Peloteros en Cuba o el engañoso pasaporte al profesionalismo
Que tres peloteros ganen alguna plata en el extranjero es una gota de
agua en el océano de las Series Nacionales de Cuba.
Raúl Arce
septiembre 25, 2013
Aunque Granma, el diario oficial del gobierno cubano durante el medio
siglo más cercano dedicó el martes dos de sus páginas a reseñar la
reciente reunión de su Consejo de Ministros, un solo párrafo del
periódico—¡el último de la información!— pareció despertar de su letargo
a la población de la Isla.
Aburrida de tanta frase vacía en su vida diaria (Lineamientos… programa
nacional de medicamentos… cooperativas no agropecuarias… cuentas por
cobrar y por pagar…) la población de Cuba reaccionó con algún interés a
la brevísima nota en referencia al tema del deporte.
Lean: "En la reunión del Consejo de Ministros fue aprobada además, la
política de remuneración a los atletas, entrenadores y especialistas del
deporte; así como el perfeccionamiento de la Oficina del Historiador de
la Ciudad de La Habana, temas sobre los que se darán más detalles en
próximas ediciones" (sic).
Ciertos pasos de acercamiento al deporte profesional —tan tímidos como
inéditos dentro de la nación cubana posterior a 1959— han desbordado el
optimismo de algunos, y aun publicaciones internacionales de mucho
prestigio se refieren a una hipotética contratación libre de jugadores
de béisbol.
Alto a la ingenuidad.
Que tres peloteros en activo en Cuba hayan sido contratados durante el
verano por los Piratas de Campeche, en México, no es una autorización
sino una designación.
Me explico: que sea un equipo mexicano en particular, y no cualquier
equipo (allí lanzó antes Pedro Luis Lazo, pero después de retirarse de
su natal Pinar del Río) es una señal de buenas relaciones entre la
gerencia de Piratas y el gobierno cubano; y que tres criollos hayan
incursionado este año (Alfredo Despaigne, Yordanis Samón y Michel
Enríquez) no es el fruto de la solicitud personal de cada uno, sino del
plumazo de las autoridades de La Habana, tomando como conejillos de
indias a hombres de confianza en términos de lealtad política.
Que tres peloteros ganen alguna plata en el extranjero es una gota de
agua en el océano de las Series Nacionales de Cuba, allí donde cada año
participan no menos de 400 jugadores. Cuándo llegará mi turno, si es que
llega algún día, se preguntarán los 397 restantes.
Así, mientras el Granma del martes mantenía aún fresca la tinta de la
imprenta, el laberinto de internet proclamaba la escapada de la Isla de
otro hombre del equipo Cuba, el pitcher Raciel Iglesias. Nada va a parar
ese flujo mientras el valor de un atleta cubano se establezca desde la
oficina de un funcionario del Partido Comunista y no en un terreno de
juego, poniendo a prueba sus cualidades físicas.
Que los 16 equipos del campeonato cubano tendrían cabida en las Grandes
Ligas de Estados Unidos sería la afirmación propia de un lunático. Pero
que hoy mismo 30, 40 u 80 de los 400 hombres que jugarán desde el 3 de
noviembre desde San Antonio a Maisí estarían al alcance, -en cualquier
liga del planeta--, de una negociación más o menos lucrativa, es una
posibilidad totalmente cuerda.
Mientras tanto, los cambios prometidos en Cuba continúan moviéndose a
paso de tortuga, llegarán nuevos capítulos de la retórica
antimperialista si a la Isla se le veta finalmente el regreso a la Serie
del Caribe --de donde mismo se ausentaron por decisión de Fidel
Castro--, y más nombres se sumarán a la lista de aquellos que aparecen,
como por arte de magia, en otros terrenos del universo beisbolero.
Entonces, como la vaca del viejo chiste, los campeonatos cubanos no
darán leche. Darán lastima.
Source: "Peloteros en Cuba o el engañoso pasaporte al profesionalismo" -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-deporte-beisbol-profesionalismo/27827.html
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