Bukenke; ¿desempleado, desvinculado o ilegal?
JORGE ENRIQUE RODRÍGUEZ | La Habana | 24 Nov 2014 - 9:15 am.
El Gobierno no reconoce ni legaliza el trabajo de los bukenkes como
empleados.
El término es extraño, incluso para quienes la jerga supone una forma
legítima de comunicación. Hay quienes aseguran que bukenke no es una
variación de vocablos yorubas o lucumíes, como muchos otros que forman
parte de la jerigonza que cada barrio ostenta como sello de identidad.
"El bukenke es clave en el engranaje del transporte no estatal; es
decir, de los boteros", apunta el chofer de un Ford 1955 que frecuenta
el tramo Parque Fraternidad-Santiago de las Vegas. "El bukenke nos
facilita la 'pincha'; es el que vocea el recorrido y nos llena el 'bote'
en menos tiempo. Cuando sumas esos minutos que te ahorran, da como
resultado que puedes hacer un par de vueltas más y eso es ganancia para
todos. Cada botero, por este servicio, le paga cinco pesos al bukenke.
Al final del día hace buena plata; hay muchos de ellos que solo trabajan
en horarios picos".
Sin embargo, el Gobierno no reconoce ni legaliza el trabajo de los
bukenkes como empleados u ocupados, en tanto las suyas, como otras
labores que surgieron como consecuencia de la crisis económica de la
década de los 90, no están vinculadas directamente (en la interpretación
del Estado) a la producción y los servicios.
En un artículo reciente publicado por Granma se conjetura que "aunque un
porciento no desestimable de la población se vincula al aporte de su
país desde el trabajo —muchas veces sin que le reporte los beneficios
económicos esperados—, otra cifra no menos preocupante prefiere vivir
sin vínculo laboral. Según datos del último Censo de Población y
Viviendas publicados en la página oficial de la Oficina Nacional de
Estadística e Información, más de 4.900.000 personas estaban ocupados en
Cuba en el periodo de la investigación, y más de 167.000 cubanos se
encontraban desocupados, de un total de 5.086.000 económicamente activas".
Para Fabián Valdés, uno de los bukenkes de la línea Capitolio-Alamar, no
queda clara la intención de ese artículo. "Yo no sé los bukenkes de
otras zonas, pero aquí solemos leer el periódico todos los días para que
nada nos coja de sorpresa. En Cuba todo es de palo pa' rumba en un
pestañazo. Es verdad que la periodista reconoce ahí algunas de las
causas que provocan esa 'desvinculación laboral', pero no las llama por
su nombre real."
Y agrega: "Aquí es difícil que alguien esté 'desvinculado', porque todo
el mundo lucha sus piticlines en trajines independientes. Ser bukenke es
mi manera de chaquetear los frijoles para mi familia, sin robar ni
estafar a nadie. A mí al menos no me queda claro si lo que allí se llama
estar ocupado o empleado es solo para quienes curralan para el Estado.
Aunque por ahí rueda una bola de que a final de año el impuesto es casi
el 50% del ingreso, yo sacaría mi licencia de cuentapropista. Pero esa
decisión no es mía, así que para ellos soy un desvinculado y además ilegal".
La referencia al último censo poblacional, que no pocos consideran
fallido al interpretarlo como parte de una intrusión del Gobierno para
saber qué hay puertas adentro, peca de ambiguo y contradictorio. Ni el
censo, ni el criterio establecido a partir de este, reconocen las
diferencias lógicas que existen entre estar ocupado y estar
desvinculado. A pesar del empeño de los medios oficiales en maquillar el
carácter conservador del Gobierno respecto a la independencia ciudadana
de toda índole, las labores no vinculadas al diseño estatal no suelen
votarse como trabajos u oficios, aunque sí como alternativas
económicamente activas.
"Me incomoda muchísimo el paripé donde siempre meten a todos en un mismo
saco", cuenta Félix Alvarado, bukenke del recorrido Vedado-Playa. "Es
increíble el arte que tiene este Gobierno para siempre encargarse de
hacer lo bueno y hacer del resto los malos del cuento. Es irrespetuoso
que a estas alturas se bajen con aquello de que los que viven del
invento le quitan al Estado lo que este podría darle a la sociedad.
Reconocer el problema no significa solucionarlo. Esa es la bola de
trapo: el Gobierno reconoce que un montón de cosas no funcionan, ni
funcionarán, pero las soluciones nunca llegan. Es como la pizpireta; te
satea, te guiña el ojo, pero nunca deja que la lleves a la cama y te
quedas con el rifle al hombro."
"No hay que hacer una encuesta", agrega su colega Guillermo Gudín, "ni
un censo para saber lo que hasta el Papa sabe: que casi la mitad de la
gente se mueve gracias a los boteros y ahora con las cooperativas de los
taxis ruteros. Toda una contradicción para un país donde el dinero
siempre esta fajao con la billetera. Nosotros los bukenkes nos ganamos
la vida sin pisotear a nadie; al contrario, les ahorramos tiempo a los
boteros y a la gente porque se agiliza todo. No solo voceamos los
recorridos, sino que hasta organizamos la cola para que no haya
desorden. Al principio nos sofocaban la policía y los inspectores, pero
con los años han tenido que hacer de la vista gorda. No solo hay
bukenkes para los boteros, sino también para los camiones que hacen su
jugada en los viajes interprovinciales como en el Lido y El Calvario".
Los bukenkes, aunque a veces abrumadores por tanto grito en medio del
ruido y el humo de los almendrones, prestan un servicio que se agradece,
que libra del agobio de perder el tiempo toreando a los almendrones. Han
oficializado espacios que evitan la aglomeración y las infracciones de
tránsito por mal parqueo. Beneficios que al Gobierno le conviene ignorar.
Bukenke es otro oficio que se suma a esa larga lista de alternativas
simples que se vuelven ilegales y complejas ante una "estrategia de
país" que históricamente solo tiene como respuesta la edificación de
burocracias, malas aplicaciones de leyes, deberes y derechos… ¡¡Tres
para Alamar!!!
Source: Bukenke; ¿desempleado, desvinculado o ilegal? | Diario de Cuba -
<http://www.diariodecuba.com/cuba/1416816906_11414.html>
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