Huracán Sandy
No es con subvenciones como se arreglan las cosas
Elías Amor
Valencia 08-11-2012 - 6:35 pm.
En vez de ayudar a la demanda, sería mucho más eficaz y estimulante
mejorar las condiciones de la oferta.
Un hombre ante los restos de su casa tras el paso de Sandy.
El régimen castrista tiene una especial predilección por manipular y
dirigir la vida de los cubanos desde su nacimiento. Al principio, roba
la patria potestad a los padres para convertir a los niños en pioneros
que deben obligatoriamente desear ser como el Che. Más tarde, los
transforma en jóvenes comunistas leales al partido, so pena de
dificultarles el ingreso a los estudios superiores. Finalmente,
mantienen en chantaje permanente una vida laboral sometida a directrices
y participaciones en trabajos voluntarios, manifestaciones
"revolucionarias", actos de repudio o lo que sea, con tal de permitir el
acceso a las migajas de un racionamiento colectivista que condiciona la
libertad y el ejercicio pleno de la vida responsable.
Es así de triste, y no hay para más.
Por eso, después del paso del huracán Sandy y su secuela de destrucción
por Oriente, los ciudadanos que comprobaron que sus destartaladas
viviendas habían sido asoladas por los vientos ciclónicos, quedaron
todavía más asombrados al observar el aumento de los precios de los
materiales de construcción con los que esperan regresar a una complicada
normalidad.
El régimen reaccionó como siempre. Primero amenazando a quienes vendían
los añorados materiales a precios elevados con confiscar sus negocios.
Después, cuando comprobó que esa vía no era posible, dadas las urgentes
necesidades de la población, fijó un sistema de subvenciones y ayudas, e
incluso préstamos de bajo coste, para intentar reducir los montos de la
reconstrucción.
Y, como siempre, en materia de asuntos económicos, se cometen errores de
consecuencias muy negativas. La subvención para rebajar el precio de los
materiales no es el mejor instrumento a utilizar en estos casos.
Primero, porque las subvenciones a la demanda distorsionan el valor real
de las cosas e inciden en una demanda superior a la realmente existente,
lo que a su vez influye en la limitación de la oferta. Tal vez, muchos
que no se vieron afectados por el ciclón, y que disponen de recursos
económicos para adquirir materiales, disfracen la realidad a fin de
beneficiarse de las ayudas, lo que cierra el paso a otros quizás menos
informados o simplemente sin estímulos para participar de las mismas.
Segundo, porque en vez de ayudar a la demanda, es mucho más eficaz y
estimulante mejorar las condiciones de la oferta. Y para eso no se
necesitan subvenciones.
El régimen castrista siempre ha tenido como principal objetivo el
racionamiento, la escasez, el sometimiento de la población a sus
disposiciones estalinistas de ordenamiento económico. En vez de actuar
sobre la oferta, liberalizando la producción, garantizando que se
produzca todo tipo de bienes y servicios en cantidad y calidad
suficiente, actúa en dirección opuesta para mantener a la población bajo
control. Ahora existe la oportunidad de liberalizar el sector de la
fabricación de materiales de construcción, y permitir que un aumento de
la oferta, por muy notable que sea la demanda, provoque la caída de los
precios. Así es como hay que facilitar la reconstrucción, y no por medio
de ayudas a la demanda, que terminan por malgastarse.
No es cierto que las subvenciones y gratuidades mejoren la equidad. Al
contrario, la alteración que ejercen sobre los precios relativos
distorsiona las decisiones de los agentes económicos e impide un
funcionamiento eficaz del mercado.
Tercero, y no por ello menos importante. Las subvenciones anunciadas se
deben pagar con cargo al presupuesto estatal. ¿De dónde van a salir los
recursos en un momento en que el régimen está reduciendo gastos en los
"éxitos de la revolución", como la sanidad y educación, al encontrarse
estrangulado por la escasez de fondos? ¿No es una penosa contradicción
dejar de gastar por un lado, para despilfarrar por otro?
El uso demagógico de los fondos presupuestarios tiene mucho que ver con
la pésima gestión de la economía castrista durante medio siglo. Ahora,
en Oriente se van a inmovilizar miles de pesos en subvenciones para
tapar un agujero, mientras que otros se abren al mismo tiempo en otras
partidas, igualmente necesarias ¿No sería más razonable dejar que la
economía privada atendiera las necesidades de la población sin tanta
injerencia estatal? ¿No es llegado el momento de que las fuerzas
productivas de la economía cubana recuperen su espacio, derechos de
propiedad y economía de mercado, para ayudar a la reconstrucción
nacional? Son tantas décadas de fracaso estalinista, que la hora de dar
un giro de 180º a la gestión de la economía ya está aquí. ¿A qué esperan?
http://www.diariodecuba.com/cuba/13898-no-es-con-subvenciones-como-se-arreglan-las-cosas
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