Friday, May 20, 2016

La plaga de la corrupción

La plaga de la corrupción

La empresa privada no está exenta de ese flagelo
En una sociedad democrática es más factible controlar el movimiento de
bienes e influencias
Venezuela asoma como la nación más corrupta del hemisferio junto a Haití
PEDRO CORZO

La corrupción no será el oficio más viejo del mundo, pero sí es una
práctica que se remonta a tiempos inmemoriales, en la que siempre han
jugado roles determinantes el dinero, la política y lo que se deriva de
ambas en variables proporciones, el poder.

La realidad es que no existe propuesta política que no haya tenido
representantes vinculados a la corrupción en cualquiera de sus
expresiones, particularmente la económica y el abuso de poder, otra
forma de corrupción, al igual que el tráfico de influencias y el soborno.

La amenaza y presencia de la corrupción es proporcional a la respuesta
de que es capaz la sociedad y su gobierno para erradicarla.

Por otra parte, la empresa privada tampoco está exenta de ese flagelo.
Los gerentes de una corporación o el propietario de una barbería pueden
fiscalizar mejor su negocio que un administrador público; sin embargo,
el mal manejo de bienes y utilidades en cualquier instancia de una
entidad es una posibilidad.

En una sociedad democrática es más factible controlar el movimiento de
bienes e influencias. La transparencia que se supone impere en las
sociedades abiertas es fundamental para combatir el enriquecimiento
ilícito y el abuso de autoridad en beneficio de terceros, pero
lamentablemente las disposiciones y controles son violadas por quienes
consideran las fortunas de los otros, particularmente las del estado,
como un tesoro listo para ser saqueado.

La corrupción es uno de los factores que más negativamente afectan a la
sociedad, principalmente cuando se descubre que han estado involucradas
en actividades ilícitas personalidades públicas relevantes, que en
alguna medida son modelos que muchas personas consideran imitar para
lograr éxito en la vida.

Si democracias sólidas, con libertad de prensa y una opinión pública
poderosa como la estadounidense, han presentado casos de corrupción
–Richard Nixon cuando Watergate, o el lobista Jack Abramoff, por solo
mencionar dos sucesos entre muchos–, es de suponer que en aquellos
países en los que no hay transparencia en la gestión pública y privada,
tampoco fiscalización, y menos aún jueces independientes, la corrupción
esté presente en una magnitud capaz de erosionar todos los componentes
de la sociedad.

El índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional
refleja que no hay país libre de ese azote, también que la extensión y
profundización de esa lacra es más relevante en las naciones en las que
las libertades y derechos civiles están amenazados o son conculcados por
sus gobiernos o donde la sanción moral contra los corruptos es
prácticamente inexistente por la laxitud de la sociedad ante esos delitos.

En los países regidos por dictaduras o controlados por líderes
poderosos, los bienes del estado, en ocasiones también los privados, son
manejados para su provecho por los gobernantes, quienes permiten también
el enriquecimiento ilícito de asociados y familiares.

Venezuela asoma como la nación más corrupta del hemisferio junto a
Haití, seguida por Ecuador, Bolivia y Nicaragua, cuyos modelos de
gobierno tienen muchas semejanzas con el de Nicolás Maduro. Pero la
corrupción no es potestativo de los déspotas, está Brasil, donde los
escándalos del Partido de los Trabajadores han sumido al país en una
profunda crisis.

Cuba no aparece en el lugar que realmente le correspondería. La
dictadura no permite apreciar el nivel de corrupción. No hay organismos
independientes que puedan investigar al respecto y las entidades
internacionales no tienen posibilidad de acceder a información
suficiente y verificable.

La corrupción es una hidra de más de mil cabezas. Capaz de mutar,
confundir y justificar las acciones de quienes entrampa. Es un demiurgo
de presencia universal. Se fortalece en regímenes despóticos o
dictatoriales, pero también en cualquier tipo de comunidad que niegue la
transparencia, evite pesquisas y sanciones que ejemplifiquen con firmeza
lo que no se debe hacer.

Periodista de Radio Martí.

Source: La plaga de la corrupción | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article78423212.html

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