Mantenimiento: una mala palabra en la economía cubana
noviembre 17, 2014
Yenisel Rodríguez Pérez
HAVANA TIMES – ¿Por qué los inversionistas cubanos constantemente
suspenden la asignatura del mantenimiento planificado? Tanto han sido
los desaciertos que ya nadie se cree el cuento de la falta de
experiencia, la mala capacitación, o los recursos insuficientes.
No cabe duda de que detrás de este mal generalizado está el interés
personal de inversionistas y decisores políticos. ¿Cuánto se deja de
invertir en un proyecto cuando éste no incluye presupuesto de
mantenimiento?: Mucho dinero.
Dinero que se puede utilizar para crear decenas de proyectos más,
reforzando el clima de gobernabilidad: mucho con poco.
También están las inversiones fraudulentas que enriquecen a muchos
inversionistas; en ambos casos los resultados serán desastres económicos
que se presentarán a la opinión pública como errores de cálculo.
Un proyecto detenido por falta de mantenimiento es también un
abracadabra que da nuevo acceso al presupuesto nacional. Del mismo modo
la creación de marcas comerciales de bajísima calidad, diseñadas en
complicidad con el pragmatismo de las maquilas chinas, vietnamitas o de
cualquier parte del mundo, establece itinerarios comerciales fluidos y
actualizados que gotean a poco dividendos ilícitos.
Es así que una economía tercermundista, basada en la venta de servicios,
se las arregla para diseñar sus propios patrones de obsolescencia
programada, de manera poco refinada pero con un alcance monopolista mayor.
El discurso de los errores imprevistos, del ahora sí y de la experiencia
alcanzada para el futuro, colma el sentido común del consumidor nacional.
Tenemos el caso de la violación de los mantenimientos productivos, donde
la calidad no constituye un proceso en perfeccionamiento, sino que
conserva la concepción de las producciones subvencionadas que no
responden a exigencias de calidad, aun cuando salen al mercado nacional
con precios internacionales o más elevados que éstos y menos calidad que
los productos importados.
El mantenimiento preventivo solo existe en normas y comisiones
inoperantes. Pocos son los protocolos de esta naturaleza que logran
implementar alguna acción real. No se detecta ningún fallo por muy
repetitivo que sea, más bien son intensificados ante la ausencia de un
sentido de pertenencia profundo de todos los implicados en la tarea
"estatal", acortando la vida útil de los equipos. De esta manera el
costo de las reparaciones y los mantenimientos se dispara.
Y por último, tenemos al mantenimiento predictivo, el más precarizado,
el más contraproducente para los decisores y los inversionistas. Prever
mantenimientos no es significativo políticamente en un régimen
autoritario donde el poder se conserva por la fuerza y no por protocolos
o estrategias proselitistas.
¿Qué sentido tiene detectar síntomas antes de que estos se hagan
evidentes o den al traste con un desastre económico? ¿Para qué tomar
acciones previsoras cuando el presente político y las ganancias están
garantizados?
El próximo fin de año anuncia nuevos desastres, irán apellidados de
imprevistos, y junto a ellos eclosionarán aprendizajes prometedores.
Cientos de ómnibus interprovinciales fuera de servicio por falta de
mantenimiento, un parque de locomotoras chinas (supermodernas)
oxidándose en talleres desabastecidos, entre otras adversidades,
renacerán a tiempo de cosecha para emprendedores de la política y el
mercado.
Source: Mantenimiento: una mala palabra en la economía cubana - Havana
Times en español - http://www.havanatimes.org/sp/?p=100819
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment