Así vivió La Habana la noticia de la muerte de Hugo Chávez
g. d. olmo / la habana
Día 10/03/2013 - 02.31h
Normalidad en las calles, inquietud en los hogares y un locutor exaltado
en televisión. La desaparición del líder bolivariano pone en entredicho
la continuidad del castrismo.
Eran alrededor de las cinco de la tarde del martes cuando Nicolás Maduro
aparecía en las pantallas de todos los televisores de Cuba anunciando
compungido la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez. Los cubanos,
hasta entonces concentrados en su apretado día a día y en el papel de su
selección en el III Clásico Mundial de Béisbol, recibían con
preocupación la noticia. Son conscientes de que si la maltrecha economía
de la isla ha esquivado la ruina total es gracias al petróleo que el
finado líder bolivariano decidió facilitar a Cuba en condiciones muy
favorables.
Pero mientras el óbito alborotaba las redacciones de todo el mundo, nada
en las calles de La Habana hacía pensar que un acontecimiento
excepcional había tenido lugar. El paisaje era el habitual. Los
jineteros incordiaban a los turistas en la Habana Vieja, los estudiantes
paseaban por el vetusto pero señorial Vedado y vidas anónimas entraban y
salían de los ruinosos edificios de Centro Habana aparentemente ajenas a
una noticia que cierne la incertidumbre sobre el futuro de su país.
Ni siquiera en la embajada venezolana o en la casa de la Comunidad de
Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac), una de las organizaciones
panamericanas que Chávez impulsó, se habían concentrado seguidores del
presidente. En Cuba nada relacionado con la política es espontáneo y,
pese a que la Venezuela chavista es uno de los principales aliados de
los hermanos Castro, todavía no había pronunciamiento oficial, lo que
disuadía cualquier manifestación pública de duelo. Así que los únicos
que habían acudido a la legación venezolana eran los efectivos de la
Policía Nacional Revolucionaria y algunos diplomáticos extranjeros.
Sin embargo, la inquietud existía y la muerte del Comandante iba
adueñándose de todas las conversaciones. Los habaneros se debatían entre
la simpatía por el fallecido y la preocupación por un futuro que podría
volverse para ellos más negro que el petróleo venezolano si el sucesor
de Chávez no mantiene sus compromisos, hipótesis nada descabellada si se
tiene en cuenta que los problemas de liquidez han llevado recientemente
a Caracas a una fuerte devaluación de su moneda. «No es un secreto que
ha cooperado con nosotros en forma de petróleo a cambio de médicos»
señalaba Rafael Leyva, un universitario de 24 años que lamentaba la
desaparición de «un hijo de la patria de Bolívar y Martí». Luis Manuel
Bermúdez, otro estudiante, coincidía en que «es una mala noticia para
Cuba y para los cubanos».
El recuerdo del Periodo Especial
La desaparición del militar de Barinas agita en la conciencia colectiva
cubana el recuerdo de las penurias del denominado Periodo Especial. En
la década de 1990, tras el derrumbe de la URSS y del bloque comunista,
el país quedó totalmente aislado en el panorama internacional y dejó de
recibir las cuantiosas subvenciones soviéticas, que, como ahora los
barriles de PDVSA, sostenían la economía. Empeñado en la supervivencia a
toda costa de su régimen, Fidel Castro decretó el Periodo Especial en
Tiempos de Paz, una planificación económica casi marcial que impuso un
severo racionamiento y que llevó a una durísima escasez que todavía
martillea el recuerdo de los isleños. En palabras de un corresponsal
extranjero destinado en La Habana, en aquella época «Cuba estuvo
realmente en la lona». Solo el apoyo de Chávez, en forma de cien mil
barriles diarios de combustible, y la decisión de abrir el país al
turismo pemitieron paliar la dramática situación.
Exaltación televisiva
Tres horas después de Maduro, quien aparecía en las pantallas era Rafael
Serrano, el peculiar presentador de voz y mostacho plúmbeos que lleva
décadas transmitiéndole a los cubanos la verdad del régimen. Serrano
leía una nota del «Gobierno Revolucionario» que aludía a la comezón que
ya anidaba en los hogares del país: «Sintió en su carne nuestras
dificultades e hizo cuanto pudo, con extraordinaria generosidad,
especialmente en los años más duros del Periodo Especial», decía el
locutor, que concluía con un excitado «¡hasta la victoria siempre,
comandante!»
Solo después de 48 horas, el jueves 7, en la Plaza de la Revolución de
La Habana, grandilocuente espacio caído en desuso desde que Fidel cedió
el testigo a su hermano Raúl, menos aficionado a los baños de masas,
tuvo lugar un acto de homenaje al aliado fallecido al que asistió toda
la plana mayor de la Revolución. Entonces sí, muchos cubanos se animaron
a expresar su pesar en ese y en otros puntos de la geografía nacional.
http://www.abc.es/internacional/20130310/abci-cuba-muerte-chavez-201303091939.html
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