Wednesday, November 19, 2014

El petróleo y la crisis perpetua cubana

El petróleo y la crisis perpetua cubana
El gobierno cubano ha lamentado en otras ocasiones el alza de los
precios del crudo, pero lo que ahora lo preocupa es su caída
Redacción CE, Madrid | 19/11/2014 11:38 am

Antes de la llegada de Fidel Castro al poder, los cubanos vivían
pendientes del precio del azúcar, que determinaba la existencia de
épocas de vacas flacas y gordas. Todo cambió en 1959. A partir de
entonces, otro producto ocupó ese lugar clave no solo en el imaginario
popular sino en la realidad cotidiana: el petróleo.
Cierto que los enormes cambios en el mercado del crudo han repercutido
en todos los rincones del planeta, pero en la Isla éstos se han visto
definidos por coyunturas especiales, adaptadas a las características
políticas.
Sin ser un país petrolero, Cuba se ha visto afectada no solo por las
alzas sino por las bajas del precio. Pese a las necesidades que le
exigían y exigen tanto un sistema despilfarrador de energía como una
industria obsoleta, se ha dedicado cada vez que ha podido a la reventa
del combustible suministrado por sus aliados.
Ahora ve cercana la posibilidad de una grave crisis precisamente por
algo que en otras circunstancias le sería ajeno o incluso beneficioso:
la caída de los precios del combustible.
La ilusión del hallazgo
Hay una especie de complejo de inferioridad petrolera que siempre ha
recorrido el régimen de los hermanos Castro, y que ha buscado su
compensación en aliados poderosos. Cierto que cualquier torpe
especulación sicológica en este sentido se enfrenta a la certeza de que
se trata de una mercancía privilegiada en los mercados, pero aún la
realidad deja margen para señalar ese afán febril —que en un momento
determinado puso en peligro incluso playas en la costa norte de la Isla—
de búsqueda incesante, en un intento plagado de perforaciones mal hechas
y peor planificadas. Aunque tal descubrimiento siempre ha eludido a
Cuba. Como una especie de maldición o destino cruel, en lugar de
encontrar mucho petróleo, de forma asequible, abundante y de calidad,
los cubanos han tenido que conformarse con poco y malo. Pero al mismo
tiempo se ha mantenido viva la ilusión de la espera.
Ese hallar una "fuente mágica" que solucione todos los problemas habla
mucho de la herencia española de los hermanos Castro —de avaricia,
ilusión y hasta envidia depositados en destapar un provecho abundante— y
de su capacidad para trasmutar ese ensueño en oferta internacional.
No por mucho tiempo. Durante la Feria Internacional de La Habana,
dedicada a promover la inversión extranjera, los empresarios extranjeros
manifestaron interés en turismo, industria o energía renovable, pero no
así en el petróleo. De los 246 proyectos de la Carpeta de Oportunidades
de Negocios, 86 correspondían a este rubro, el sector con mayor cantidad
de propuestas seguido del turismo, con 56. Se repitieron las ofertas de
exploración en aguas profundas, en tierra y aguas someras, pero sin
resultados a la vista.
El desinterés actual de las grandes compañías mundiales de Europa, Asia
y América Latina se debe en parte a los varios intentos fallidos en
aguas profundas del Golfo. Pero también concurren los costos. Con un
barril que ha bajado 30 % desde junio, y se situó por debajo de $75 la
semana pasada, la ilusión de encontrar petróleo en Cuba ha perdido todo
su atractivo. Cualquier proyecto de aguas profundas, para ser rentable,
necesita que el barril se coloque entre los $90 y $100.
Sin embargo, el problema va mucho más allá, y se extiende de las
exploraciones futuras a las importaciones presentes.
El factor venezolano
El descenso en los precios afecta gravemente a Venezuela, el principal
aliado del régimen cubano y suministrador de combustible.
De acuerdo a un estudio del Deutsche Bank, Venezuela necesita un barril
de $140 para cumplir con su presupuesto y financiar su déficit fiscal.
Solo Irán, según otro estudio sobre los países de la OPEP, necesita un
barril de mayor costo que la nación sudamericana.
Aunque el gobierno del presidente Nicolás Maduro presentó su presupuesto
con un estimado de $60 por barril hace unas semanas, y se ampara en ese
cálculo para decir que puede capear la situación sin recortar los
programas sociales, el panorama no es tan sencillo.
Todos los años el gobierno termina gastando mucho más que lo
presupuestado. En 2013, el incremento entre el gasto presupuestado y el
ejecutado fue del 82 %, según cifras oficiales. Ello se consigue
mediante créditos otorgados por el Parlamento (de mayoría oficialista).
El resultado final es que siempre aparece el dinero para los gastos,
pero también que la nación tenga una de las inflaciones más altas del mundo.
El 95 % de los dólares que entran al país viene de la exportación
petrolera. El abastecimiento de productos, el costo de las mercancías y
la amplia inversión social del gobierno ha sido fundamentalmente
financiada por la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Además esos
ingresos sirven para otorgar petróleo subsidiado a Cuba y mantener un
elevado número de proyectos comunes entre La Habana y Caracas.
Más del 40 % del intercambio comercial de la Isla está vinculado a
Venezuela, del que depende más del 20 % del PIB cubano, según
estimaciones de economistas independientes consultados por el diario
español ABC.
De acuerdo al periódico, el destacado economista Carmelo Mesa-Lago
valoró en 2010 —fecha de las últimas estadísticas oficiales de la Isla
en este campo— que "toda la relación comercial y económica" entre ambas
naciones supone "unos 9.000 millones de euros, equivalente al 21 % del
PIB cubano".
Así que lo está en juego, para el gobierno cubano, no es solo la
obtención de combustible a bajo precio, sino una parte fundamental de la
economía.
De producirse una amplia crisis económica en Venezuela —con sus
implicaciones políticas— no significaría simplemente la vuelta a los
"apagones", sino el derrumbe de buena parte de la estructura económica
en que se ha sustentado el país.
Temores y cautelas
La baja de los precios no significa, de hoy para la mañana, la caída del
gobierno venezolano. Tampoco el fin de los programas sociales
subsidiados, que benefician a las capas sociales en las que Maduro
concentra su disminuida popularidad. Mucho menos el fin o una reducción
notable de los suministros a Cuba.
Venezuela se puede ver afectada por los bajos precios del petróleo en
varias áreas, principalmente el pago de deuda externa, gasto público y
asignación de divisas para importaciones o viajes al extranjero.
Sobre la deuda externa, los analistas de varias corrientes coinciden en
que Venezuela, al menos a mediano plazo, no se va a arriesgar a caer en
default, pues las consecuencias a futuro son muy graves.
El economista Maxim Ross dice que "con las complicaciones políticas y
económicas que tiene ahora el gobierno, un default les complica mucho
más la vida".
Este año, que la crisis económica venezolana ha alcanzado los peores
índices en décadas, la deuda externa ha sido honrada a tiempo.
Aunque algunos analistas de oposición han dicho que con un barril a $60
el default es casi seguro en 2015, Ross dice "no lo veo al menos hasta
2016".
Por otra parte, este año no se ha sacrificado de manera significativa la
inversión social, pues la construcción de viviendas sociales y los
programas de subsidios en general se han mantenido y en algunos casos se
han profundizado.
Lo que sí resulta inevitable es que Maduro tendrá que establecer
prioridades, y todo parece indicar que entre esas prioridades estarán el
conservar los beneficios al régimen cubano, al menos en lo que respecta
a las entregas petroleras.
Pero si bien es cierto que hasta ahora la disminución del precio no
obliga necesariamente a un replanteo drástico de los acuerdos con La
Habana, en la esfera política el asunto se torna más complicado.
Uno de los subsidios más grandes, el de la gasolina —que en Venezuela es
prácticamente gratis—, se ha mantenido pese a la inflación.
Sin embargo, el lunes Maduro dijo haber aceptado una propuesta para
subir su precio: "Este es un tema sensible que ya estoy evaluando",
dijo, aunque añadió que "no hay apuros" para tomar una decisión sobre un
subsidio que da pérdidas al gobierno por $12.500 millones al año.
El aumento del precio de la gasolina es un asunto que desde hace tiempo
se viene comentando en Venezuela. Por momentos ha dado la impresión que
dicho aumento era inminente, pero luego Maduro ha vuelto a "enterrarlo".
Hay dos problemas fundamentales, que Maduro sabe rodean a cualquier
aumento de la gasolina. Uno es que no se trata de un "tema sensible"
como él dice, sino de un "tema explosivo".
La última vez que se produjo un aumento fue bajo el segundo mandato de
Carlos Andrés Pérez, en 1992, y estallaron fuertes disturbios sociales
conocidos como el "Caracazo". que dejaron miles de saqueos y cientos de
muertos y un clima de inestabilidad política —incluidos dos intentos de
golpe de Estado, uno por Hugo Chávez— que llevó a la salida del presidente.
El otro problema es que todos los venezolanos se van a preguntar,
comenzando por la oposición pero terminando por cualquier ciudadano de a
pie, por qué ellos tienen que pagar más ahora por la gasolina, mientras
a Cuba se le da combustible "gratis" (bajos precios y pagos diferidos).
Ilusión y realidad
Todo lo anterior explica la preocupación del gobierno cubano, por evitar
o paliar una crisis que se le viene encima y tiene varias ramificaciones:
La actual producción de Cuba es de 25 millones de barriles anuales de
petróleo equivalente (petróleo y gas), lo que representa algo más del 40
% del consumo. El resto se importa de Venezuela.
El problema aquí no es solo la disminución o el fin de las importaciones
de crudo venezolano.
El crudo local es básicamente extrapesado y solo puede usarse en la
generación eléctrica y la producción de cemento, lubricantes y asfalto.
La estatal Cubapetróleo (Cupet) sostiene que su principal meta es
mantener los niveles productivos actuales, pero muchos de los pozos ya
tienen varios años.
Así que resulta muy difícil que en el futuro inmediato se pueda mantener
esta producción.
Una solución sería crear una empresa mixta para "la recuperación
secundaria", una apuesta de $142 millones de dólares por bloque, con un
contrato por 30 años y cuya inversión se recupera en 2,1 años.
Cuba presentó la oferta en la reciente feria, pero no información
pública de que algún inversionista se mostrara interesado
El problema aquí es que el negocio está calculado para un precio de $95
el barril, más alto que el actual.
Así que con un futuro incierto para su principal suministrador
energético, el gobierno cubano enfrenta también una situación de
agotamiento en sus pozos, lo que indica que la dependencia petrolera
extranjera posiblemente aumente en el futuro, lejos de disminuir, como
había ocurrido en los últimos años.
Con lo que se vuelve al inicio, a la búsqueda de una solución foránea
—que ahora son las inversiones extranjeras— para que resuelva la crisis
actual y la que se avecina.
En general, todas estas estrategias de soluciones encierran un factor
común, y es el hallazgo de esa especie de "varita mágica" que evapore
todos los problemas: un acto de colonización y conquista a la inversa,
pero que en igual medida depende de factores externos. Caracas
convertida no en nueva metrópolis, en sustitución de la URSS, sino en
colonia habanera. Miami como puesto fronterizo donde extraer recursos.
La solución en este caso no es afanarse inútilmente en la búsqueda del
crudo que no aparece, centrar las esperanzas en la inversión extranjera
y rogar por encontrar un nuevo aliado, sino lograr un desarrollo
económico propio. Claro que si el gobierno de Raúl Castro no ha logrado
desarrollar ni la siembra de boniatos, pocas esperanzas quedan al respecto.
Sea a consecuencia de esa herencia española en los hermanos Castro, se
deba a la ignorancia o dejadez tropical, proceda de la morosidad o la
aceleración impartida a cada acontecimiento, el problema es que nunca se
ha mirado al norte para buscar un ejemplo de solución de problemas. No
al Norte, representado por Estados Unidos, sino al norte europeo, donde
naciones carentes o pobres en materias primas valiosas y recursos
naturales notables, pero con ingenio, tenacidad y astucia han logrado
hacer grandes países. Al argumento de que los cubanos no son
dinamarqueses, se podría responder que, con tantos regados por el mundo,
esa respuesta simple se diluye cada vez más.

Source: El petróleo y la crisis perpetua cubana - Noticias - Cuba - Cuba
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http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/el-petroleo-y-la-crisis-perpetua-cubana-320938

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