Economía, Embargo
El "numerito" del embargo y las patrañas del castrismo
La Habana pretende diseñar la política exterior de Estados Unidos a su
conveniencia
Eugenio Yáñez, Miami | 16/11/2012 9:09 am
El que pretenda seguir las relaciones entre el Gobierno cubano y Estados
Unidos a través de la prensa del régimen pudiera llegar a pensar que la
política de la nación más poderosa del planeta se establece y se aprueba
en La Habana.
Cada vez que se celebra la Asamblea General de la ONU el Gobierno cubano
presenta una propuesta de resolución condenando "el bloqueo" de Estados
Unidos contra "Cuba", tergiversando el hecho cierto de que se trata de
un embargo y no de un bloqueo, y de que no ha sido establecido contra
Cuba sino contra su gobierno tiránico. Hasta la falta de boniatos y
calabazas es culpa del "bloqueo".
La batalla de la propaganda, sin dudas, la ha ganado la dictadura
cubana. Este año, como ha sido norma últimamente, el voto a favor del
Gobierno cubano resultó abrumador: 188 votos aprobando la resolución, 3
en contra (Estados Unidos, Israel y Palau) y 2 abstenciones (Micronesia
e Islas Marshall).
Pareciera que el régimen se alegra tanto con estos resultados que
comienza a pedir y pedir como si fuera una lista de regalos para Los
Reyes Magos. Según Juventud Rebelde, "sobre la base del respeto a la
soberanía cubana y la igualdad de condiciones, el Ministro del Exterior
de la Isla reiteró la disposición de la Isla a un diálogo para la
normalización de relaciones, lo cual pasaría por una agenda en la que el
levantamiento del bloqueo, la compensación por daños a Cuba, su retiro
por EEUU de la espuria lista de países terroristas, la devolución del
territorio ocupado ilegalmente por la base naval de Guantánamo, la
abrogación de la Ley de Ajuste cubano y de la política de 'pies secos y
pies mojados', el fin de las agresiones radiales y del financiamiento a
la subversión interna, así como el regreso a la Isla de los cinco
cubanos injustamente encarcelados en EEUU —un elemento esencial, dijo—,
serían puntos principales".
Larga lista de exigencias, ¿a cambio de qué? A cambio de nada. El
régimen no ofrece nada a cambio. Hasta los niños pequeños saben que hay
dos maneras de negociar: el clásico tira y afloja, ofreciendo y
solicitando concesiones, hasta llegar a una situación aceptable para
ambas partes, o la posición del guapo del barrio, que lo exige todo a
cambio de nada. Esa segunda posición de guapería es la que pretende
mantener el Gobierno cubano en estos momentos. El único problema para el
régimen es que ni es el guapo del barrio, ni Estados Unidos le tiene
miedo, y lo peor de todo es que el barrio, literalmente, se está cayendo
a pedazos todos los días.
La semana pasada, cuando se anunció la reelección de Obama en las
elecciones presidenciales, surgieron de inmediato los comentaristas
"sabihondos" que pretendían señalar lo que debería hacer o no el
Gobierno de Estados Unidos con relación a Cuba, olvidando alegremente
que los gobernantes de esta nación responden a sus votantes, los
ciudadanos estadounidenses, y no a los deseos o las digresiones etílicas
de quienes odian a este país.
El Gobierno cubano sabe perfectamente que una cosa es lograr la
aprobación abrumadora de una resolución aparentemente justa (que ignora
los orígenes y las causas del embargo), en la Asamblea General de
Naciones Unidas (nunca ha propuesto la misma resolución en el Consejo de
Seguridad), que pretender que Estados Unidos se doblegue ante una lista
de supermercado barato, exigiendo, entre otras cosas, la devolución de
la Base Naval de Guantánamo, la liberación de los espías condenados de
la Red Avispa, la eliminación de una ley estadounidense, la
"compensación" a Cuba por supuestos daños del "bloqueo", la eliminación
de Radio Martí, o borrar al Gobierno cubano de la lista de países
promotores del terrorismo.
El Gobierno cubano no es un advenedizo a la hora de enfocar sus
relaciones con Estados Unidos. Que abunden ineptos en muchos otros
campos del gobierno, como abundan, es una cosa, pero otra muy distinta
es el equipo que maneja las relaciones con el vecino del norte, que no
son solo los que acostumbran a dar la cara pública ante la prensa
extranjera. Es un equipo muy selecto, de élite, con personas muy
experimentadas tanto en el campo de la Inteligencia como en el de la
Diplomacia, en ocasiones con cobertura académica, donde todos manejan el
idioma inglés (a pesar de que algunos lo hablan como en Hialeah). Son
los receptores finales, además, de un inagotable caudal de informaciones
del servicio diplomático, de la agentura, de "personas de confianza" y
de agentes de influencia diseminados por Estados Unidos y en todo el
mundo. Y lo más importante, no trabajan a base de improvisaciones y
destellos de genio, sino planificando estratégicamente y analizando la
mayor cantidad de escenarios posibles a la hora de tomar las decisiones
y definir los programas de trabajo, tanto a largo plazo como a mediano y
corto.
Entonces, ¿por qué si el Gobierno cubano dispone de tantas condiciones
para manejar con talento y habilidad las relaciones con Estados Unidos,
su Canciller plantea demandas tan ridículas durante su presencia en
Naciones Unidas? Si fuéramos a responder sin pensar demasiado habría que
decir que no es serio lo que hace el Canciller. Pero esa no parece una
respuesta inteligente, al menos en este caso.
¿Por qué aferrarse a demandas imposibles de satisfacer a cambio de nada,
pocos días después de que el Presidente de Estados Unidos ha sido
reelecto? Por dos razones: una de ellas, nada despreciable para la
gerontocracia, es para consumo interno, para que funcione la propaganda
embrutecedora contra la población, que al tener limitadas y censuradas
sus fuentes de información, va siendo erosionada continuamente con la
avalancha de la propaganda totalitaria.
La otra, no menos importante, tiene que ver con la perspectiva inmediata
y futura de las relaciones del Gobierno cubano con Estados Unidos: para
enrarecer el ambiente, para dificultar las relaciones más elementales de
convivencia, para hacer prácticamente imposible un mejoramiento de las
relaciones entre los dos gobiernos.
Lo que menos le convendría a la dictadura sería el levantamiento del
embargo y la normalización de relaciones con "el imperio". El castrismo
siempre necesita un enemigo, y si es el más poderoso de los enemigos,
mejor. Naturalmente, un enemigo que la dictadura sepa que no intentará
destruirla por la fuerza siempre que se comporte con cordura ante ese
"enemigo".
Entonces, ¿qué mejor "enemigo" que Estados Unidos?
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/el-numerito-del-embargo-y-las-patranas-del-castrismo-281605
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