La incompetencia del Estado para vender un desodorante
A las gerencias les importa un bledo ampliar el volumen de ventas de las
empresas, así como el cumplimiento de otros parámetros con la finalidad
de elevar los índices de eficiencia
jueves, marzo 26, 2015 | Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba. -En La Habana el calor sofocante, la apatía de los
empleados estatales y los olores nauseabundos en calles y locales
cerrados conforman el paquete de mortificaciones a soportar por la
mayoría de sus habitantes.
Ese es el sentir de María Elena, una estomatóloga que desea ver un
cambio en Cuba antes de su edad de jubilación. Tiene 43 años. El motivo
para subrayar su rechazo al socialismo que Raúl Castro actualiza con la
calma de un perezoso, fue lo que le ocurrió el viernes último en la
tienda La Sortija, ubicada en municipio Habana Vieja.
Su intención de comprar un desodorante marca Obao, resultó inútil. Al
entrar en el establecimiento comercial, le llamó la atención la falta de
público en la parte donde se venden productos de aseo personal y
perfumería. Pensó en la fortuna de ser el primer cliente que llegaba al
mostrador.
Sin embargo, de una de las tenderas recibió el lacónico mensaje de: "No
estamos vendiendo. La caja (registradora) está bloqueada". La otra se
limitó a un gesto de desgano, acompañado por una media sonrisa, no se
sabe si de compasión hacia ella o de alegría por la dicha de pasarse,
toda o una parte de la jornada laboral, mirando las musarañas.
El hecho revela un fenómeno que es habitual en los centros administrados
por el Estado donde se brinda algún tipo de servicio a la población.
Ni a las respectivas gerencias, y mucho menos a la empleomanía, les
importa un bledo ampliar el volumen de ventas, así como el cumplimiento
de otros parámetros con la finalidad de elevar los índices de eficiencia.
En Cuba todo eso es normal, además de constituir un incentivo para las
corruptelas y la entronización de la irresponsabilidad. Por otro parte,
el fenómeno explica la deformación en la sociedad en su conjunto, donde
el trabajo carece de valor al igual que la obligatoriedad de complacer
al usuario.
Por suerte estos contratiempos están en vías de desaparecer con el
capitalismo que a hurtadillas se introduce en la Isla, con los disfraces
correspondientes.
¿Cuántas de esas tenderas quedarán desempleadas por su ineptitud o
debido a estar ocupando una plaza innecesaria? ¿Cuántos gerentes, que lo
único que desempeñan a cabalidad es la manipulación de las estadísticas
y el robo en casi todas sus versiones, podrían conservar sus puestos?
A María Elena le resulta chocante que las dos empleadas que le agriaron
el día con la absurda notificación, puedan ganar un salario muy superior
al que ella recibe por atender a decenas de pacientes durante la semana.
Esa es una de sus motivaciones para querer irse del país desde hace
tiempo, pero no ha encontrado una vía segura.
A causa del excesivo calor, la humedad y el estrés, tiene una enfermedad
crónica en la piel y a pocos metros de donde vive hay dos tuberías de
aguas albañales rotas hace más de un mes. Me asegura que ha notificado
las averías en balde. Ahí siguen "perfumando" el vecindario.
Antes de marcharse me comunica que volverá a La Sortija por el
desodorante a ver si quedan. "A lo mejor se los llevaron los
revendores", señala. Con una pregunta refuerza sus dudas en relación a
este imprescindible artículo: "¿Y no estarán alterados o vencidos? No
sería la primera vez ni la última que esto sucede."
oliverajorge75@yahoo.com
Source: La incompetencia del Estado para vender un desodorante | Cubanet
-
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