Los primeros de (la nueva) Cuba
Los cambios en la isla reavivan el interés de las empresas catalanas y
hacen subir un 50% las exportaciones
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CAMILO S. BAQUERO
Barcelona 22 MAY 2016 - 23:49 CEST
El primer crucero norteamericano llega a La Habana el pasado dos de
mayo. GETTY IMAGES
La economía catalana siempre ha tenido un ojo puesto en Cuba. Es por
ello que la apertura de una brecha en las férreas condiciones
comerciales y de inversión extranjera del régimen de los Castro es vista
como una gran oportunidad. No solo la gran empresa turística, ya muy
implantada, sino las pymes quieren su pedazo de la nueva tarta. Además,
ven en la isla una plataforma para extenderse por el Caribe.
Cataluña exportó mercancías y servicios por 294 millones de euros a Cuba
el año pasado, un 50% más que en 2014. El interés es tan grande que la
Generalitat prepara una misión comercial en noviembre.
Los indianos del siglo XXI tienen en la industria agroalimentaria, la
construcción, la logística y los suministros para la vertiente más
técnica de la hostelería sus principales nichos, explica Núria Betriu,
directora general de industria del Gobierno catalán y consejera delegada
de Acció. Se trata de necesidades imperiosas en la isla que se
corresponden con sectores maduros en Cataluña. Desde la agencia catalana
de la competitividad explican que su oficina en Panamá, abierta el año
pasado, recibe cada vez más peticiones de información sobre cómo hacer
negocios en la isla. Las exportaciones de 1.032 empresas catalanas a
Cuba representan casi un tercio del total de las que se hacen desde España.
El deshielo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y la puesta en
marcha en junio de 2014 de una nueva ley de inversión extranjera son los
responsables del aumento del interés. La norma, por ejemplo, crea una
zona franca, en el puerto de Mariel, en la cual se pueden asentar
extranjeros sin necesidad de un socio local, léase el Gobierno cubano.
También se reduce a la mitad el impuesto sobre las ganancias aunque no
en todos los sectores: la educación, la sanidad y las fuerzas armadas
están excluidos.
"El mercado cubano son solo 11 millones de personas, no es muy
atractivo. Pero hay muchas posibilidades de futuro, tanto por el
inminente aumento del turismo como por la necesidad de realizar obras
civiles como vías o desalinizadoras", explica la investigadora y doctora
en Economía Anna María Gil Lafuente. "No es un mercado más. Es muy
particular, se basa mucho en la confianza y es necesario conocerlo muy
bien antes de entrar", advierte un portavoz de Pimec, que también
certifica el interés de sus afiliados por la nueva realidad en la isla.
Un hotel allí, por ejemplo, no puede comprar unas sábanas de manera
directa. Tiene que hacerlo a través de las agencias importadoras que
tiene cada ministerio, que a su vez realiza una licitación pública para
conseguir la ropa de cama. Los proveedores tienen que relacionarse con
los traders para lograr hacerse un hueco.
Desembarco de Fira
El año pasado, Fira de Barcelona desembarcó en la isla y junto con la
entidad cubana que gestiona los recintos feriales celebró la semana
pasada el primero de cuatro salones en el que espera poner en contacto a
las agencias, los suministradores y los clientes finales.
La primera feria estuvo dedicada a la hostelería y la restauración. Las
próximas serán sobre food services, seguridad y emergencias y embalajes
y artes plásticas. "Logramos reunir a 2.000 compradores oficiales. Se
nota que es un momento de plena expansión compradora", explica Ricard
Zapatero, director del área internacional de Fira. Entre los 52
expositores había algunas empresas catalanas, como Pirobloc, Caff o
Suministros Somac.
"Estamos estudiando la posibilidad de abrir allí un centro de pequeña
maquinaria y de productos agrícolas", explica Enric Pedrós, director del
Clúster de los Medios de Producción Agrícola en Cataluña, que agrupa a
52 empresas. La entidad había llegado a la isla hace cinco años, de la
mano de un proyecto de mejora en la producción de arroz, en el que
también participaban Acció y la Universidad de Lleida. Ahora creen que
es el momento de dar un paso más allá. La expansión se centraría en el
suministro de máquinas para preparar el suelo y herbicidas.
Gil recuerda que se trata de un proceso de apertura, y no de un cambio
en la tendencia política. Las empresas, explican desde Pimec, se
encontrarán con dificultades como que el Gobierno cubano paga las
operaciones con cartas de crédito a 360 días, lo cual puede ser un
problema para pequeñas y medianas empresas. "Los trámites pueden tardar
meses y ser farragosos. De ahí la necesidad de conocer a fondo el
mercado", explica el portavoz de la patronal.
Con todo, la oportunidad está y entidades como Acció o el Puerto de
Barcelona allanan el camino para apuntalar negocios antes de que una
eventual apertura total permitiera a empresas americanas adoptar mejores
posiciones. Dentro de un mes, la agencia celebrará unas jornadas
dirigidas especialmente a empresas interesadas en la isla. Pedrós
asegura: "Los lazos culturales, a pesar de todo, aún valen allí".
Source: Los primeros de (la nueva) Cuba | Cataluña | EL PAÍS -
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/05/22/catalunya/1463936394_664013.html
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