El que mucho abarca…
octubre 23, 2014
Fernando Ravsberg*
HAVANA TIMES — "El robo al Estado ocurría al por mayor de forma
sistemática. Eran verdaderas bandas de criminales bien organizadas que
realizaban operaciones riesgosas a gran escala. Incluía declarar
pérdidas o daños por parte de los directores y gerentes, que en realidad
eran desvíos hacia le Economía subterránea. Era práctica común en las
tiendas estatales que los gerentes y vendedores guardaran los productos
más cotizados con el fin de obtener prebendas sobre el precio legal de
venta".
Aunque pueda parecerlo, el análisis no se refiere a Cuba sino a la Unión
Soviética poco antes de su desaparición. Es de Gregory Grossman uno de
los mayores conocedores del funcionamiento de la llamada "Segunda
Economía" en aquella nación.
Para tener una idea de lo que esta economía paralela puede significar en
un país socialista basta decir que en 1988 en la URSS se pagaron 219 mil
millones de rublos de salarios mientras que la población gastó o ahorró
718 mil millones, tres veces más (1).
Al igual que en la URSS, esa economía subterránea ha sido poco estudiada
en Cuba, a pesar de que sus efectos son notables. Y no se halla solución
a los problemas que no se reconocen como tales, los que por lo general
terminan explotando en la cara.
Las dificultades económicas de Cuba tienen variados ingredientes: su
condición de país subdesarrollado, el modelo de socialismo elegido, los
errores cometidos por el gobierno, el bloqueo de los EEUU y la
corrupción interna, cuyo reflejo es el mercado negro.
Contra algunos de estos factores poco se puede hacer porque están
determinados por la realidad histórica o por la voluntad de otros. Sin
embargo, está en manos del gobierno enmendar los errores, cambiar el
modelo y acabar con la corrupción.
La búsqueda de un nuevo modelo y la lucha contra la corrupción van de la
mano porque es el actual modelo el que facilita la malversación, cuando
un Estado centralista intenta vanamente controlar hasta el último
resorte económico del país.
Ese caos que se produce como consecuencia, es caldo de cultivo para
multiplicar funcionarios venales que desvían los recursos del Estado
hacia sus bolsillos. Ellos son los "mayoristas" que abastecen al mercado
negro, la Segunda Economía ilegal de la isla.
Gracias a la acción de la Contraloría sabemos que entre estos corruptos
a gran escala hay ministros, viceministros, empresarios extranjeros
junto a importadores cubanos, gerentes de tiendas, administradores,
directores de empresas, etc., etc., etc.
Se trata de una nueva casta social que cosecha sus riquezas robando al
país y corrompiendo a todos los que los rodean para transformarlos en
sus cómplices. Una clase parasitaria que se ha convertido en la peor
amenaza para la nación.
Y se reproducen muy rápidamente, caen presos y tres meses después sus
sustitutos están también robando. La experiencia de sus antecesores solo
parece servirles para ser un poco más astutos esquivando la acción
fiscalizadora del Estado.
Al igual que en la URSS, estos funcionarios "mayoristas" del mercado
negro son producto de un modelo que pone en sus manos todas las empresas
y negocios del país, haciendo imposible ejercer un control serio sobre
su actividad.
A Cuba le podría ayudar que el gobierno defina cuáles son los medios de
producción que considera fundamentales, los que se mantendrán como
propiedad pública, para abrir los demás sectores a la iniciativa
cooperativista, privada e incluso a la inversión extranjera.
El paso dado con la apertura del trabajo por cuenta propia y con la
cooperatizavición de las peluquerías, el transporte y ahora las
cafeterías marca un camino que puede continuar abriendo otros rubros de
la vida económica del país.
¿Para qué mantener, por ej., en manos públicas unas tiendas,
constantemente robadas por sus propios gerentes y empleados, siempre
desabastecidas por falta de previsión importadora y carentes de los
controles sanitarios debidos?.
El Estado necesita dejar de freír croquetas para poder concentrarse en
dirigir y controlar la banca, el turismo, la generación eléctrica, el
níquel, la refinación de petróleo, el tabaco, y sectores de importancia
social como la educación o la salud.
Los soviéticos intentaron crear una sociedad totalmente estatizada y
dieron así espacio para que naciera su propio enterrador, una casta que
se apropió de todos los medios de producción que la nación había puesto
en sus manos.
Claro que ellos no tuvieron un José Martí advirtiéndoles que "con cada
nueva función, vendría una casta nueva de funcionarios" y que después
sería muy difícil "hacer frente a los funcionarios enlazados por
intereses comunes".
(1)Tatiana Koriágina, del Instituto de Investigaciones Económicas del
Comité Estatal de Planificación de la URSS.
Source: El que mucho abarca… - Havana Times en español -
http://www.havanatimes.org/sp/?p=100168
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