparición en la isla de sitios de
internet de compra y venta de bienes y servicios, como Cubisima.com y
Revolico.com.

"En ellos se puede comprar, por ejemplo, un penthouse en el Vedado por
un millón de dólares", apuntó.

Los panelistas en la mesa del AEI, al igual que los del Heritage, se
mostraron en desacuerdo con Latell y estimaron que las reformas sirven
solamente para que Castro "compre tiempo" para su gobierno. "Raúl –dijo
Noriega– es el guardián ideológico de la Revolución" y por ahora sólo
queda preguntarse "¿qué dejará atrás cuando el benefactor venezolano
Chávez pierda su batalla con el cáncer y sus sucesores estén mas
preocupados por su propia supervivencia" que por la del gobierno de La
Habana?

Entrevistado por Apro, Ray Walser, uno de los analistas senior del
Heritage y moderador de la mesa sobre Cuba, señaló que puede ser que
"las reformas no vayan a poder revertirse en términos de reconstruir una
economía completamente socialista", sin embargo, continuó, los cambios
"están designados primariamente a ganar tiempo y permitir a los Castro
una salida digna del escenario mundial".

Reversibles o irreversibles, es evidente que las reformas están
provocando un alboroto en Estados Unidos, en especial en el exilio de
Miami y los "halcones" de Washington. De hecho, el panel en el Heritage
fue abierto por el diputado Connie Mack, republicano por Florida y uno
de los principales miembros del bloque anticastristas en el Congreso.
Una de sus colegas, Ileana Ros-Lehtinen, no pierde oportunidad para
disparar contra La Habana y se refirió al país caribeño, de manera
profundamente negativa, durante una reciente conferencia sobre libertad
de expresión en América Latina que se llevó a cabo en el Congreso
estadunidense.

La intensidad del renovado debate, por cierto, tiene mucho menos que ver
con el insignificante impacto económico de una eventual normalización de
las relaciones con Cuba que con el ya antiguo enfrentamiento ideológico
entre La Habana y Washington. El conflicto capitalismo-comunismo se
ilumina en el caso cubano de una manera mucho más visceral de lo que
ocurre, por ejemplo, en el frente de las crecientes relaciones
comerciales con China o Vietnam.

Pero, si bien "gran parte de la resistencia a hacer negocios con Cuba
tiene raíces políticas e históricas, la marea está cambiando", dijo a
Apro la investigadora Barbara Kotschwar, autora junto a Gary Clide
Hufbauer del libro Restaurando las relaciones económicas con Cuba, que
está por publicar el Petersen Institute for International Economics
(PIIE), otro centro de estudios de Washington.

Según Kotschwar, existen "encuestas que señalan que las nuevas
generaciones de cubanos-estadunidenses se sienten mucho menos ligados a
la política del embargo respecto de sus padres y abuelos, y son más
proclives a algún tipo de compromiso" con Cuba.

"Es muy probable –continuó– que con el paso del tiempo Estados Unidos
adopte una política más pragmática respecto de la isla y empiece a hacer
negocios con los cubanos, aunque el sistema de gobierno cambie de manera
gradual o mantenga algunos aspectos del socialismo."

En ese sentido, Walser, un exfuncionario del Departamento de Estado,
contrastó que, en su opinión, "Estados Unidos tendrá dificultades en
normalizar las relaciones con un Estado represivo, y de partido único",
incluso en el caso de que "los hermanos Castro desaparezcan del escenario".

En sintonía con el pensamiento de los sectores más conservadores, Walser
estimó que las reformas en Cuba son solamente "significativas en
términos de simbolismos y, en general, para el pueblo cubano, pero no
están designadas para construir una economía moderna y dinámica, sino
para aliviar el peso sobre el Estado, reducir la inflada fuerza de
trabajo y enfrentar una crisis económica masiva".

"Las puertas no están abiertas para inversiones extranjeras masivas,
libertad económica o verdadero espíritu empresarial", añadió. Frente a
eso, dijo, "Estados Unidos seguirá esperando al final del régimen de los
Castro, y por una apertura económica y política genuina".

Menos terminante, Kotschwar dijo que, si bien "es peligroso calificar
las reformas de 'irreversibles', en especial si se recuerda que las
reformas en el frente de las inversiones de mediados de los años noventa
se revirtieron rápidamente cuando cambiaron las circunstancias", se
puede decir que los cambios implementados por Raúl Castro "parecen estar
marchando al ritmo de la situación económica del país".

"Sin fuentes obvias de financiamiento externo o interno –a menos que los
depósitos de petróleo en el Golfo de México puedan dar más ganancias de
lo que se espera–, el gobierno es incapaz de mantener la fuerza de
trabajo o la productividad en importantes sectores, como la
agricultura", por lo que las reformas parecen ser imprescindibles, dijo
la investigadora.

"También es importante destacar –agregó– que los cubanos parecen estar
abrazando una cultura empresarial, aunque sea limitada".

En el frente petrolero, por cierto, en estos días se conocieron malas
noticias para el gobierno de La Habana, cuando la compañía española
Repsol anunció que el primero de los tres pozos que tenía planeado
perforar en el Golfo de México para extraer el crudo cubano fue un fracaso.

Entretanto, mientras se sigue esperando el desenlace de las reformas, de
la novela del petróleo y se especula sobre el ajedrez político de La
Habana, en Estados Unidos sigue esperando pacientemente un actor que
espera poder jugar un papel fundamental en el futuro cercano de la isla:
el exilio en Miami.

El especial interés de Estados Unidos por Cuba se puede explicar en
parte no solamente por el hecho de que la isla se encuentra a "apenas 90
millas de Florida", sino por la influyente presencia del exilio en
Miami. Y es allí donde se pueden recolectar algunos números que
alimentan este enfrentamiento casi "familiar" que se esconde detrás del
conflicto Washington-La Habana.

Según la Cuba Property Rights Initiative (CPRI), existen actualmente 5
mil 913 reclamos de propiedad de exiliados cubanos que sufrieron
expropiaciones, por un valor actualizado de alrededor de 7 mil millones
de dólares.

Participante en la conferencia en el AEI, el director de la CPRI, Javier
García-Bengochea, afirmó que la falta de leyes sobre la propiedad
representa "el problema económico fundamental" en Cuba, y claramente una
de las mayores, si no la mayor, preocupaciones del exilio.

Si bien son crecientes las versiones sobre interés de corporaciones de
Estados Unidos en hacer negocios en Cuba –sectores como el turismo y el
petróleo hacen soñar a muchos ejecutivos–, los estadunidenses "tienen
que entender que ningún emprendimiento" en la isla "tendrá protección
legal", advirtió García-Bengochea.

Con una visión más hacia la izquierda, el analista Saul Landau, del
Institute for Global Communications (IGC), también de Washington,
disparó que "a Estados Unidos no le importan las reformas en Cuba,
solamente quiere que sus líderes mueran y que sus sucesores se rindan".

Al fin y al cabo, dijo Landau a Apro, "no es el sistema económico cubano
lo que mueve la hostilidad de Estados Unidos, sino la desobediencia, una
práctica que Fidel perfeccionó y que, está a la vista, logró extender
por décadas".

En ese marco, dijo el comentarista, las reformas de Raúl Castro se
explican simplemente porque "la economía de Cuba no está funcionando".

"Los cubanos están cambiando, de manera lenta pero segura –estimó
Landau. Sin embargo, no será ese cambio lo que impulse a Estados Unidos"
a cambiar su posición, dijo.

La visión desde Washington y desde Miami combina la excitación por las
reformas y el presunto cambio de mentalidad de los cubanos con una
importante cuota de prudencia.

Si Cuba se sigue moviendo hacia una economía mixta, en la isla existen
amplias "posibilidades, desde el sector de la biotecnología al turismo,
pasando por las energías alternativas", afirmó Walser. Pero, como
condición para una participación de capitales foráneos, "el régimen
tiene que desmantelar su asfixiante burocracia, aceptar sociedades
genuinas con compañías extranjeras y aceptar la creatividad de la
diáspora", añadió.

Kotschwar, por su lado, puso el lado comercial del conflicto en
perspectiva. "Es poco probable que un cambio en Cuba tenga un impacto
considerable en Estados Unidos, teniendo en cuenta la disparidad en
tamaño de ambos países". En todo caso, dijo, "tendrá un impacto en la
política, y en especial sobre las comunidades cubanas en lugares como
Florida y Nueva York."

"Muchas empresas estadunidenses verán a Cuba como un importante mercado
adicional", pero no mucho más que eso, señaló la investigadora, quien
también destacó las reformas como muestra de que Raúl Castro eligió una
opción "gradualista" para convertir la economía cubana.

En un artículo publicado por la revista Foreign Policy en este mayo
abundante en paneles y ensayos sobre Cuba, el analista Jaime Suchliki,
también anticastrista, recordó que "en los primeros años noventa, mucha
gente esperaba que el régimen comunista" de La Habana "colapsara".

"Aquellos de nosotros que seguimos la situación de cerca conocemos bien
cómo terminó esa historia y los hechos siguientes alimentaron nuestra
prudencia", escribió en la nota, titulada Alistándose para la vida
después de Castro. Suchliki asegura que "la transición post-Castro, en
efecto, algún día llegará, pero cuando eso ocurra, promete ser un largo
y complicado proceso".

Un largo proceso que, esperan los "exiliados" y los "halcones" de la
diplomacia en Estados Unidos, llegará tras otro largo periodo de un
enfrentamiento ideológico que ya entró en la historia. Y cuando ello
ocurra, bromeó el analista Landau, será la hora de que "Fidel entre al
libro Guinness de los récord por su desobediencia" frente al mundo
capitalista que ahora se frota las manos esperando su salida y la de su
hermano.

http://www.proceso.com.mx/?p=308779

No comments: