La lucha contra los impagos en la economía castrista
[25-06-2012]
Elias Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- En cualquier economía, los impagos actúan
como un veneno que deteriora las relaciones entre los agentes
económicos. En esto lleva toda la razón el artículo publicado en Granma,
con el mismo título. Recuerdo que mi abuelo, un emigrante asturiano que
acumuló fortuna con su trabajo y esfuerzo en Cuba, durante la primera
mitad del siglo XX, siempre me daba el mismo consejo: "pagar lo que se
debe, a tiempo y con el máximo respeto". En aquellos tiempos, un simple
apretón de manos, era más que suficiente para progresar en el mundo de
los negocios, de una economía dinámica, competitiva y capaz.
Pero llegaron las confiscaciones comunistas, la supresión de la
propiedad privada como institución fundamental de los derechos de los
agentes económicos, y la eliminación del mercado como instrumento de
asignación, y con ello, se cambió de un plumazo la historia y los
valores de aquella economía próspera. Medio siglo más tarde, los impagos
amenazan con envenenar la economía castrista. Lo malo es que las
soluciones que se plantean, "enérgico seguimiento del Partido y el
Gobierno del territorio en torno al tema, expresado en la adopción de
medidas de mayor control y exhaustivos chequeos semanales" no creo que
sea la medida más adecuada. Más bien, todo lo contrario. Si de verdad
quieren que los impagos se reduzcan, lo que se debe hacer es apostar por
la libertad y la autonomía de los agentes.
Tal vez la pregunta del millón debe ser ¿por qué los impagos en una
economía que se supone planificada y ordenada por el gobierno,
prácticamente al 100% de la riqueza nacional? ¿No debería preverse las
necesidades de numerario para evitar que no se pudieran cumplir los
compromisos?
Estamos hablando de algo muy serio. Niveles de impago de un 33% de los
compromisos, apuntan a una escala de daños colaterales, que, al parecer,
se han podido reducir hasta una media del 15% de octubre del pasado año
mayo actual. La cuestión es que los impagos no se han reducido del todo,
y constituyen una amenaza para la economía. Los sectores del comercio y
la gastronomía, al parecer, son los que se encuentran más amenazados a
fecha de hoy.
La economía castrista ha sido bien definida, a lo largo de su historia,
por el permanente fenómeno de la escasez. Escasez de bienes de consumo,
de servicios, de equipamientos, de cualquier bien que pueda tener
interés económico. Esa escasez se ha trasladado en tiempos recientes a
la liquidez, es decir, a los medios dinerarios con los que se
materializan los pagos, y que tiene su razón de ser, una vez más, en la
naturaleza del modelo económico intervencionista que se niega a decir
adiós para siempre.
La otra razón, en la que tal vez no quiero pensar con maldad, es la
incompetencia de los gestores. La política financiera de las empresas es
una asignatura que se estudia en las carreras de Economía y
administración de empresas durante los primeros años. No es difícil,
pero se requiere un cierto nivel de estudio y atención para saber que
las empresas afrontan etapas de excedentes de tesorería que deben
gestionar de forma adecuada, para las etapas en las que escasea. Tal vez
el rudimentario sistema bancario castrista carece de medios para que
esta gestión se pueda realizar de manera eficaz, lo que nos lleva
nuevamente a los problemas de diseño institucional de una economía
desorientada.
Al final, los que pagan todo este asunto no son las grandes empresas
estatales o el llamado sector presupuestado, en las que se refugia lo
más granado de la ineficacia e incompetencia de la economía, sino a los
nuevos trabajadores por cuenta propia que, a la carga impositiva, fiscal
y de seguridad social, deben añadir los problemas financieros.
La economía castrista nos obsequia con elementos desdibujados que vienen
a poner de manifiesto su diseño, completamente alejado de la realidad de
cómo funciona un sistema económico eficaz. Por ejemplo, qué sentido
tiene hablar de la cuenta financiera de una provincia, como apoyo de
las actividades que se desarrollan en su territorio, o la confianza en
determinadas empresas estatales pertenecientes al mismo. Dado que esta
dependencia de la centralización está en las antípodas de una economía
eficiente, el entretenimiento de las autoridades es perseguir la
corrupción, como el origen de todos los males, lo que paraliza más aún,
si cabe, a los gestores más arriesgados.
No creo que capitalizando empresas estatales sea como se va a conseguir
la actualización del socialismo que se pretende en los "Lineamientos".
Cuanto más se frene la libre competencia, y se impida la liberalización
en sectores básicos como la distribución de alimentos, persistirán los
problemas expuestos. No es una cuestión que se resuelva con "orden,
planificación y control", sino con la máxima libertad económica y el
cumplimiento de los acuerdos, aunque se firmen con un apretón de manos.
Me quedo con un párrafo del artículo que me parece ilustrativo, y que no
puedo menos que dar todo mi apoyo.
"Tener un papel más resuelto, respetar a ultranza las relaciones
contractuales y estar convencidos todos, de hecho y no de palabra, de
que el descontrol es devastador, debe ser la norma de acción de
directivos y el aparato económico de las empresas, a fin de revertir la
nociva epidemia de los impagos"
Eliminar de cuajo esta plaga no será fácil si se mantienen las
estructuras actuales de funcionamiento. Piénsenlo. Están a tiempo de
empezar con buen pie.
http://miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=36316
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