Ser o no ser de la libreta de abastecimiento
Por Patricia Grogg
LA HABANA, 19 may (IPS) - Criticada como un exponente más de las fallas
del socialismo o considerada un derecho al que no se debe renunciar, la
libreta de abastecimiento racionado en Cuba, vigente desde hace 46 años,
podría caer bajo el peso de las transformaciones que necesita la
economía nacional.
Según economistas consultados por IPS, en el gobierno "parece haber
consenso" en cuanto a la necesidad de eliminar ese sistema de
distribución igualitario que, si en algún momento jugó su papel, hoy es
un elemento "anacrónico" que más bien se ha convertido en un elemento de
inequidad.
Sin embargo, "no es algo que pueda hacerse de manera abrupta y, además,
debe ir acompañado de una serie de medidas encaminadas a evitar un
impacto traumático en determinados sectores de la población", dijo, en
entrevista con IPS, el economista y profesor universitario Armando Nova.
"Hay que trabajar para eliminar esa forma de distribución que da a 11,2
millones de personas (la población de Cuba) lo mismo, aunque haya quien
no lo necesite. Puede ser mejor subsidiar a personas y familias en vez
de productos, pero dentro de un proceso muy bien pensado y de manera
sistémica", añadió el experto.
La discusión sobre el tema aumentó luego que el presidente de Cuba, Raúl
Castro, habló de lo irracional e insostenibles que en las actuales
condiciones de la economía del país resultan los "millonarios subsidios"
que suponen, entre otros, los productos distribuidos a través de la
cartilla de abastecimiento.
Fuentes oficiales calculan en 1.000 millones de dólares el gasto anual
promedio en productos para esa canasta básica, que se vende a precios
subsidiados. Pero este año, las importaciones totales de alimentos se
calcula que llegarán a 1.900 millones de dólares, debido al alza
internacional de precios de los alimentos.
"La libreta no alcanza para el mes, pero al menos me asegura algunas
cositas a bajo precio, arroz, algo de frijoles, azúcar, alguna proteína
y aún así la pensión se va en un suspiro. Si la quitan, ya te puedes
imaginar", comentó Digna Pérez, profesora jubilada de 59 años.
Además de lo mencionado por la mujer, cada persona recibe mensualmente
una cantidad mínima de aceite, 10 huevos, pasta dental y jabón, entre
otros productos. Hasta fines de los años 80 el abastecimiento "normado"
incluía también artículos manufacturados.
Un documento marco de Asistencia de las Naciones Unidas para el
Desarrollo en Cuba considera que el acceso a esa cuota alimenticia es un
derecho garantizado a todo ciudadano y resalta que existen además dietas
especiales para grupos vulnerables, como niños, niñas, mujeres
embarazadas, madres lactantes con alto requerimiento adicional y
enfermos con diferentes patologías.
Según Nova, diversos estudios indican que en la actualidad los alimentos
que reciben las familias cubanas de manera racionada aseguran
aproximadamente 36 por ciento de las calorías diarias por persona y
cubren unos 12 días del mes, mientras las proteínas no alcanzan para más
de 10 días y las grasas, para nueve días.
"Actualmente, la libreta no es ni la sombra de lo que fue en los años
60, ni constituye una fuente determinante respecto del consumo total de
alimentos, pero tampoco es para despreciar", alertó el investigador del
Centro de Estudios de la Economía cubana (CEEC), de la Universidad de La
Habana.
Este sistema de distribución nació mediante la Ley 1.015 del 12 marzo de
1962 para sortear la escasez generada, entre otros factores, por la
postura de Estados Unidos, principal abastecedor del país por ese
entonces, que descontento con el rumbo de la Revolución Cubana
interrumpió sus relaciones de todo tipo con este país.
También se adujo como razones, el crecimiento del poder adquisitivo de
la población a un ritmo mayor que la producción de bienes de consumo y
la capacidad estatal para importarlos. Mediante la libreta se podía
garantizar cuotas mínimas para todo el pueblo a precios subsidiados, a
veces inferiores al costo de producción.
"Se creó una situación compleja, que internamente podía ser explosiva, y
la libreta cumplió su objetivo de asegurar a cada familia lo necesario
para vivir. Hacia los años 80, gracias a esa forma de distribución
normada y la existencia de un amplio mercado libre a precios accesibles,
se pudo decir que Cuba había alcanzado un nivel de equidad único en
América Latina", indicó Nova.
Pero a fines de esa década y principios de los años 90, la disolución de
la Unión Soviética y la desaparición del campo socialista europeo,
entonces los principales socios políticos y económicos de esta isla
caribeña, la privaron nuevamente de sus mercados fundamentales y su
economía cayó en picada, con impacto dramático en el nivel de vida de
sus habitantes.
Hacia 1993, el consumo se redujo 31 por ciento respecto de 1989, en
tanto el producto interno bruto (PIB) bajó 35 por ciento. La aplicación
de un paquete de medidas de ajuste económico permitió revertir la
situación a partir de ese año y hasta 2000 el consumo total ya había
crecido 37 por ciento, según fuentes especializadas.
A fin de completar sus necesidades, los consumidores deben acudir
actualmente a los "mercados libres agropecuarios" (MLA) que a precios
muy altos, ofrecen en moneda nacional (pesos) frutas, hortalizas, granos
y cereales, carne de cerdo y otros comestibles de buena calidad.
Los demás renglones igualmente imprescindibles, desde calzado, artículos
de aseo personal y para el hogar, hasta electrodomésticos o muebles, se
ofertan en las llamadas Tiendas Recaudadoras de Divisa (TRD), que surten
también de alimentos ausentes desde hace mucho tiempo de la cartilla
normada.
En las TRD se compra en peso convertible (cuc), única divisa de
circulación permitida que en las casas estatales de cambio (cadecas) se
compra a 25 pesos cubanos o 1,25 dólares estadounidenses por unidad. En
el sector empresarial, sin embargo, la tasa oficial es de un cuc por un
peso cubano.
La segmentación del mercado interno, siempre bajo control estatal,
abarca, entre otros, los comercios de productos agrícolas "a precios
topados", es decir acordados previamente por las partes involucradas,
las ferias agropecuarias, ventas en huertos y organopónicos y puestos de
venta o kioscos de barrios.
En todas esas variantes suele faltar calidad, surtido y estabilidad en
las ofertas, además de que los precios son iguales o inferiores de modo
muy poco significativo a los del MLA y las TRD, que sirven de referencia
inclusive en las transacciones del mercado subterráneo.
Nova considera que "habría que trabajar por la unificación de todos
estos mercados e ir buscando un acercamiento que permita bajar los
precios", como parte de una receta que debe incluir la eliminación de
las "ataduras o nudos que traban el desarrollo de las fuerzas productivas".
En su opinión, eso requiere "cambios en las relaciones de producción"
que faciliten el aumento de los rendimientos, particularmente en el
sector agropecuario, y marchar "hacia la creación de una tasa de cambio
en el ámbito empresarial que posibilite cerrar el ciclo productivo".
Expertos han señalado que entre los factores de desestímulo que pesan
sobre los productores de alimentos figuran la tasa de cambio de uno por
uno en las empresas y la falta de un mercado de cambio en el cual
pudieran comprar divisa para importar insumos y equipos que les permitan
mejorar su producción.(FIN/2008)
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