La OEA, entre Insulza y Almagro
Luis Almagro, ex canciller uruguayo, fue en realidad designado y no elegido.
Pedro Corzo
marzo 28, 2015
La decadencia de la Organización de Estados Americanos que se aprecia
desde hace varios años, se acentuó a partir de qué José Miguel Insulza,
2005, ocupó la Secretaría General.
Su primera elección fue particularmente reñida. El ex canciller mexicano
Luis Derbez, fue un fuerte contrincante y se efectuaron varias
votaciones, sin embargo en su aspiración para un segundo mandato, 2010,
no tuvo candidatos en contra.
Esta situación se repitió recientemente. Luis Almagro, ex canciller
uruguayo, fue en realidad designado y no elegido. La Asamblea General no
tenía alternativas, una vez más para tan importante posición había un
solo aspirante.
Los países miembros de la OEA deberían alarmarse porque en un continente
en el que la mayoría de los líderes políticos se caracterizan por su
voracidad por el poder, se postulan para cualquier cargo y acuden a
todos los recursos para perpetuarse, solo una persona aspiró a una
posición de alta figuración y mucha influencia.
Evidentemente hay muchas dudas sobre cuál puede ser el futuro de una
organización que enfrenta serios problemas internos y que esta apresada
en la influencia de gobiernos como los de Venezuela, Ecuador y
Nicaragua, y paradójicamente por el influjo de un régimen que no es
miembro de la organización, pero que tiene asociados a su interior, el
cubano.
Es una realidad que el rol de la OEA como mediador y facilitador de
soluciones ha ido perdiendo relevancia y que de su Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, atacada numerosas veces por el
presidente ecuatoriano Rafael Correa, decidió retirarse el gobierno de
venezolano que comanda Nicolás Maduro.
Pero retornando a la administración de Insulza en los diez años que
dirigió la OEA se apreció su inclinación a favor de los regímenes que
formaban parte de la Alianza Bolivariana de las Américas, ALBA, o que
coincidían estratégica, ideológica y políticamente con las propuestas de
esa entidad.
Insulza pasó por alto las múltiples agresiones de Hugo Chávez a Colombia
y su respaldo a las narcoguerrillas de las FARC. Tampoco puso reparo a
Chávez cuando este fortaleció su dictadura institucional en Venezuela,
ni cuando fundó la constitución de la Unión de Naciones Suramericanas,
UNASUR, o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC,
una organización que es contraria a la integración continental y a los
valores que inspiran a la OEA, porque su cometido principal era excluir
de su formación a Estados Unidos y Canadá.
Insulza ha rechazado aplicar a Venezuela la Carta Democrática
Interamericana, a pesar de la represión del régimen de Nicolás Maduro
contra sus adversarios políticos y la sociedad civil, planteando que ese
país tiene el derecho de resolver sus problemas internos sin injerencias
externas, una conducta totalmente diferente a la que asumió en el 2009,
cuando la crisis interna de Honduras.
La Organización de Estados Americanos tiene como objetivo fundamental
fortalecer la paz y la seguridad, consolidar la democracia e impulsar el
respeto a los derechos humanos en el hemisferio, entre otros
compromisos, pero Insulza no promovió esos valores, su trabajo siempre
estuvo a favor de los autócratas que desgobiernan el hemisferio, a la
vez que lideró las gestiones para que la dictadura cubana reingresara al
organismo sin tener que efectuar cambios institucionales que permitan
que en la isla reine la democracia.
El legado de Insulza es nefasto. Le faltó liderazgo y voluntad para
trabajar por la democracia, lamentablemente la mayor parte del tiempo de
su ejecutoria, independientemente a su militancia política, transcurrió
intentando ser el candidato de todos, sin importarle en realidad el
fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos en el hemisferio.
Luis Almagro en su nueva condición de Secretario General deberá trabajar
fuertemente para que la OEA recupere el prestigio y la influencia
perdida, y para lograrlo, deberá caminar por una cuerda floja que de
fallarle, le precipitará a los brazos de autocracias
institucionalizadas, por demás, depredadoras y carnívoras, o de
gobernantes demócratas que salvo contadas excepciones, están lejos de
actuar a favor de la democracia y los derechos humanos a escala hemisférica.
Como gestor de la política hemisférica el ex canciller uruguayo tiene al
menos dos retos grandes que enfrentar.
La dictadura cubana de la que dijo que quería su inserción en el
organismo, sin antes haber expresado su opinión sobre la situación de
los derechos humanos en ese país y menos reclamar a la dictadura insular
respeto a la libertad de sus ciudadanos. Al menos en este punto sigue la
ruta de lo políticamente correcto para la mayoría de los políticos del
continente.
El otro desafío es Venezuela. Mediar entre el gobierno de Maduro y la
oposición es muy complicado, y si pretende cumplir su promesa de
defender los principios internacionales y garantizar el funcionamiento
de la democracia, los enemigos no le faltaran.
Source: La OEA, entre Insulza y Almagro -
http://www.martinoticias.com/content/la-oea-entre-insulza-y-almagro/89732.html
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