El futuro incierto de los nuevos autónomos en Cuba
El medio millón de trabajadores por cuenta propia afronta la apertura
con esperanza y dudas
SILVIA AYUSO
La Habana 28 MAR 2016 - 00:38 CEST
Cuando Pepe habla de libertad, piensa sobre todo en la económica.
"Queremos poder comprar lo que necesitamos para nuestros negocios", dice
este masajista que trabaja como cuentapropista (empleado autónomo) en La
Habana. Para Luis, la libertad debería abarcar más. "Me gustaría poder
decir lo que pienso sin miedo", asegura. A su lado, Orlando acota: "Nos
falta la oportunidad de poder elegir a los que nos gobiernan". Orlando
(ninguno de los entrevistados quiere decir su nombre completo) tiene un
empleo estatal como vigilante por el que cobra unos 20 dólares al mes
(unos 18 euros). Luis, como Pepe, es cuentapropista, la palabra de moda
en esta Cuba que no se sabe aún si es tan nueva o se ha dado una mera
capa de pintura reformista.
Hay quienes sienten gran esperanza y entusiasmo por la posibilidad de
buscar su futuro, por una vez, lejos de la sombra del Estado. Los
autónomos, ese sector por el que ha apostado Estados Unidos al dar el
cambio de rumbo en su política hacia Cuba, ya son al menos medio millón
en la isla.
Ayudar era peligroso
Luis es uno de esos cuentapropistas, pero tiene sentimientos
encontrados. Al fin y al cabo, dice, hace lo que ya llevaba mucho tiempo
haciendo: ayudar a los turistas a encontrar "la mejor paladar" (pequeños
restaurantes privados) o el sitio más escondido. Solo que hasta hace no
tanto, aproximarse a los extranjeros y ofrecerles sus servicios
informales como guía era peligroso. A él le costó una condena de cuatro
años de cárcel acercarse al sagrado foráneo. Ahora, cuenta con un deje
de amargura, le han dado un carné que sanciona su estatus de operador
turístico como autónomo. Eso sí, a cambio de una sustancial tasa para
las arcas del Estado, dice con la sonrisa torcida.
La visita de Obama a La Habana ha dejado un regusto mezclado. Ha sido la
primera de un presidente estadounidense en casi un siglo. La única vez
anterior, en 1928, la Cuba actual no estaba siquiera trazada, pero este
nuevo viaje del primer dignatario americano no ha dejado claro del todo
qué Cuba se perfila para el futuro.
Cuando Obama y el presidente cubano, Raúl Castro, anunciaron el 17 de
diciembre de 2014 el inicio de la normalización de relaciones, la isla
fue una fiesta. De repente, la bandera estadounidense, durante décadas
oficialmente vilipendiada, era el adorno más deseado. Pero cuando Obama
llegó a La Habana hubo que buscar mucho para encontrar una bandera
norteamericana fuera de los lugares oficiales de protocolo.
Se dirigió a todos los cubanos en un discurso retransmitido en directo,
sin censuras, por radio y televisión. Sin embargo, en las gradas del
Gran Teatro Alicia Alonso desde el que habló, los aplausos de un público
seleccionado por las autoridades cubanas fueron comedidos. Pasado ya el
huracán Obama y retirados los contingentes de fuerzas de seguridad que
guardaron las calles de La Habana durante dos días, las camisetas,
pantalones y vestidos con las barras y estrellas resurgieron en las calles.
Pepe, el masajista, lo achaca a "la doble moral" que desde hace años
permea la sociedad cubana. Ese decir una cosa en público y hacer todo lo
contrario en privado es un concepto tan cubano como el "almendrón"
(viejos taxis colectivos) o el "no es fácil" que repitió Obama con tanto
gusto durante su estancia en Cuba.
Pero no todos los que defienden el sistema lo hacen solo por guardar las
formas. Hay muchos, incluso jóvenes, que afirman estar orgullosos de los
logros de un país que les ha garantizado —de mejor o peor forma, según a
quién se pida opinión— prestaciones como la educación y sanidad
gratuitas, y que no quieren que Cuba se lance en plancha a un sistema
capitalista desigual. Creen que el sistema actual es muy perfectible,
sí, pero no quieren necesariamente trabajar en su contra, sino mejorarlo.
"Todo encaja"
El pasado viernes, los Rolling Stones volvieron a hacer historia al dar
su primer concierto en Cuba. Muchos de los que asistieron ni siquiera
conocían sus canciones, pero no importaba. La presencia de sus satánicas
majestades tenía un significado mucho más allá del musical: al igual que
los Beatles, los Rolling estuvieron vetados durante años en Cuba.
"Sabemos que años atrás era difícil escuchar nuestra música en Cuba.
Pero aquí estamos", afirmó en español Mick Jagger. "Creo que finalmente
los tiempos están cambiando, ¿es verdad, no?", agregó el cantante
británico entre aplausos.
"Todo tiene que ver, todo encaja", asentía entre el público el habanero
Jorge Ravelo, vestido con una camiseta de Obama "de cuando su
reelección". "No hay mejor ocasión para ponérsela", señaló. "Cuba se
está abriendo al mundo y, lo más importante, el mundo se está abriendo a
Cuba. Ahora es Obama, los Rolling, y antes lo fue el Papa".
Source: El futuro incierto de los nuevos autónomos en Cuba |
Internacional | EL PAÍS -
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/27/america/1459113296_458260.html
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