Los Castro, Lula y Dilma
PEDRO CORZO
La alianza que forjaron Fidel Castro y Luis Inacio Lula da Silva tenía
el doble objetivo de que el dirigente obrero brasileño llegara a la
presidencia de su país y desde el gobierno protegiera y apoyara a la
dictadura insular, a la vez que orquestaban un instrumento, el Foro de
Sao Paulo, con capacidad de extender a todo el continente el modelo
político con el que estaban identificados.
La asociación fue efectiva, tal vez hasta superó las expectativas de
ambos, porque al dúo se sumó Hugo Chávez, quien logró imponer en su país
una dictadura institucional que le permitió manejar a su antojo las
riquezas de la nación y sufragar con los bienes del pueblo venezolano el
denominado Socialismo del Siglo XXI, que no dejaba de ser el traumático
socialismo real con la variante fundamental de dejar una pátina
democrática y que los partidarios contaran con la opción del
enriquecimiento personal al poder disponer de los bienes del Estado.
De los tres depredadores, Lula da Silva fue el que mantuvo por más
tiempo una imagen positiva. Fue referente de gobernante capaz, de hombre
de convicciones democráticas que respetaba la pluralidad y que no
intentaba aplastar a sus rivales.
Diferentes gobiernos y organismos internacionales nunca quisieron
apreciar el respaldo que prestaba a la dictadura de los hermanos Castro,
como favorecía al gobierno de su par Nicolás Maduro en todas las
canalladas en la que incurrió durante su mandato y su protagonismo en la
promoción de las dictaduras institucionales que se apoderaron de
Bolivia, Nicaragua y Ecuador.
Lula era el único cuerdo del trío. Era aparentemente honrado. Había
sacado de la pobreza a un por ciento elevado de la población brasileña y
no buscaba perpetuarse en el poder. Cuando dejó el gobierno era el
candidato ideal para futuros mandatos, contaba con un amplio respaldo
popular, aunque su Partido de los Trabajadores resultó envuelto en un
escándalo de corrupción llamado el mensalao.
Todo le iba bien, tanto, que su preferida Dilma Rousseff, después del
escándalo de corrupción en que se vio envuelto su delfín, José Dirceu,
23 años de sentencia, fue electa presidente del país. Su influencia
durante el gobierno de Rousseff fue grande, aunque la destitución de la
mandataria afectó seriamente sus posibilidades electorales, sigue siendo
un hombre particularmente popular entre el electorado brasileño.
El tiempo ha demostrado que el eje Lula y los Castro no era
exclusivamente político. Buscaban también el enriquecimiento ilícito.
Más allá del respaldo que se prestaban en los foros internacionales,
disponían de los recursos de sus respectivos gobiernos para favorecer a
partidarios o simplemente para aumentar sus bienes.
Los líderes del PT y los jerarcas del Partido Comunista de Cuba se
pusieron de acuerdo para desarrollar el puerto del Mariel. Esa
incomprensible habilidad que tienen los Castro para lograr subsidios
para su dictadura, y encubrirlos, hizo posible que la presidente Dilma
Rousseff sellara los documentos del acuerdo hasta 2027, situación que se
conoció gracias a una orden judicial porque los gobiernos de Lula y
Dilma "desoyeron las recomendaciones de sus expertos, ofrecieron
subsidios y términos blandos, y asumieron altos riesgos financieros para
que los contribuyentes brasileños subvencionaran el proyecto del
megapuerto de contenedores de su aliado ideológico Raúl Castro en
Mariel", como destaca un trabajo del periodista Rolando Cartaya.
El secreto en cualquier negociación es clave para regímenes como los de
La Habana y Luanda, pero solo es posible cuando las partes tienen
particularidades que ocultar.
Lula y su sustituta Rousseff actuaron contra los intereses de su propio
país para favorecer al socio principal del modelo de gobierno que
impulsan. Ellos subsidiaron la ineficiencia castrista como hizo la
extinta Unión Soviética y hace la autocracia venezolana Chávez-Maduro,
gracias a lo cual el estado parásito castrista sobrevivía, porque seguía
chupándole a otro pueblo sus riquezas.
Periodista de Radio Martí.
Source: Los Castro, Lula y Dilma | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article145845029.html
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